Fraser Hall es presidente y jefe de la Región Intercontinental de Biogen a nivel global. Esto implica lugares tan disímiles como América Latina, Australia, Asia, Medio Oriente y África, Turquía y Rusia. Antes de unirse a Biogen en julio de 2020 como vicepresidente para América Latina, trabajó en AstraZeneca durante cinco años, donde, entre otros hitos, dirigió la estrategia y la preparación del lanzamiento para un nuevo tratamiento para el accidente cerebrovascular y dirigió el programa de ensayos de COVID y las negociaciones sobre el suministro de vacunas con el gobierno brasileño. Licenciado en Ciencias de la Universidad de Aston y con cursos de finanzas y liderazgo organizacional de Harvard y el MIT, su desafío, hoy, es liderar las estrategias de Biogen en estos mercados, muchos de los cuales son emergentes y, por lo tanto, presentan múltiples desafíos.
Somos una de las primeras empresas de biotecnología, que nació en Boston hace 47 años. Algunas compañías están enfocadas en grandes enfermedades, como la hipertensión o la obesidad. Nosotros tratamos enfermedades más especializadas, como la esclerosis múltiple o la ELA. Como son enfermedades raras, que tienden a afectar a poblaciones más pequeñas, suele ser más complicado encontrar y tratar a los pacientes. Hay una amplia variación en la población, la genética y en los sistemas de salud en cuanto a cómo abordarlas. Lo que estamos viendo es que cada vez más los gobiernos diseñan políticas de enfermedades raras, porque si bien cada enfermedad rara es pequeña, cuando se suman todas, representa una parte bastante grande de la población: hay 4.000 enfermedades raras, pero cuando sumás eso, aproximadamente el 7% de la población total las padece, explica Hall.
Biogen tiene presencia en numerosos mercados. ¿Qué estrategias implementan para capitalizar oportunidades en los países emergentes?
Lo que vemos es que, en primer lugar, los gobiernos se están volviendo más conscientes de las enfermedades raras. Hay grupos de pacientes que tienden a ser mucho más activos en enfermedades raras; los activistas y defensores son mucho más fuertes porque no hay solución. Entonces, hay una defensa muy fuerte proveniente de los pacientes, que ahora está más conectada con las redes sociales. Así que se combinan política gubernamental, defensores muy fuertes y tecnologías emergentes que nos permiten identificar a los pacientes. También que, con el avance de las pruebas genéticas, ahora se puede comenzar a identificar pacientes utilizando pruebas de diagnóstico sólidas. El ambiente cambió. Estamos viendo una mayor inversión en enfermedades raras y, debido a que tienden a no recibir tratamiento, los reguladores están más dispuestos a acelerar la aprobación de medicamentos. Incluso en los mercados emergentes, hay una creciente disposición a financiar productos de enfermedades raras y a reconocer la necesidad de hacerlo. Hay una ley de enfermedades raras aquí en Argentina, lo mismo en Brasil. Hay menos distinción entre los países desarrollados y en desarrollo. Lo que tiende a ser diferente es la infraestructura sanitaria existente y, en segundo lugar, la financiación del acceso.
¿Cómo gestionan estos desafíos?
Uno tiene que volverse muy bueno en ciertas cosas. Si querés ocuparte de enfermedades raras, tenés que ser muy bueno en ayudar a los grupos de pacientes. Los ayudamos a comprender cómo desarrollarse, a qué llamamos valor y acceso. Básicamente, se trata de cómo se trabaja con el gobierno o con quien financie -que normalmente es el gobierno. Por eso trabajamos mucho en proporcionar datos locales, porque los gobiernos quieren entender. ¿Cuántos pacientes tengo en mi país? ¿Dónde están? ¿Qué impacto tendrá el fármaco en estos grupos de pacientes? Por eso estamos invirtiendo en ensayos locales y además ayudamos a invertir en testeos. Por ejemplo, vamos a lanzar acá un medicamento para una condición llamada ataxia de Friedreich. Probablemente haya unos 600 pacientes en Argentina. Suceden dos cosas. Una es que, porque no existe ningún tratamiento, la gente no quiere hacerse el test. Y en segundo lugar, como es tan raro, el testeo puede demorar seis o nueve meses. Trabajamos en datos locales para ayudar a los gobiernos a entender que es una inversión que vale la pena.
La innovación es clave en esta industria, especialmente en el tratamiento de trastornos neurológicos. ¿Cuáles son las últimas innovaciones de Biogen?
Nuestra herencia está en la neurología. Empezamos con la esclerosis múltiple, donde todavía seguimos, y luego avanzamos para trabajar en lo neuromuscular. Ahora estamos ampliando porque, a medida que entendemos más sobre la biología, nos damos cuenta de que enfermedades como la esclerosis múltiple son en realidad inmunológicas. Gran parte de la expansión actual de la medicina se debe a la comprensión del sistema inmunológico. Por lo tanto, nos estamos expandiendo desde la neurología a lo neuromuscular y ahora a la inmunología, dentro del contexto de enfermedades raras. Dicho esto, estamos trabajando en la enfermedad de Alzheimer. Tenemos el único tratamiento aprobado, lo cual es muy emocionante. Esto es enormemente complejo porque, según la forma de diagnosticar, hay que detectarlo muy temprano. Los gobiernos están muy preocupados por el envejecimiento de su población y el Alzheimer, pero también están preocupados por el costo de lidiar con esto. Es un equilibrio delicado. Como suele suceder en esta industria, al principio, la puerta se abre un poco. Luego la gente entiende más sobre la biología, cómo atraer inversiones y luego el área crece y empiezan a aparecer tratamientos mucho más efectivos.
