El mercado de los productos biológicos para el agro está creciendo en el mundo y en Argentina como respuesta apropiada ante la tendencia de consumidores y productores de encaminar la producción de alimentos a prácticas mucho más sustentables, eficientes en la utilización de los recursos y comprometidas con el impacto de su huella de carbono en el ambiente. Así lo explica Guido Ramírez, gerente de Marketing y Desarrollo en la región Europa, África y Oriente Medio de Rizobacter.
- ¿Qué tendencias productivas estás viendo en el mundo del agro?
- Un uso cada vez más eficiente de los recursos disponibles. El productor agropecuario es más consciente de las limitaciones de recursos y de la presión social en cuanto al buen uso. Y el aumento de los costos de producción te lleva a ser más eficiente. Otra es la economía o la industria del carbono en un contexto de cambio climático. En Argentina somos pioneros en algunos sistemas de siembra que mejoran la conservación del carbono en el suelo. El suelo es uno de los pilares de la producción agropecuaria y desde Rizobacter siempre nos enfocamos en entender la microbiología del suelo y cómo podemos maximizar beneficios ya disponibles en la naturaleza. Esto va a seguir profundizándose… Sí, y se va a acelerar. En algunas regiones ya hay políticas para que se generen y se midan los cambios. En Europa, por caso, hay una serie de políticas que apuntan a reducir el uso de ciertos agroquímicos.
- ¿Cuál es la penetración de Rizobacter en las regiones?
- Rizobacter está muy enfocado en productos biológicos, es un gran porcentaje de nuestro negocio y donde está el futuro. Hoy tenemos una posición de liderazgo en un segmento dentro de biológicos, inoculantes, que se usan en las leguminosas para maximizar su capacidad natural de fijar nitrógeno atmosférico tanto para su propio beneficio como para beneficio de cultivos subsiguientes en una rotación agrícola. Tenemos una participación del 20% en este mercado de inoculantes de soja en Europa. Rizobacter siempre se enfocó en tejer alianzas con distintos actores de la cadena. Un punto clave es la transmisión de conocimiento alrededor de los productos. Y el mercado potencial es enorme... Europa es una región un poco más madura en adopción de biológicos. El mercado de biológicos en Europa, África y Medio Oriente es de alrededor de US$ 3.000 millones. Hay una gran demanda de Europa y un crecimiento, aunque más gradual, en África.
- ¿Qué papel juegan los biológicos en la industria y en la empresa?
- Hay cultivos donde el uso de biológicos ya está más masificado. En extensivos es donde hay más trabajo para realizar, pero es una oportunidad. Uno de los objetivos que plantea Europa hacia el futuro es aumentar el área bajo producción orgánica, lo que abre un número de oportunidades para los productos biológicos. Rizobacter vio esto y decidió invertir en registros que nos permitan luego comercializar nuestras tecnologías.
- ¿Qué lugar ocupa Profarm?
- Es la última empresa que se suma al grupo Bioceres Crop Solutions, donde también está Rizobacter, y trae el legado de una empresa que se llamaba Marrone Bio Innovations, muy enfocada en biocontrol. Es un gran complemento.
- ¿Cuáles son los principales desafíos del negocio de biotecnológicos?
- Escalar la adopción, para lo cual la colaboración es clave. Los biológicos requieren un acompañamiento de la cadena de distribución del usuario, sin dudas una sola empresa no lo puede realizar. Por eso realizamos alianzas con distribuidores y vamos a trabajar en conjunto. Estamos haciendo inversiones en Argentina para ampliar nuestra capacidad de producción, hay una obra en curso en Pergamino para sumar un 30% adicional de capacidad productiva, y vamos a construir una planta adicional dentro del mismo predio.
- ¿Cómo se transmite cultura en una empresa cada vez más global?
- Somos una empresa que se originó en Argentina y cuenta con ocho subsidiarias en el mundo, parte de Bioceres Crop Solutions. Vamos siendo una organización cada vez más diversa, pero hay algunas cosas que están en el ADN de Rizobacter, que es un foco muy fuerte en las necesidades del cliente, en tratar de hacer lo imposible por ellos. Miramos a las colaboraciones en el largo plazo. Y siempre tratamos de transmitir la resiliencia, la capacidad de adaptarnos a cambios de todo tipo.