La película "Titanic" con la estética de David Lynch, el Papa Francisco vestido de Balenciaga o un poema tal como si lo hubiera escrito Borges son algunos ejemplos del alcance que puede desplegar la inteligencia artificial -popularizada a través de apps como ChatGPT o Midjourney- y establecen un nuevo paradigma en el mundo del arte que entusiasma por sus posibilidades creativas pero preocupa por sus incidencias en el mercado laboral e insta a redefinir qué es la verdad o quién es su "dueño", como plantea el prestigioso festival Ars Electronica Gerfried Stocker que tendrá lugar en septiembre.
"Tenemos tantas imágenes falsas de aspecto auténtico que vamos a tener que distinguir lo que realmente sucedió de lo que no. ¿Cómo nos las arreglaremos? ¿Cómo las diferenciaremos? Como artista me encanta y es la herramienta que siempre he estado esperando; como ciudadano estoy realmente preocupado y no tengo respuestas fáciles", dijo a Télam quien logró sintetizar el eje de la cuestión, el fotógrafo alemán Boris Eldagsen, que rechazó los 5.000 dólares del Premio Sony World Photography porque había presentado una imagen que había sido generada con inteligencia artificial (IA). Según contó, sólo se presentó al certamen para comprobar si el jurado podía o no distinguir una fotografía de una imagen generada mediante IA, y poder así instalar un "debate urgente".
Si bien el tema escaló con fuerza con el provocativo gesto de Eldagsen, ya se había instalado en los medios y redes sociales desde que la obra ganadora de la tradicional competición artística de la feria estatal de Colorado fuera para una hipnótica pieza generada por una inteligencia artificial, presentada por el artista Jason Allen bajo el titulo "Théâtre D'opéra Spatial".
"Estamos viendo cómo tiene lugar la muerte del arte frente a nuestros ojos", fue la picante frase que disparó un tuitero desde su cuenta y se siguió replicando como en loop a la hora de hablar de estas herramientas en auge que prometen modificar algunos aspectos claves del proceso creativo, de los derechos de autor y, por sobre todo, del mercado laboral. Más drástico todavía, durante la disertación que ofreció ayer en la Feria del Libro el filósofo francés Eric Sadin, autor de obras como "La inteligencia artificial y el desafío del siglo" disparó contra otra de las aplicaciones que están revolucionando el mundo: "Abyección civilizatoria. Eso es el ChatGPT, dar instrucciones para la muerte del humano. Michel Foucault hablaba de muerte del hombre; lo retomo para decir que el ChatGPT es la muerte del humano, la erradicación de nuestro impulso vital.
Para entender la dinámica de este salto exponencial es válido el ejemplo del artista canadiense Johnny Darrell, quien le pidió a la herramienta Midjourney que le muestre cómo sería la película de ciencia ficción de los 80 "Tron" filmada con el estilo del chileno Alejandro Jodorowski. La aplicación aprende gracias a enormes bases de datos de imágenes y basta introducir en ella un texto para que genere las imágenes según estilos y características solicitadas. Así alguien podría pedirle que haga "Titanic" desde la estética de David Lynch.
Los robots ya están aquí
De similar manera funciona la app de texto, tal como compartió en sus redes el tecnólogo argentino Santiago Bilinkis, quien le pidió al ChatGPT que le explique qué es la inteligencia artificial usando el lunfardo: "Dale, chabón" -comenzó a responder la máquina para seguir- "es como si tuviera un bocho propio y pudiera resolver quilombos sin que nadie le tenga que decir qué hacer. ¿Entendiste o te hago un dibujo con un marcador?".
Mientras que para algunos, el verdadero cambio que instala esta tecnología -o que al menos hasta ahora había demostrado ser materia pendiente- es el de las subjetividades, una sofisticación tal vez impensada para una máquina, para otros la nueva dimensión de debate tiene que ver con el campo semántico, tal como reclamaba Eldagsen al rechazar el premio.
El problema desde la mirada del fotógrafo alemán -quien parece cifrar una última fe en el lenguaje- es que no hay todavía un término que pueda describir la nueva tecnología y sus nuevos usos, una transformación que reclama también una nueva forma de clasificar, de distinguir. Dicho de otro modo, el problema no es ver al Papa vestido de una lujosa casa de moda sino que no hayamos establecido categorías de antemano que nos permitan nominar lo que corresponde al campo de la realidad y lo que no.
Aunque algunas voces aún discrepan de las posibilidades de esta nueva tecnología ("es una banalización del arte, un corta y pega de un montón de estilos de otros autores", protestó el dibujante español David Rubín en un artículo publicado en La Vanguardia), muchos coinciden en que estamos, ahora sí, frente a un nuevo paradigma.
