Horacio Torrendell: el uruguayo que llegó tarde al boom de las apps, fue pionero en realidad virtual y se prepara para liderar la próxima era tecnológ
El CEO de Treeview, compañía boutique de desarrollo de productos y soluciones en realidad aumentada (AR) y realidad virtual (VR), analiza su camino, qué lo consolidó como la empresa líder en la región en su sector y sus próximos pasos.

Horacio Torrendell siempre mira para adelante, a largo plazo. Es una de sus características personales y uno de los core values de Treeview, empresa que fundó hace una década, con solo 23 años. La apuesta era un tanto arriesgada: una compañía boutique de desarrollo de productos y soluciones en realidad aumentada (AR) y realidad virtual (VR), en un momento en el que prácticamente nadie hablaba de eso. Era una cuestión casi de ciencia ficción. Además, no quería inversores, porque valoraba más la libertad, y eligió trabajar prácticamente gratis durante los primeros años para entender a fondo las necesidades del mercado y construir un portfolio sólido. 

Su visión y perseverancia dieron frutos cuando, entre 2017 y 2020, la empresa experimentó un crecimiento explosivo, consolidándose con un desarrollo clave para la Universidad de Alberta, en Canadá. Ese proyecto no solo posicionó a Treeview en el mapa global, sino que también le abrió las puertas a eventos exclusivos de gigantes como Microsoft y Apple.

Hoy, Torrendell es un pionero en el universo de la AR y la VR, tecnologías que, según él, están en el mismo punto de inflexión en el que estuvieron las apps móviles hace una década. Aunque admite haberse "perdido la ola" de la era mobile, su foco está en liderar el próximo gran salto tecnológico. En esta entrevista con Forbes Uruguay cuenta cómo fue apostar a un mercado emergente sin certezas, los desafíos de emprender en un sector en constante evolución y su visión sobre el futuro de estas tecnologías.

¿Siempre te imaginaste como emprendedor?

Fue un proceso orgánico que partió de ser freelance: el escalón más bajo de venta de servicios es el freelancer, que, en cierta forma, ya es un emprendedor. Empecé a trabajar con una tecnología que era súper nueva en ese momento, la realidad virtual, y haber sido de los primeros desarrolladores en esa época, en el mundo, me permitió escalar a una operación de equipo.

Antes de eso había tenido otro emprendimiento que era una app, en el boom del mobile, en 2013. Instagram, PedidosYa, todos estaban empezando y todo giraba alrededor de las apps. Esa era la cima y yo quería participar ahí. Con un amigo de facultad estuvimos dos años desarrollando una app, la lanzamos, tuvimos tres usuarios y cero ventas. Fue una gran lección. Ahí estábamos en el cima de un movimiento, todo estaba cambiando, la gente estaba empezando a tener smartphones, las redes sociales estaban arrancando: había una gran revolución y yo sentía que me la había perdido, que había llegado tarde. Era muy chico, estaba empezando, pero me pregunté: "¿Cuál va a ser la próxima revolución?". Quería estar pronto para surfear la siguiente ola.

¿Cómo diste con la realidad aumentada (AR) y la realidad virtual (VR)?

Se mezclaron mi interés por la música y el arte, con la aparición de los primeros lentes Oculus -antes de que Meta lo comprara, cuando era un proyecto de Kickstarter-. Probé unos en la facultad y a los tres segundos me di cuenta que ese es el futuro, que iba a cambiar cómo las personas interactúan con la tecnología. Iba a ser la evolución orgánica de un humano que cada vez más se está interconectando con la tecnología, a que nuestras mentes entren dentro del mundo digital. Y ahí me propuse estar listo para cuando eso pase.

Horacio Torrendell, CEO de Treeview. FOTOS: Leonardo Mainé.

¿Y en qué momento está ahora?

Todas las empresas tecnológicas, Apple, Meta, Google, todas las big tech están trabajando para armar la infraestructura para que podamos empezar a interactuar con el mundo digital de la misma forma que interactuamos con el mundo físico. Que eso abarca desde poder hacer una inmersión completamente en un sueño digital hasta poder estar interactuando en el mundo físico y tener asistencias donde yo puedo tener mis notas de una forma orgánica, gracias a unos lentes que me asisten. Lo que hizo muy bien Apple el año pasado, cuando entró en el mercado, es llamarle Spatial Computing y ese es el término que abarca todo el espectro entero de esta nueva forma de interactuar. Estaba Mobile Computing, que es la computadora en nuestro bolsillo y antes estaban las Personal Computers, la visión de Steve Jobs y Bill Gates, que era que todo el mundo iba a tener una computadora en su casa, que era una idea ridícula en los 80´s.

¿Cuando te diste cuenta de que Treeview podía escalar?

La primera vez que tuve que contratar a alguien yo estaba al 150% de mi capacidad, teníamos demasiados clientes, estaba creciendo esa demanda y mi padre me dijo: "Vos necesitás escalar, y para eso necesitás contratar a alguien". El retorno era muy bajo, porque los primeros proyectos que hacía, los hacía gratis. Por una semana de trabajo cobraba US$ 20.

¿Por qué esa elección?

