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Innovacion

Lo que Maradona, Messi y el fútbol pueden enseñarnos de la pandemia

Matías Loewy Forbes Staff

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Desde el gol a los ingleses hasta la capacidad de decidir rápido con la pelota en los pies, investigadores y médicos usan analogías y metáforas futboleras para entender las curvas de COVID-19 en Argentina.

5 Julio de 2020 09.35

El lenguaje de la guerra se ha aplicado muchas veces al fútbol. “El enemigo no se batió en retirada, pero sus embestidas no conseguían sembrar el pánico en las trincheras locales”, describió Eduardo Galeano un partido, con ironía. Pero, a su vez, el fútbol puede inspirar metáforas y analogías que sirvan para comprender la dinámica de la pandemia y la situación de la Argentina.  
En una jornada virtual organizada este jueves 2 por Consenso Salud, el médico internista Ernesto Lifschitz, director del posgrado de Evaluación en Tecnologías Sanitarias de la Facultad de Medicina de la UBA, utilizó ese recurso para compartir algunas visiones del escenario de COVID-19 en el país y en el mundo. Y, a pedido de Forbes Argentina, también aportaron su opinión dos simpatizantes fervorosos de San Lorenzo: el doctor en matemáticas Guillermo Durán, director del Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, quien ha estudiado y desarrollado modelos de la pandemia; y el médico infectólogo Mario Valerga, que atiende enfermos en el Hospital Muñiz de Buenos Aires.  
Estas son algunas de las metáforas ilustrativas de Lifschitz y el aporte de Durán y Valerga:  

Los partidos son largos y el resultado depende de muchos factores. Como bien saben los científicos y epidemiólogos que trabajan en modelos predictivos, las variables en juego son tantas que se requieren numerosos ajustes a medida que se tienen más datos de la biología del virus y de la dinámica de transmisión. Por ejemplo, señaló Liftschitz, “la letalidad del virus (muerte sobre total de infectados) está entre 1 y 2%”, aunque subsisten interrogantes como la velocidad de duplicación de los casos, la proporción de asintomáticos, la duración de la respuesta de anticuerpos en los infectados o incluso el impacto de mutaciones sobre la transmisibilidad, como publicó estos días la revista Cell. En alguna medida, aplica la famosa frase del periodista deportivo Dante Panzeri: “La pandemia tiene algo de dinámica de lo impensado, porque hay muchos factores dando vueltas”, suscribe el matemático Durán. Otras variables tienen que ver con la rigurosidad de las medidas de salud pública implementadas, su oportunidad, su cumplimiento, la efic2

cia en la detección de casos y rastreo de contactos y en qué medida los países aprovechan el tiempo de curva “aplanada” para aumentar sus recursos sanitarios. No existe una fórmula mágica. Como en el fútbol, raramente salen campeones quienes depositan toda su confianza en una sola de las piezas del equipo.  

La primera estrategia: evitar que el contrario se acerque al área. Si el enemigo es el virus, la mayoría de los países tomaron (tarde o temprano) medidas para tratar de evitar la exposición de su población al patógeno: restricciones de vuelos, cierres de frontera, controles en viajeros y, por supuesto, las famosas cuarentenas.  “Los países que no tomaron medidas de supresión rígidas a tiempo, tuvieron consecuencias negativas para su población”, remarcó Lifschitz, quien también añadió que mientras Europa se encontró con Maradona gambeteando a los ingleses y acercándose al área en el '86, esto es, veían el peligro, pero ignoraban el final de la jugaba, en América Latina ya sabíamos que la pelota terminaría en las redes. Que había que protegerse. Los resultados parciales, considerando las muertes por COVID-19, son positivos: en el día 116 desde el primer caso fatal, un hombre de 64 internado en el Argerich que había viajado a Francia, Argentina suma 30,4 decesos por millón de habitantes. En cambio, en el día 116 desde su primera muerte, el Reino Unido, España, Italia, Francia y Estados Unidos sumaron respectivamente 655, 602, 573, 417 y 374 decesos por millón de habitantes. Por otra parte, la curva de muertes en el país está más ralentizada que la de casos, lo que es una buena señal.   

