Sentado en una de las muchas burbujas idílicas que se hizo construir, una lujosa estancia de 100 hectáreas en Rancho Mirage, California (el patio de los poderosos cerca de Palm Strings), Larry Ellison mira cómo empieza a desmoronarse el mundo.
Es el 12 de marzo de 2020, el jueves negro: el mercado de valores de EE.UU. sufrió su peor caída porcentual en un día desde el crash de 1987, el presidente Donald Trump prohibió la entrada de gente procedente de Europa, se suspendió la temporada de la NBA, Disney decidió cerrar sus parques y el corazón de EE.UU., Tom Hanks, anunció que tenía coronavirus, el azote que está causando todo.
No, ni siquiera un oasis en el desierto puede protegerlo a uno de un diluvio. El fundador de Oracle ya había sufrido una caída del 11% en las acciones de su empresa ese día, y justo se larga a llover con todo. ¿La semana pasadá, dice Ellison, de 75 años, que estaba preparándose para recibir a 450.000 fans del tenis para un torneo que ya no se celebrará. Eso fue hace como un año.
Ellison acumuló una fortuna de US$ 59.000 millones ?la quinta más grande del mundó usando datos. No sorprende, entonces, que ya haya tomado medidas para protegerse del virus. Los empleados de su mansión reciben a los invitados con un termómetro contactless. Los que tengan una temperatura aceptable pasan por botellas del alcohol en gel Purrell, que ya escasea, dispuestas prolijamente sobre una mesita ratona.
Dos horas antes, en la conferencia para informar las ganancias trimestrales de la empresa, Ellison había tratado de proteger a Oracle. Aunque dejó el puesto de CEO en 2014, sigue siendo el director de tecnología, y no es solo un título. Realmente es uno de los mejores ingenieros que conozco, afirma Elon Musk, un amigo íntimo. Cuando hablamos de un tema técnico, lo entiende muy rápidamente aunque no sea lo suyo, el software.
En los últimos ocho años, Ellison gastó por lo menos US$ 500 millones en una isla hawaiana, Lanai, que transformó en un laboratorio de salud y bienestar a base de datos. Nuestro producto es el bienestar, afirma, como si el secreto para tener una buena salud pasara por procesar bytes de datos sin preparar? y para él es así. Bautizó a su empresa de bienestar Sensei, maestro en japonés, y el sensei de Sensei, según Ellison, son (qué otra cosa, si no) los datos.
Pero como hizo en el resto del mundo, en aquel momento el coronavirus estaba provocando un cambio repentino en tiempo real. A los pocos días, Ellison y Trump hablaron por teléfono. Ninguno quiso decir quién llamó a quién.
Trump y Ellison se habían encontrado en público en febrero, en un evento de recaudación de fondos en el complejo de Rancho Mirage que llevó a los empleados de la normalmente apolítica Oracle a protestar haciendo huelga. Dije que el presidente Trump podía usar la propiedad. No estuve acá, declaró Ellison, que según afirma nunca le dio plata a Trump, pero apoyará a cualquier presidente en ejercicio. Solo tenemos un presidente a la vez, explico. No me parece que sea el Diablo; lo apoyo y quiero que le vaya bien.
Larry dijo: ?Les voy a armar un sistema para que los médicos y los pacientes puedan ingresar información y así sepamos qué anda pasandó, cuenta David Agus, el oncólogo que dirige el Lawrence J. Ellison Institute for Transformative Medicine de la University of Southern California y cofundador de Sensei. El presidente dijo: ?¿Cuánto salé? y Larry respondió: ?Es gratis?.
En una semana, Ellison reclutó una cantidad no divulgada de ingenieros de Oracle para trabajar con Agus, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) y otras agencias federales de EE.UU. para crear una base de datos de casos de coronavirus en el país. Los médicos registrarán cada caso de COVID-19 en tratamiento con un remedio en el sitio web que armó Oracle. Después, el sistema le manda correos electrónicos todos los días al médico o al paciente para averiguar cómo evolucionan los síntomas. En el momento de escribir esta nota, el equipo trabajaba para superar los obstáculos legales y esperaba lanzar el proyecto muy pronto.
El protegido más famoso de Ellison, Marc Benioff, que fue ejecutivo de Oracle antes de fundar el fabricante de software en la nube Salesforce, afirma no estar sorprendido por la iniciativa, dado que Ellison asesoró a muchos presidentes de EE.UU. sobre la dirección estratégica de nuestro país en los últimos 39 años.
Una utopía de datos
Desde que compró Lanai, la isla se convirtió en el laboratorio de experimentos en salud, bienestar y sustentabilidad, una operación basada en la recopilación de datos y la retroalimentación. Es una especie de laboratorio de tecnología avanzada, afirma Ellison.
El empresario fundó Sensei con Agus, un amigo íntimo, en 2018, y en la isla están tratando tres temas complejos: la cadena global de suministro de alimentos, la nutrición y la transición de los combustibles fósiles a fuentes de energía sostenibles. Hoy, Sensei cuenta con un spa, Sensei Retreat, que sale US$ 3.000 la noche, e invernaderos hidropónicos a energía solar llamados Sensei Farms. Son dos cosas que sonarán anacrónicas y decadentes mientras escasean los ventiladores y se dispara el desempleo, pero es fundamental analizar los datos que las sostienen.
Ellison y Agus se hicieron amigos hablando sobre las enfermedades, la mortalidad y la muerte. Se conocieron en 2006, cuando Agus estaba tratando al sobrino de Ellison, que tenía cáncer de próstata, y entablaron amistad ese mismo año, cuando Agus comenzó a tratar a Steve Jobs. Larry era el mejor amigo de Steve, por lo cual estuvo muy presente, cuenta Agus. Queríamos trabajar juntos en algo que no fuera el cáncer.
Como parte de su enfoque holístico para armar una especie de utopía, Ellison también está construyendo su granja que usa datos estudiando agricultura en África Oriental mediante una sociedad con la fundación del ex primer ministro británico Tony Blair. La filantropía es por definición insostenible, postula Ellison. Un negocio es por definición sostenible. Su objetivo es refinar un sistema de invernaderos capaz de producir alimentos en cualquier clima para llevar productos marca Sensei a los supermercados de todo el mundo.
Los funcionarios de salud necesitan urgentemente la base de datos de tratamientos para la COVID-19 que quiere armar Ellison, pero la idea también generó inquietud. Se teme que Trump use cierta información para saltearse las pruebas clínicas aleatorizadas.
No entiendo cómo se podría estar en contra de eso, afirma Agus. Se trata de conseguir evidencia fáctica, y eso me parece poderoso e importante. El oncólogo afirma que Ellison y él apoyan las pruebas clínicas, pero también complementarlas con datos en tiempo real. No trabajamos para el presidente Trump, agrega. Trabajamos para la gente.
Autora: Angel Au-Yeung