Forbes Argentina
15 Septiembre de 2023 19.05

Florencia Radici Forbes Staff

En la nueva edición impresa, Enrique Piñeyro, una historia de película

Desarrolló su carrera como médico, piloto, cineasta, cocinero y activista. Heredero de una parte de la familia Rocca, aprovechó esa ventaja para aprender a invertir y canalizar los resultados en sus pasiones. Pierde plata con sus empresas y hace “capitalismo disruptivo”, prestando su avión privado para causas humanitarias. “Tenés que redistribuir vos si no lo hace el Estado”, dice.

Enrique Piñeyro se define como “variedad: homo sapiens; subvariedad: piloto”. Es un multifacético selfmade man. Hijo de un cirujano infantil y una instrumentadora quirúrgica, es nieto –por su familia materna– de Enrico Rocca, el hermano y socio de Agostino Rocca, fundadores del Grupo Techint y una de las familias más ricas de la Argentina. Piñeyro es primo segundo de Paolo Rocca. “El abuelo que me tocó es un head start importante. Salís a la cancha 2 a 0. 

Pero después hay 90 minutos para jugar. Podés terminar 7 a 1, como Alemania con Brasil en 2014, o podés terminar 2 a 7 abajo”, define y asegura que nunca quiso involucrarse en la empresa familiar: “Hubo algunos sondeos, pero me pasaron de costado. Nunca tuve interés”. 

Para salir de esa situación y disponer del dinero, Piñeyro vendió su participación en las empresas. “Terminé de venderlas hace poco (como no cotiza en bolsa, lo voy haciendo cuando aparece la oportunidad) y me quedé con una acción de recuerdo del abuelo”, asegura.

Enrique Piñeyro
 

Dice que desde los tres años lo único que hacía era mirar aviones y sabía todo de ellos. Sin embargo, primero estudió la carrera de Medicina, una profesión que ejerció durante cinco años. “Terminé el colegio con el récord nacional de amonestaciones, 49. Tuve que rendir todo en diciembre y luego viajé a un campamento wichi en Formosa y al norte de Salta. Allí decidí que quería ser médico”, cuenta.

Pero al año de carrera ya estaba colgado en la reja de Aeroparque mirando aviones y en 4° año, durante un vuelo a Montevideo, le pidió al comandante viajar en la cabina. Al día siguiente se anotó para hacer el curso. “Soy un conflictuado vocacional que termina las carreras. Me gusta mucho la medicina, creo que cuando sea grande voy a volver”, asegura. 

Piñeyro fue piloto comercial en la línea aérea LAPA. Renunció en 1999 tras denunciar que la empresa violaba reglas de seguridad básicas de la aeronavegación. “No estaba dispuesto a hacerlo a cualquier costo. Fue muy duro porque dejé de volar a los 40 años”, refuerza el empresario que volvió a pilotear un avión después de casi dos décadas –en 2020– de la mano de su ONG Solidaire, que tiene dos aviones para encarar misiones con fines sociales.

* Cecilia Valleboni es coatura de la nota

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