La motivación no era hacer plata, sino era que alguien me diga qué hacer. Quería hacer cosas, pero necesitaba saber cuáles eran las necesidades reales. Construir cosas que otro quisiera. Cuando empezó a escalar, sí, contraté a una amiga de mi hermana que estudiaba ingeniería en sistemas -igual que yo-. Y ahí ya empecé a aprender a delegar cosas, a confiar en otros miembros del equipo. Después ya pasamos a tres, y luego a cinco. Crecimos mucho en la época de 2017 a 2020. 

¿Y hoy cuántos son? ¿En qué etapa están?

Somos 15 y estamos basados en Uruguay, la mayoría son uruguayos. Yo estoy con bastante presencia en Estados Unidos, porque ahora mi rol es el business development, la generación de nuevas oportunidades de negocio. Durante mucho tiempo fuimos inbound: nos llegaban las oportunidades, y eso para un tipo de clientes funcionaba muy bien, para startups que buscaban hacer outsourcing en América Latina. Treeview se posicionó como el estudio número 1 en el continente en esta tecnología, con 10 años de experiencia y un portafolio muy bueno. Ahora estamos explorando cómo podemos hacer para estar más "en la cocina" de estos avances, que es en Estados Unidos. Estamos yendo a conferencias, siendo invitados porque somos cercanos a Apple y Microsoft, haciéndonos parte del equipo de gente que está trabajando en esto en Estados Unidos.

Además tu industria depende mucho de los cambios en el hardware, la creación de nuevos lentes con otras capacidades.

Si hay una crítica a Uruguay es que nos ponemos una barrera para que nada entre y salga de este país. A nosotros nos complicó mucho al principio eso, y era más barato pasar una semana en Miami, todo pago, que importar unas gafas. No entiendo, porque no se le suma ningún valor agregado al equipo en Uruguay. La brecha tecnológica es real: la persona que vive en Manhattan paga unos lentes a US$ 300 y la persona que vive en Montevideo, los tiene que pagar a US$600. La razón por la que el software pudo florecer tanto en Uruguay es porque es la única industria que no depende de la aduana. 

¿Cuál fue su primer gran cliente?

La Universidad de Alberta fue nuestro primer gran cliente, en 2020, y eso hizo que pudiéramos cerrar otros de una escala mayor, como Microsoft, Medtronic -uno de los creadores de equipamientos médicos más importantes del mundo- y la farmacéutica japonesa Daiichi Sankyo. Son muy diferentes entre sí y eso es un buen desafío.

Horacio Torrendell, CEO de Treeview. FOTOS: Leonardo Mainé.

Mencionaste que por mucho tiempo trabajaron casi gratis, ¿eso te lo permitió el hecho de que la compañía sea bootstrapped?

Claro, somos una empresa que no tiene inversión, no tiene ningún stakeholder externo. Para crecer tiene que haber un desbalance de algo para poder generar movimiento y eso puede ser por capital que subsidia el crecimiento, o nuestra forma que era hacer cosas gratis, éramos unos chicos que no teníamos competencia. Lo subsidiamos con proyectos no tan divertidos. 

La libertad para nosotros es una de las cosas más importantes. Los core values de Treeview son: que nos encante lo que hacemos (poder elegir los proyectos), talento de clase mundial (somos un equipo chico, pero de alta gama, no tenemos una estructura de juniors), pensar súper a largo plazo (todo lo que se está haciendo en IA ya pasó, ya es tarde, era para hacerlo hace 15 años), y la libertad. Libertad o muerte, como decían los Treinta y Tres Orientales.

¿Cómo se manifiesta ese concepto de libertad en su trabajo del día a día?

 Tanto a nivel externo como interno, cada uno trabaja cuando quiere, desde donde quiera, a la hora que quiera. Confiamos en el sentido común del equipo. El talento no solo está en la disciplina, o en lo técnico, sino en cómo piensa. No hay que cumplir con nada.

Es bastante disruptivo ese abordaje.

Está el mundo arcaico y el mundo nuevo, y eso se aplica en todo. Y una de las cosas que yo pienso es muy arcaico es la forma de hacer negocios, la forma de liderar equipos es vieja, sigue manteniéndose pero por inercia. Siento que podemos ser pioneros en cómo formamos equipos, en cómo trabajamos, en cómo operamos, qué es ser parte del equipo, cuáles son tus responsabilidades, cuánto tienes que trabajar, cuándo tienes que trabajar, cómo te comunicas, queremos innovar en la forma de operar. Y eso lo podemos hacer porque somos bootstrapped, no nos inyectan capital para que crezcamos a cualquier costo.

¿Recibiste algún consejo importante en las conferencias a las que fueron invitados?

En Uruguay nos sentimos bichos raros. Pero cuando estás en estas instancias -que son a puertas cerradas, por invitación exclusiva- las conversaciones son muy interesantes porque estamos todos construyendo ese futuro juntos, es muy poderoso. 

El consejo de más alto impacto que recibí fue la importancia del foco, por parte de Federico Pascual, co-founder de Monkey Learn. El riesgo más grande que tiene el emprendedor es que le gusta tanto hacer cosas y construir cosas, que puede caer en la tentación de estar infinitamente haciendo cosas desde cero sin hacer nada de impacto. Porque ven oportunidades en todos lados, el espíritu emprendedor es el que ve oportunidades. Lo realmente difícil es una vez que tenés algo andando, ir desde 1 a 10. Cabeza baja y trabajar. Manifestar una idea es la parte más mágica, pero una vez que encontrás un diamante, realmente tenés que poder dedicar una década a hacer solo eso.