"Sí, esto es un nuevo paradigma y la siguiente revolución después de la aparición de Internet pero esta vez mucho más rápida, todo es más inmediato, por eso hay preocupación. La inteligencia artificial está conmocionando un montón de cosas, sobre todo en relación a la fotografía, a los documentos, a qué es real y qué es falso. Las primeras alarmas son ¿cuál es el límite? Porque hay mucha gente que ve la foto del Papa y se la cree", analizó en diálogo con Télam el curador especializado en arte y tecnología Rodrigo Alonso. "¿Quién se interesa por la cuestión ética?", formuló.
Y claro, los proyectos artísticos realizados con la IA parecen surgir por doquier en estos días pero ¿tienen verdaderamente algo distinto para ofrecer? En una era atravesada por las redes sociales, la hipervirtualidad y los debates que esbozan la misma profundidad que un video de TikTok ¿qué han logrado producir hasta ahora?
Para Alonso, "le podes pedir a la IA que te escriba como lo hacía Borges y la máquina lo hace, pero el problema es si es capaz de crear algo completamente nuevo. Ese es el punto más álgido de la inteligencia artificial, que puedan crear algo nuevo, incluso superador. Pero pienso que eso sería imposible, porque hay una cuestión, en el caso del arte, que es arbitraria en cuanto a su valor. En ese sentido, no creo que haya que preocuparse tanto", manifestó Alonso.
"Cada vez veo más artistas usando la IA pero por ahora no es tan interesante lo que están haciendo. Como todas las tecnologías, al principio no son tan interesantes, pero después se van aggiornando. Seguramente lo que hacen hoy con IA no es lo mismo que van a hacer en seis meses", auguró.
"La inteligencia artificial todo lo resuelve en 30 segundos, ya sea una pavada o una cosa súper compleja, el tiempo de procesamiento es siempre el mismo. Antes se pensaba que las tecnologías iban a reemplazar los trabajos mecánicos, los más repetitivos y ahora reemplazan los trabajos más creativos, la mano de obra calificada. Esto pone en jaque todo el ámbito laboral", enunció el experto en arte y tecnología.
Lo de la velocidad no es un tema menor: el ChatGPT alcanzó el millón de usuarios a solo 5 días de su lanzamiento en 2022, un récord de crecimiento absoluto en la historia de una aplicación que le había demandado a Netflix por ejemplo 3 años y medio, a Twitter dos años y medio, y a Spotify 5 meses. La herramienta estableció así un récord para la base de usuarios de más rápido crecimiento en la historia de una aplicación web.
Así lo explicó en conferencia de prensa el director de Ars Electronica Gerfried Stocker, al presentar una nueva edición del festival sobre arte, tecnología y sociedad del que participan proyectos artísticos de todo el mundo y que este año -del 6 al 10 de septiembre en Linz, Austria- tendrá por lema ¿Quién es el dueño de la verdad?, una pregunta disparada justamente por la I.A.
"Tenemos acceso al conocimiento en una dimensión que nunca antes tuvimos en la historia de la humanidad, toda la sabiduría, miles de millones de textos que se recopilaron para entrenar estos grandes modelos de lenguaje. Esto es poder. Es una enorme riqueza de conocimiento intelectual. Esta es la experiencia de miles de años condensada. Por un lado estoy realmente entusiasmado con las posibilidades de estos sistemas, pero por otro se vuelve súper aterrador ver el control que hay detrás de esto, de una sola compañía", disparó el director del festival austríaco mientras reclamó la necesidad de discutir una ética de la tecnología.
Stocker manifestó que "esta transformación realmente irá al núcleo, a los cimientos de nuestra sociedad" y agregó: "Si emergerá una sociedad radicalmente diferente no puede serlo sobre la base del desarrollo, del éxito" de "unos pocos que han usurpado la gestión del conocimiento colectivo de forma neofeudalista", dijo el austríaco, al tiempo que abogó por la capacidad del arte para abordar estos temas.
"La I.A. como un asteroide se estrelló contra nuestra sociedad y muchas cosas deben ser re-escritas", resumió el austríaco y demandó que una herramienta que "se basa en la materia prima global-colectiva del conocimiento, la creatividad, debe beneficiar a todas las personas". ¿Cómo lograrlo? Es el debate pendiente, que se dará puertas adentro del Festival, y en el que el arte podría ayudar a proponer nuevas perspectivas.
- Por Mercedes Ezquiaga para Télam