Fabien Cousteau nació para ser acuanauta. El nieto del famoso explorador Jacques-Yves Cousteau aprendió a bucear a los cuatro años y se crio acompañando a su abuelo en expediciones de investigación. “Bucear es una bendición increíble, pero tiene un límite de tiempo muy estricto”, afirma.
Una forma de superar ese límite es vivir en un hábitat submarino que les brinde a los investigadores la oportunidad de trabajar más tiempo en el océano. El abuelo de Fabien fue pionero de esos hábitats en la década del sesenta, y hoy Fabien planea continuar con ese legado construyendo Proteus, un hábitat y estación de investigación submarino que será una de las construcciones más grandes de su tipo. La estación estará a 18 metros de profundidad en un área marina protegida cerca de la costa de Curazao, una isla en el mar Caribe, y podrá alojar hasta 12 personas durante semanas (y quizás hasta meses). Tardarán tres años en construirla.
Proteus será todo un avance en materia de hábitats submarinos, cuyo tamaño varía entre el de una minivan y un micro escolar grande. “La mayoría de los hábitats se construía con un solo propósito, una misión o un conjunto de misiones”, explica Fabien, que fundó el Fabien Cousteau Ocean Learning Center, una asociación sin fines de lucro con sede en Nueva York, en 2016. “Nunca se los pensó como una Estación Espacial Internacional, algo para usar por más tiempo”.
Se calcula que la construcción y los tres primeros años de operación del hábitat costarán US$ 135 millones, que Fabien está trabajando para recaudar. El nombre del proyecto es un homenaje a Proteo, el dios griego famoso por ser guardián del conocimiento y poder metamorfosearse. Esa es la inspiración del proyecto: la enorme mayoría de los océanos todavía no se exploró, y el hábitat está diseñado para ser modular, de modo que se lo pueda mejorar y expandir de diversas formas. Esto puede permitir investigar muchos temas, como el descubrimiento de drogas, la producción sostenible de alimentos y el cambio climático.
Tradición familiar
Con Proteus, Fabien sigue la tradición familiar. En 1962, su abuelo ayudó a construir uno de los primeros hábitats de ese tipo, el Conshelf, que alojaba a dos personas a unos 10 metros de profundidad en la costa de Marsella, Francia. Poco después vino el Conshelf II, un hábitat en el que los acuanautas vivieron durante un mes a 11 metros de profundidad y después dos semanas a 25 metros en el mar Rojo.
En otro guiño a esa tradición, Proteus podrá producir videos y transmitir desde el océano con una resolución de 16k. Fabien espera que sea una versión moderna de los especiales de TV de los que su abuelo fue pionero, que inspiraron a generaciones de exploradores marinos a sumarse al campo.
“Hoy tenemos la idea equivocada de que ya conocemos todo”, afirma Brian Helmuth, profesor de la Northeastern University y colaborador científico en el proyecto, que atribuye a Jacques Cousteau la inspiración para estudiar Biología Marina. “Que para aprender algo basta buscarlo en internet, ir a Wikipedia. La idea de que hay muchísimas cosas desconocidas se perdió en el inconsciente colectivo. Eso es fundamental para reavivar el apetito por la exploración”.
De interés particular para el proyecto resulta fomentar la investigación farmacéutica y el descubrimiento de drogas. La Agencia de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó 12 medicamentos de origen marino desde 1969, según un seguimiento realizado por Alejandro Mayer, profesor del departamento de Farmacología de la Midwestern University en Illinois. Entre esos remedios hay compuestos que tratan el cáncer, el dolor y el herpes, obtenidos de diversos peces, esponjas de mar y otros animales marinos. Actualmente, hay unos 25 fármacos de origen marino en desarrollo clínico.
Autores: Alex Knapp y Katie Jennings