Cuarta generación de familia vitivinícola, por las venas de Laura Catena corren en paralelo la sangre y el vino. Si bien Catena Zapata, el negocio familiar, siempre fue una parte importante de su vida, al principio no tenía “ningún interés” en sumarse a la empresa. De hecho, estudió medicina en Harvard y Stanford, y se especializó en Emergencias, profesión que ejerció durante los últimos casi 30 años en San Francisco, ciudad en la que vive hoy y que alterna con Mendoza.
La historia de los Catena se remonta a principios del siglo pasado, cuando el bisabuelo de Laura, Nicola, llegó de Italia a Argentina. Empezó con un viñedo de 4 hectáreas a orillas del Tunuyán, en Mendoza, y ahí nació Domingo, quien se casó con Angélica Zapata. De esa unión nació Nicolás, padre de Laura, uno de los responsables de la revolución que vivió el vino argentino en las últimas décadas.
La bodega comenzó vendiendo vino embotellado bajo las marcas Crespi y Facundo, hasta que en los 80 Nicolás apostó por dedicarse exclusivamente a los vinos finos. La combinación del antiguo estilo italiano y el estilo californiano francés impulsaron a Nicolás a concentrarse en la calidad y crear vinos que se cansaron de ganar premios a nivel internacional y que posicionaron a la bodega como una de las más importantes del sector, que este año coronó con la cima del prestigioso Top 50 de los World's Best Vineyards, una competencia que premia a las experiencias vitivinícolas más destacadas a partir de la opinión de más de 600 expertos.
“Me empecé a enamorar del vino cuando iba a Francia con mi padre, porque él se había propuesto el objetivo de hacer vinos argentinos que pudieran competir con los mejores del mundo. Me enamoré primero como consumidora, después hice algunas cosas con mi papá, representé a la bodega en algunos lugares y hoy soy 100% viticultora y producto ra de vinos”, cuenta Laura, hoy managing director de Bodega Catena Zapata y Luca Winery (su marca propia). “No tenía ningún interés en trabajar en la bodega familiar, estudié medicina y mi objetivo era ayudar a la mayor cantidad de personas. Ahora que produzco y vendo vino, siento que ayudamos a mucha gente. La felicidad que te da una copita de vino y hacer un producto agrícola que le da trabajo a tanta gente en el campo...”, dice.
Alternaste las profesiones muchos años...
Sí. No sé cómo lo hacía. Emergencias es una profe sión de turnos, tenía mi semana en que trabajaba en el hospital y el resto del mes podía estar en la bodega. El de Emergencias es un trabajo muy activo, hacés un poco de todo, pero es mucho diagnóstico, es una profesión muy como de detective.
¿Cuál es tu rol hoy en Catena Zapata?
Básicamente, dirigir todo, desde la producción hasta la venta, el control de calidad, los proyectos futuros, la innovación. Es el trabajo más divertido del mundo, porque es algo tan lindo y hermoso como el vino y me toca viajar por el mundo hablan do del vino. Hago lo que me fascina, que es la parte productiva (plantar un viñedo, elegir qué variedad), y el vino que vamos a producir es diferente no solo dependiendo del cepaje, sino también del suelo. Es un trabajo mitad científico, mitad de artista.
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