¿Y si pudieras retrasar el reloj de la edad biológica? ¿Y si, en lugar de envejecer cada día, rejuvenecieras cada día? Una nueva investigación de científicos de la Facultad de Medicina de Harvard sugiere que esto puede ser menos ciencia ficción de lo que parece.
Bohan Zhang y sus colegas descubrieron en Nature Aging que los ratones viejos que han estado conectados a ratones jóvenes durante un periodo prolongado empiezan a "invertir la edad" y viven hasta un 9% más que sus congéneres.
Aunque aún se encuentra en sus primeras fases, su trabajo tiene interesantes implicaciones para el futuro del envejecimiento y la longevidad.
La Parabiosis
Para conectar a los ratones viejos con los jóvenes, los investigadores utilizaron una técnica de laboratorio llamada parabiosis. Se trata de un tipo de transfusión de sangre muy compleja.
Mientras que en una transfusión normal la sangre se extrae de un ratón y se infunde por separado en otro, en la parabiosis los dos animales se unen quirúrgicamente, en una transfusión continua y en tiempo real.
En lugar de intercambiar sangre, los animales conectados por parabiosis desarrollan un único sistema fisiológico común. En cierto sentido, se fusionan e intercambian desde sangre hasta hormonas.
Zhang y los otros investigadores conectaron ratones jóvenes con ratones jóvenes, ratones viejos con ratones viejos y ratones jóvenes con ratones viejos. Los dos primeros actuaron como grupos de control, proporcionando a los científicos un punto de referencia con el que comparar los resultados de la parabiosis de joven a viejo.
A lo largo de la parabiosis, se analizaron el hígado y la sangre de los ratones para detectar diversos biomarcadores relacionados con la edad.
Los ratones permanecieron unidos durante tres meses enteros, tras los cuales fueron separados quirúrgicamente - "desprendidos". A continuación, se les dio un mes para recuperarse antes de registrar sus datos fisiológicos. A algunos de los ratones se les dejó vivir libremente hasta su muerte natural para ayudar a los investigadores a comprender los efectos de la parabiosis en la longevidad.
Edad biológica frente a edad cronológica
Todos envejecemos. Cada rotación alrededor del sol añade un año más a nuestras vidas, no hay forma de evitarlo. Pero cada vez está más claro que no todos envejecemos a la misma velocidad: aunque dos personas tengan la misma edad "cronológica", pueden tener edades "biológicas" muy diferentes.
La primera se refiere simplemente a la cantidad de cumpleaños que han celebrado, pero la segunda se refiere a los marcadores de envejecimiento a nivel de la sangre, los órganos y la genética. Su edad biológica es su "verdadera" edad física.
El riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la edad, como cardiopatías o cáncer, se basa en la edad biológica: en algunos casos puede ser inferior a la edad cronológica y, en otros, superior.
¿Cómo se mide la edad biológica? Hay varias formas de hacerlo, pero una de las más precisas es mediante el uso de "relojes epigenéticos".
Descubiertos en 2011 por Steve Horvath, estos relojes epigenéticos se basan en un proceso conocido como metilación del ADN. Aunque nuestro código genético en sí -nuestro ADN- no cambia a lo largo de nuestra vida, sí lo hace la forma en que se expresa. Esto se presenta como epigenética.
La metilación del ADN es un mecanismo clave de la epigenética; unas moléculas llamadas grupos metilo se añaden a lo largo del ADN, "apagando" o "encendiendo" ciertos genes. La clarividente aportación de Horvath fue reconocer que la metilación del ADN sigue un patrón que puede rastrearse a lo largo del tiempo y correlacionarse con la edad cronológica. Conocer el patrón nos permite leer la metilación del ADN como un reloj.
Vidas largas y jóvenes
Bohan Zhang y sus colegas hicieron uso de los relojes epigenéticos para estudiar los efectos de la parabiosis en los ratones.
Los investigadores observaron que los ratones viejos que se habían unido a ratones jóvenes mostraban signos no sólo de envejecimiento ralentizado, sino incluso de envejecimiento inverso: sus firmas de metilación del ADN eran sistemáticamente "más jóvenes" que su edad cronológica. De hecho, los relojes de metilación sugerían una disminución de la edad biológica de hasta un 30%.
Esto no ocurría con los ratones viejos que habían sido unidos quirúrgicamente a otros ratones viejos. Tampoco ocurría con los ratones viejos que habían sido unidos sin cirugía a ratones más jóvenes, lo que descarta la posibilidad de que la inversión de la edad epigenética se debiera a un mayor movimiento o ejercicio por estar conectado a un ratón joven.
Lo que es más importante, los cambios en la edad biológica persistieron incluso después de separarse de los ratones más jóvenes. Y no se limitaron sólo a la sangre, sino también al tejido muscular, el hígado y el sistema nervioso.
La inversión de la edad biológica también se correlacionó con una mayor esperanza de vida: los ratones más viejos que se habían unido a ratones más jóvenes vivían entre un seis y un nueve por ciento más que los que se habían unido a otros ratones más viejos. Del mismo modo, los cambios en la expresión génica reflejaban lo observado en las intervenciones de longevidad y se oponían a los cambios que suelen observarse durante el envejecimiento.
Conclusiones
En este interesante estudio, Zhang y sus colegas han demostrado que se puede prolongar la vida de ratones viejos y retrasar su envejecimiento uniéndolos a ratones más jóvenes.
Los beneficios de este procedimiento persisten incluso después del desprendimiento. De hecho, junto con el aumento de la esperanza de vida, los ratones viejos también mostraron signos de mejora en la salud de sus órganos.
Aunque la edad cronológica es fija, la biológica empieza a parecer mucho más reversible.
