La mayoría de la gente cree que envejecer bien es cuestión de suerte. Para ellos, envejecer depende de lo que hayan vivido sus padres o abuelos, y eso es todo. Sin embargo, la investigación nos dice que eso no es todo lo que hay que saber.
El movimiento de nuestros cuerpos
En nuestra historia, los padres y abuelos probablemente vivieron una vida muy diferente a la de estas generaciones. Quizás eran más activos porque no tenían todas las comodidades automatizadas ni acceso a Internet que tenemos hoy en día. La actividad diaria, mover el cuerpo, es un componente crítico de cómo envejecemos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan 150 minutos semanales de ejercicio moderado para todos los adultos.
No podemos decir que si el abuelo vivió hasta los 95 años, nosotros también lo haremos, cuando el abuelo tuvo un trabajo físico la mayor parte de su vida. Queremos creer que un teleadicto tiene las mismas probabilidades, pero no es cierto.
Lo que comemos
Nuestros mayores no comían tantos alimentos altamente procesados, o ninguno. Sabemos, gracias a una amplia investigación, que los alimentos ultraprocesados y procesados contribuyen en gran medida a las enfermedades crónicas del envejecimiento. Estas enfermedades incluyen la diabetes de tipo 2, la hipertensión, las cardiopatías y el cáncer. Otros datos sugieren también una clara conexión con la demencia.
Aún así, consumimos comida rápida y procesada en los envases que hay por todas partes en los supermercados, e ignoramos los consejos para evitar los alimentos rociados con pesticidas. ¿Podemos esperar vivir tanto como alguien que no comiera de esa manera? Probablemente no. Sabemos que los riesgos de padecer enfermedades cardiacas pueden deberse a la dieta y al peso. Las enfermedades cardiacas siguen siendo la principal causa de muerte en EE.UU.
El sueño
Probablemente todos hemos escuchado a alguien presumir de que duerme cuatro o cinco horas por noche, como si eso fuera algo de lo que estar orgulloso. Definitivamente, no lo es. También sabemos, gracias a importantes investigaciones, que dormir lo suficiente a medida que envejecemos es crucial para nuestra salud general y, en particular, para la salud de nuestro cerebro. Los Institutos Nacionales de la Salud explican lo que le ocurre al cerebro cuando estamos privados de sueño: "Como el cerebro está trabajando activamente todas las horas que uno está despierto, después de cierto tiempo, las neuronas del sueño empiezan a cansarse. Esto afecta al cerebro de muchas maneras, como problemas de concentración, dificultad para enfocar y problemas para recordar".
En otras palabras, tu cerebro necesita descansar cada noche, aunque creas que no pasa nada si no duermes lo suficiente. Sin un sueño adecuado de 7-9 horas, el cerebro no puede reiniciarse, ni eliminar los subproductos tóxicos de desecho que se hayan podido acumular a lo largo del día. Cada vez más estudios recientes sobre este tema nos dicen que la falta de sueño es un factor de riesgo definitivo para la demencia. Cada uno de nosotros, ¿quiere envejecer cada día con un riesgo conocido de demencia?
Conclusiones
- Envejecer bien es una elección que la mayoría de nosotros somos capaces de hacer. Lo difícil es pasar a la acción y acabar poco a poco con los hábitos poco saludables que conocemos.
- Si hacés algunas pequeñas cosas sencillas cada día, estarás en el buen camino. Pueden incluir salir a caminar más a menudo, eliminar uno o dos alimentos ultraprocesados y proponerte dormir entre 7 y 8 horas cada noche.
- Ignorar todos los consejos de los mejores expertos en el campo del envejecimiento es descartar lo que es absolutamente necesario saber y actuar en consecuencia. Te deseo un envejecimiento saludable. Y que sigas algunos de estos consejos de salud.
*Con información de Forbes US