Las primeras zonas francas en Uruguay datan de 1923, se legislaron en 1987, y el régimen definitivo se terminó de establecer con su última modificació en 2017. Para los orientales siempre fue un desafío atraer inversiones hacia un mercado a primera vista pequeño. Pero, cuando el mercado es el mundo, la ecuación es totalmente otra. El régimen de exenciones impositivas y beneficios fiscales de las Zonas Francas (un modelo replicado 486 veces en la región) tiene tres objetivos: atraer inversiones, crear empleos y contribuir a las exportaciones. Como explican el gerente general de Parque de las Ciencias, Enrique Buero, y su manager de Comercial & Marketing, Fabiana Valiño, el régimen fue una forma de atraer inversiones que de otro modo difícilmente llegarían al Uruguay. Y los capitales argentinos están entre los primeros interesados.
En los últimos meses, la flexibilización de los requisitos para la residencia fiscal en Uruguay impulsada por el presidente Luis Lacalle Pou aceleró las consultas de argentinos tentados con cruzar el Río de la Plata. Buero y Valiño explican que la “tasa de conversión” de esas averiguaciones todavía no es clara, pero que en el caso de Parque de las Ciencias, donde funcionan 55 empresas y trabajan más de 1.000 personas, el interés parece renovado.
Inaugurado en 2011 y con autorización de Zona Franca hasta 2039 (prorrogable 20 años más), se trata de un parque de negocios ubicado en Canelones, a 10 minutos de Montevideo y 1,5 km del aeropuerto de Carrasco. Su oferta combina infraestructura industrial y servicios de primera línea con los beneficios del régimen de Zonas Francas, entre los que se destaca la exoneración tributaria: los únicos impuestos aplicables son las cargas sociales de los empleados. “Salvo por eso, el usuario de la ZF está exento de cualquier impuesto creado o a crearse sobre su renta, sus activos y la distribución de dividendos”, explica Buero. “Y quiero subrayar la seguridad jurídica. Este es un régimen que respetaron los gobiernos de todos los partidos políticos. Lo que ofrece es la seguridad jurídica del país que a su vez está refrendada en su propia ley: el Estado uruguayo garantiza que durante el plazo del contrato de usuario de zona franca, la empresa estará exonerada de todo impuesto y, si llegara a generarse algún perjuicio por modificarse el régimen de tributación, correspondería al Estado indemnizarla”. Además, el régimen aduanero aplicable a las zonas francas establece que todo lo que ingresa a estas no requiere el pago de tributos de importación. “Las mercaderías, insumos, equipamientos o cualquier otro componente necesario para montar la operación ingresa en tránsito. Eso hace que la inversión sea mucho más eficiente”.
Parque de las Ciencias es una zona franca de las denominadas mixtas. El modelo de negocios es un híbrido entre real estate y los servicios. La variedad de modalidades (desde oficinas llave en mano en un business center hasta instalaciones industriales de distinto tipo o predios para construir) hace imposible estandarizar un precio del m2. “Somos muy flexibles y buscamos adaptarnos a las necesidades del cliente”, afirma Valiño. Uno de sus principales roles es además potenciar los negocios de los usuarios dentro de la ZF y desarrollar el ecosistema interno. Es el caso del laboratorio alemán Megalabs, que dentro del Parque tiene una planta industrial, un centro de I+D y un centro logístico desde el cual exportan a 18 países de América. Junto con la compañía se instalaron otras: una imprenta de packaging, traders de materias primas, servicios de auditoría, marketing, ingeniería, instalación y diseño de salas limpias, y de igual forma crecieron las oportunidades para varios otros proveedores de servicios, como es el caso de estudios de abogados, arquitectos, financieros y call centers.
Aunque su oferta es plural y diversificada, la industria farmacéutica es la marca registrada del Parque de las Ciencias. El otro caso que destacan Buero y Valiño es Eriochem, el laboratorio dedicado a oncológicos oriundo de Paraná, Entre Ríos. Con estándares FDA (EE.UU.) y EMA (Europa), montaron una parte fundamental de su operación para exportar medicamentos al mundo. También la industria del cannabis medicinal, que ya cuenta con importantes inversiones en la zona franca. “El objetivo principal es exportador”, subraya Buero. “La primera razón para instalarse no es el mercado uruguayo, pero sí muchas veces el del Mercosur, donde, si bien puede resultar aplicable el arancel externo común, hay que analizar si los beneficios o la diversidad de mercados igual lo justifican”.
“En Uruguay hemos trabajado mucho en los últimos años para que el régimen se adecue a los cambios en la normativa internacional”, afirma Buero. “El régimen de ZF ha sido evaluado con éxito por la OCDE, el GAFI”, y agrega que la “sustancia de la actividad económica” que se instale es fundamental para robustecer el sistema. “Lo que nos interesa es que las empresas realicen sus actividades en o desde la zona franca; de lo contrario, se atenta directamente contra la sustentabilidad del régimen”. Y concluye: “Las zonas francas en Uruguay buscan atraer actividades que cumplan los objetivos previstos en la ley, eso es lo que amerita acceder a los beneficios que comentaba antes”.