Si llegan varios atacantes al mismo tiempo, hay que tener una defensa fuerte. El resultado se puede definir, en parte, en función de la capacidad de respuesta del sistema de salud. Tener una buena defensa y un “colchón” de puntos para cuando llegue una racha mala. Argentina aumentó en estos meses un 36,4% la dotación de camas de terapia intensiva, aunque se necesita gestionar bien su ocupación por pacientes no-COVID-19 (que hoy representan entre el 85 y 90% del total en esas unidades). También se requiere una articulación más marcada de los sectores público y privado y de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires “más allá del color político”, puntualizó Lifschitz, quien también aclaró que se requieren recursos humanos y suficientes elementos de protección personal, “porque si se caen los soldados en el camino, habrá menos personas para atender, aunque tengamos más camas”. De todos modos, aunque hay datos que dan cierta tranquilidad respecto de lo que pudo haber sido, “hay factores que pueden hacer que en el segundo tiempo nos goleen si no hacemos las cosas bien”, advirtió Lifschitz. 

Para ganar, no alcanza con defenderse. “El partido dura 90 minutos y no alcanza con una estrategia de intentar que el contrario no llegue al arco, porque tarde o temprano nos van a hacer un gol”, comparó Lifschitz. Y dijo que la mejor defensa es el ataque: “Hay que salir a buscar los posibles casos, aislarlos y buscar de manera proactiva a sus contactos”. También pidió sincerar la capacidad de testeo, porque sin pruebas suficientes, es necesario asumir que todos los contactos de un caso confirmado son positivos y habría que tenerlos encerrados durante 14 días para que no propaguen el virus. “Realizar más testeos no reduce per se la mortalidad, pero es fundamental como estrategia para reducirla”, concluyó. “El ataque es hacer un fuerte seguimiento de contactos: en la Ciudad de Buenos Aires, cada infectado que se detecta y aísla equivale a liberar a 20 personas sanas”, calcula Durán. El endurecimiento de la cuarentena en el área metropolitana de Buenos Aires ha sido “como tirar el achique para dejar al virus en offside”, dice el infectólogo Valerga. Pero no basta. Otro futbolero, el exministro de Salud Adolfo Rubinstein, quien ahora dirige el Centro de Implementación e Innovación en Políticas de Salud (CIIPS) del IECS, lo expresó en estos términos: “Aprovechemos estos 15 días no solo para avanzar con la respuesta comunitaria, es decir detectar, trazar y aislar casos y contactos estrechos, sino para pasar del paternalismo a la confianza en la responsabilidad individual y social de los ciudadanos”. En otras palabras, pasar o distribuir la pelota.  

Es difícil tomar decisiones buenas a la velocidad de Messi. De manera retrospectiva, se pueden cuestionar aspectos de la respuesta de Argentina y otros países a la pandemia. En Europa sufrieron muchos goles en el primer tiempo, pero ahora están tratando de remontar el resultado. En Argentina, la adopción temprana de las políticas de salud pública fue exitosa para contener el virus, pero tiene un impacto innegable en la economía. De todas formas, hay que aceptar que todos los funcionarios y autoridades sanitarias tuvieron que tomar medidas y dar recomendaciones sin libreto. “Estamos haciendo una obra de teatro mientras se escribe el guion”, comparó Lifschitz. “Quizás la estrategia de testeo y rastreo de contacto debió ser más activa, pero no es fácil tomar decisiones buenas a la velocidad de Messi”, añadió. Durán coincide: “El virus era desconocido, no podía haber expertos en el nuevo coronavirus. Aprendiste a jugar al fútbol ayer y hoy tuviste que jugar un partido en la Champion League”. 

Bonus track: ¿Y cómo termina el partido? Según Durán, en Argentina se están jugando dos partidos. Uno en el interior del país, donde vamos ganando y hay que tener cuidado de no recibir goles sobre la hora (rebrotes), aunque enfrentamos un rival más débil “porque son lugares con menor densidad poblacional”. En el área metropolitana de Buenos Aires, en cambio, está más peleado. “Jugamos contra Alemania y estamos perdiendo 1-0. Hay que salir a buscar el empate (aumentar los testeos y rastreos de contactos) para después ganar en el alargue”. Valerga añade: “Hay que salir a buscar el empate, pero sin regalarnos atrás. El partido solo termina cuando el árbitro pita el final”. Hasta la mañana del sábado 4, había en el país 72.786 casos confirmados y casi 1.500 muertes.  
 

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