La ecuación es tan sencilla como increíble: la demanda de chips está muy por encima de la oferta, y el mundo asiste al espectáculo de la escasez de semiconductores; el corazón imprescindible para la vida digital lleva meses bajo de stock. Como en muchos otros ámbitos de la vida, la pandemia metió la cola: la aceleración del uso de tecnología en el último año generó una presión sin precedentes sobre la capacidad de producción y entrega de procesadores: incrementó la demanda de manera notable y afectó la distribución.
Falta de sustrato
El diseño y la fabricación de semiconductores es un proceso complejo que se puede extender durante 6 meses, lo que implica que aquellos hoy en línea de producción recién van a estar disponibles para los dispositivos que se vendan en abril del año próximo. La falta de previsibilidad de la pandemia golpeó duro en esta estructura, aun para empresas que tienen aceitados sus sistemas de previsión de la demanda. Cuando las personas piensan en procesadores, seguramente se les vienen a la mente conceptos como desempeño, velocidad o capacidad informática. Muy pocos, tal vez apenas algunos expertos, se enfocan en el sustrato ABF, uno de los componentes de la fabricación que actúa como cuello de botella.
Sorprendentemente, en una de las industrias más desarrolladas del planeta, son muy pocos los proveedores de este ingrediente, y el principal, Ajinomoto Fine-Techno, se vio superado por las circunstancias. Tanto Intel como AMD, las dos súper-marcas que atienden el segmento de computadoras personales, salieron a subsanar la situación con inversiones en plantas de fabricación de extremo a extremo.
En busca de la solución
“Estamos enfocados en trabajar en toda nuestra cadena de suministro para aumentar la producción y satisfacer la demanda incremental que estamos viendo en el mercado. En 2020 enviamos muchos más productos que el año anterior y esperamos continuar de esta manera lo que resta del 2021”, indica Nicolás Cánovas, director general de AMD para América del Sur de habla hispana.
En el caso de Intel, la empresa lanzó la iniciativa IDM 2.0 (Integrated Device Manufacturer), a la que destinó US$ 20.000 millones de inversión inicial para construir dos fábricas en Arizona e integrar la capacidad de terceros. En Latinoamérica se destinó un aumento de inversión en las operaciones de ensamblado y testeo en Costa Rica: de US$ 350 a US$ 600 millones, y US$ 3.500 millones para expandir la capacidad de empaquetado en Nuevo México.
En 2021 se venderán 2.490 millones de unidades de chips (récord histórico): supera las 2.280 millones del 2018. Y se facturarán US$ 100.000 millones. (Fuente IC Insights)
La taiwanesa TSCM, la coreana Samsung, la china Huawei, la norteamericana Qualcomm? El problema recorre el mundo y motiva a todas las empresas del sector a rediseñar sus procesos. Se trata de una situación que incluso logró alcance nacional en EE.UU., donde se aprobó una ley específica que incluye subsidios para fomentar la fabricación en aquel país y continental en Europa: la UE busca legislar para, al final de la década, tener en su territorio la fabricación del 20% de los chips que se consuman a nivel mundial.
No solo computadoras y teléfonos
La escasez de procesadores abrió la percepción de que no se trata un problema que afecta solo a fabricantes de computadoras, consolas de juegos, teléfonos móviles y relojes inteligentes (aunque entre estos segmentos acaparan la enorme mayoría del total de chips vendidos a nivel mundial).
Los automóviles, por ejemplo, se convirtieron en grandes consumidores de semiconductores: desde los asistentes para estacionar hasta los sensores para controlar la presión de combustible, y desde el sistema que alerta que llegó la hora de cambiar el aceite hasta el entretenimiento de a bordo, algunos llegan a incorporar hasta 100 microprocesadores.
La baja de demanda de la pandemia (que llegó hasta el 70% en algunos mercados) implicó una disminución en la producción de chips. Pero cuando ocurrió la recuperación, hacia fines de 2020, los semiconductores no llegaron a reponerse a tiempo. Hoy la producción de autos está ralentizada por la escasez, y las pérdidas, según la consultora AlixPartners, podrían ascender a US$ 64.000 millones.
¿Qué más usa chips? Los electrodomésticos inteligentes, los equipos médicos de alta complejidad, maquinarias industriales, herramientas agrícolas?
¿Hasta cuándo durará este problema? Los referentes de la industria son optimistas y aseguran que para el año próximo solo será un mal recuerdo. Por las dudas, la recomendación es tratar con cariño a los dispositivos hasta estar seguros de que reemplazarlos no será un dolor de cabeza como consecuencia de la escasez de chips.