Con 8.000 empleados y un presupuesto anual de US$ 1.000 millones a US$ 2.000 millones de fondos de los contribuyentes, Mitre Corp., un laboratorio de proyectos tecnológicos avanzados vinculado al Gobierno de EE.UU., fabrica aparatos de vanguardia para las agencias estadounidenses hace más de seis décadas. En cuatro torres en la cima de una colina en McLean, Virginia, los centros de investigación de Mitre emplean a algunos de los mejores científicos informáticos e ingenieros del país para construir herramientas digitales para las principales organizaciones militares, de seguridad e inteligencia de EE.UU.
Estos son algunos de los pedidos más alocados que le hizo el Gobierno a Mitre: el prototipo de una herramienta capaz de hackear smartwatches, fitness trackers y termostatos domésticos a los efectos de la seguridad nacional, asistencia para armar lo que según el FBI es la base de datos de anatomía humana y antecedentes penales más grande del mundo y un estudio para determinar si el olor corporal de una persona puede demostrar si está mintiendo. Mención aparte para uno muy particular: un software para recopilar huellas digitales desde sitios de redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter para el FBI.
Sin presiones comerciales, Mitre tiene libertad para desarrollar algunas de las respuestas más radicales a las cuestiones más urgentes para el Gobierno. Correos electrónicos y detalles de un contrato de Mitre obtenidos por Forbes revelan un “proyecto de toma de huellas digitales por imágenes de redes sociales” de US$ 500.000 para el FBI creado en 2015, que fue dirigido por la División de Tecnología Operativa (una unidad de hackeo del FBI en Quantico) y financiado por un organismo de financiación de investigación desconocido hasta ahora, llamado TRIAD. Chris Piehota, el recién jubilado jefe de operaciones del Programa de Ciencia y Tecnología del FBI, le contó a Forbes que TRIAD se creó para financiar estudios innovadores de organismos externos objetivos y que la “toma de huellas digitales por imágenes” es exactamente lo que parece: un intento de obtener información biométrica a partir de imágenes publicadas en redes sociales.
Por ejemplo, esto podría usarse con miembros de pandillas que suben fotos suyas a internet haciendo gestos de pandillas con las manos, explica Piehota. “Así, nos dan acceso a los patrones de sus huellas digitales”, agrega. “[El FBI] puede captar las características de las huellas digitales de una persona analizando esas imágenes y armar archivos con las huellas o sus características de individuos de los cuales no tengamos información biográfica”. Esto podría resultar útil contra quienes violen las leyes de inmigración y no figuren en ninguna otra base de datos de huellas digitales de EE.UU. También podría usarse para identificar a alguien en un video donde se abuse de menores o para atrapar a narcotraficantes usando herramientas como WhatsApp, como se hizo en una investigación en la ciudad galesa de Swansea.
De funcionar como se describe, esa tecnología podría resultar útil para las agencias de la ley e inteligencia con las que trabaja Mitre y peligrosa para la privacidad personal. Nate Wessler, un abogado del Speech, Privacy and Technology Project de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), afirma que el proyecto de vigilancia plantea “graves inquietudes en materia de privacidad”, especialmente en un momento de malestar social en todo EE.UU. por la pandemia de COVID-19 y la desigualdad racial. “Nadie espera exponer marcas biométricas como sus huellas digitales para que las recopile una agencia de la ley en una base de datos cuando sube una foto digital a internet”, afirma Wessler.
Autor: Thomas Brewster
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