La educación es un proceso que genera cambios constantes en todas las personas, en todas partes del mundo, y probablemente como humanidad sea el mayor diferencial frente a desarrollos como los de la inteligencia artificial que impactan de manera exponencial.
La pandemia hackeó el status quo y obligó a la sociedad toda, y a los gobiernos en particular, a brindar respuestas sin haber tenido el tiempo suficiente para reflexionar y debatir quiénes quedaban dentro y quiénes fuera, qué podía pasar en aquellas regiones con menores recursos que no lograran generar buenas combinaciones de tecnologías y dispositivos para dar respuesta a la educación a distancia, y cómo se incluía a las familias, actores clave, en los procesos educativos. Frente a este escenario no solo se ensancharon las brechas digitales, dejando a una buena parte del estudiantado fuera del sistema educativo, sino también las de género, siendo las mujeres uno de los grupos más impactados por el confinamiento.
Se tornó urgente revisar los modelos pedagógicos actuales para encontrar aquellas buenas prácticas que colaboren en el proceso de aprendizaje para hacerlo efectivo en pos de brindarles herramientas reales, útiles y de impacto para dar respuestas y soluciones a sus realidades de los estudiantes de hoy, que son los trabajadores y líderes del mañana.
Desde hace ya varios años, una de las regiones que han generado estrategias efectivas y han puesto en marcha modelos pedagógicos innovadores y creados a la medida de las necesidades de su contexto ha sido América Latina y Caribe.
Sin embargo, de acuerdo con un informe de UNICEF y PNUD en la región, luego de la pandemia, se evidenciará un aumento en la tasa de pobreza de, al menos, 14,5%, lo que representa 28,7 millones de personas más en condición de pobreza. Si a eso le sumamos el hecho de que el 13% de niñas y niños en los países en desarrollo no terminan la escuela primaria, y más de un tercio no se inscribe en la secundaria, el panorama es poco alentador.
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Mientras se busca nivelar, hoy contamos con el desafío de hacia dónde hacerlo, ya que una constante es la pregunta: ¿cómo es posible mejorar los aprendizajes y habilidades de todos los estudiantes de la región cuando los trabajos se están redefiniendo, las habilidades son desafiadas y las economías globales han sido golpeadas?.
Basarse en el desarrollo de habilidades y sostener metas altas son parte clave de los modelos pedagógicos de mayor impacto porque, en muchos casos, las habilidades se desarrollan teniendo en cuenta las necesidades del mercado laboral, generando una articulación con el futuro de quienes se están formando. En este tiempo sabemos que incluso ese ámbito se vio redefinido, en gran medida por el teletrabajo, mientras que los trabajos informales quedaron fuera del circuito. Por lo tanto, entender la adaptación y el diálogo de estos modelos en la actualidad con la proyección de requerimientos a futuro nos obliga a repensar, innovar y desarrollar nuevas estrategias apoyándonos en la tecnología para el desarrollo de habilidades que nos permitan responder al contexto.
Asimismo, garantizar la infraestructura correcta es otro de los pilares clave para poder dar respuesta a cualquier escenario desfavorecido. Con este cambio repentino fuera del aula en muchas partes del mundo, algunos se preguntan si la adopción del aprendizaje online continuará persistiendo después de la pandemia y cómo este cambio afectaría el mercado educativo mundial. Incluso antes del Covid-19, ya había un gran crecimiento y adopción en tecnología educativa, con inversiones globales que alcanzaron los US$ 18.660 millones en 2019. Y se proyecta que el mercado general para la educación online alcance los US$ 350.000 millones para 2025. Ya sean aplicaciones de idiomas, tutoría virtual, herramientas de videoconferencia o software de aprendizaje en línea, ha habido un aumento significativo en el uso desde el Covid-19.
Todo modelo pedagógico nos invita a revisar lo existente, a pensar y a desafiar las formas de enseñar, y entender qué habilidades y requerimientos tendrá esa región a nivel glocal (global y local a la vez) a futuro. Entonces, si bien existe una respuesta a una demanda significativa de posibilidades de aprendizaje online -incluyendo opciones de acceso gratuito-, aún resulta un desafío lograr nivelar los aprendizajes en contextos vulnerados. Y aquí es donde la innovación también juega un papel clave.
En este sentido, Brasil adoptó medidas a través de una alianza público-privada, volcándose a medios más tradicionales, para garantizar la comunicación con sus comunidades educativas y así evitar el abandono escolar. El Instituto Sonho Grande, en colaboración con el Secretario de Estado de Educación de Goiás y Movva, una empresa brasileña especializada en aumentar la participación de los estudiantes, promovieron una intervención piloto con envío desde nudgebots (un sistema de recordatorios y sugerencias digitales programados que buscan influir de manera automatizada en el comportamiento y la toma de decisiones de las personas) a través de mensajes de texto a jóvenes de secundaria a tiempo completo con el objetivo de involucrarlos durante las clases presenciales y así disminuir el impacto de la pandemia sobre las tasas de deserción y abandono escolar. Los resultados fueron sumamente favorables, logrando que aquellos estudiantes que recibieron los mensajes, en promedio, tuvieran una tasa de deserción del 77,3%, más bajo en comparación con los estudiantes que no recibieron los textos vía SMS.
Pero esta no es la primera vez que Brasil innova en materia de educación. En colaboración con el BID, desarrolló un método que permite brindar educación a distancia a estudiantes de las comunidades rurales amazónicas utilizando la televisión como su principal aliada.
Por su parte, países como Perú han ido más allá y han adquirido tablets y planes de datos para los estudiantes en zonas rurales. Otros, como por ejemplo Ecuador, han realizado acuerdos con las operadoras de telefonía celular para el envío masivo de mensajes de texto con contenidos pedagógicos.
Estos son algunos de los casos que hoy podemos tomar de base para diseñar articulaciones más virtuosas: entre sectores, y entre el mundo educativo y el mundo del trabajo. Estamos frente a la oportunidad de impactar en el futuro, de construir modelos efectivos que no solo nivelen, sino que generen propuestas de valor teniendo como faro la innovación, la sustentabilidad y la flexibilidad en un mundo cambiante.