No son solo los mercados emergentes los que enfrentan desafíos. ¿Cómo afecta a la compañía la volatilidad del mundo?
La volatilidad es una constante. La pregunta es qué piensan los gobiernos sobre la atención sanitaria. Hay diferentes respuestas. Por ejemplo, en Brasil, el acceso a la atención de salud es un derecho constitucional. Por eso, para los gobiernos es un debate importante en cualquier elección. Es una alta prioridad. Lo que están intentando entender es cómo costearlo en el contexto post-Covid y en tiempos económicos difíciles. Lo que tendemos a ver es que hay una mayor discusión sobre la relación precio-calidad. ¿Cómo entendemos el valor de la atención sanitaria? Uno de los grandes debates siempre ha sido la diferencia entre prevención, tratamiento y cuidados a largo plazo, especialmente ahora que el envejecimiento de la población se ha convertido en un gran problema. ¿Cómo se pueden equilibrar estos tres elementos? La tecnología, en especial la inteligencia artificial, está impactando en esto. Por ejemplo, en cómo diagnosticamos de manera temprana, cómo entendemos la enfermedad y cómo entendemos el tratamiento. Recién está comenzando, en parte porque los datos de salud están muy fragmentados. Pero está empezando. Lo que sucede también es que se está complejizando cómo se determinan los precios. En Latinoamérica, una de las principales preguntas es sobre el rol de los médicos de atención primaria, porque acá se tiende a ir directamente a un especialista. ¿Cómo hacemos que crezca la atención primaria? Los gobiernos están profundamente preocupados por la población que envejece y cómo financiar estos tratamientos. Más aún teniendo en cuenta que el 80% del costo del sistema de salud proviene de las personas (médicos, enfermeros, técnicos). Hay que ser muy consciente de cómo configurar la financiación.
La sostenibilidad y la responsabilidad social son cada vez más importantes. ¿Qué iniciativas están llevando a cabo en América Latina?
Nuestras acciones giran en torno a dos tipos de áreas clave. Uno tiene que ver con los ensayos clínicos. Estamos tratando de traer más ensayos clínicos a América Latina, porque aquí hay una buena población, que en general no recibió tratamientos previos, y que además los necesita. No se trata solo de los ensayos, sino también del día después. Tenemos programas de acceso posteriores a las pruebas y programas de responsabilidad social más amplios en determinadas áreas. Y después, cuando tenemos medicamentos ya probados, con evidencia de que funcionan, los ponemos a disposición de ciertas poblaciones de forma gratuita. Por ejemplo, tenemos un fármaco para una población bastante pequeña de ELA llamado sod1, con el que seguramente nunca ganemos dinero, pero que para esa población es algo extraordinario.
¿Y en relación con la diversidad y la inclusión? ¿Cómo lo impulsan?
En Argentina, por ejemplo, tenemos un 59% de mujeres en la organización. Estamos bien en equilibrio de género, aunque por supuesto siempre se puede mejorar. Trabajamos mucho en tener el balance adecuado en todos los niveles. La buena noticia aquí es que el 60% del equipo de liderazgo local está compuesto por mujeres, incluyendo a la gerente general. Así que en términos de género estamos haciendo un trabajo razonablemente bueno. Lo otro interesante cuando se tiene una región tan diversa como la mía es cómo lograr diversidad cultural. Tenemos grupos conformados por empleados que se reúnen y plantean debates para reconocer a los distintos tipos de poblaciones. Los escuchamos con mucha atención.
¿Cómo colaboran y construyen alianzas?
La academia es una parte realmente importante del modelo de negocio de esta industria y también de dónde proviene la innovación. Trabajamos mucho con instituciones académicas, con quienes hacemos de todo, desde ensayos clínicos hasta investigaciones. Por otra parte, también están surgiendo cada vez más incubadoras de startups, con foco específico en healthcare. Así que trabajamos con ellos. Por ejemplo, ¿cómo se incorpora software nuevo al diagnóstico de imagen? Las empresas farmacéuticas obviamente son de capital intensivo, así que también realizamos adquisiciones. Y hacemos alianzas con otras empresas. Lo que suele suceder con las empresas de biotecnología es que se concentran en un territorio y no tienen presencia en otras regiones, entonces buscan asociarse. Así que estamos analizando cómo podemos convertirnos en socios de otro tipo de empresas de enfermedades raras para llevar sus productos a América Latina, Asia y Medio Oriente.
Enfermedades raras
- Se estima que más de 300 millones de personas en el mundo las padecen
- En Argentina, son 3,6 millones de personas quienes las padecen (1 de cada 13)
- El diagnóstico tarde un promedio de 10 años
- El 35% no recibe tratamiento y el 31% ve empeorar su condición
- El gasto familiar oscila entre el 10% y el 40%, principalmente en medicamentos y tratamientos médicos
Fuente: FADEPOF.