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Dejó todo para hacer retiros exclusivos para hombres y hoy crece en América Latina

Franco Della Vecchia

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Viajaba seis veces por año y le iba bien económicamente. Pero no se conformaba. Hoy hace algo que lo apasiona y ya ofrece estos espacios de encuentro en la Argentina, Uruguay y Brasil. Una historia de transformación.

12 Abril de 2022 14.08

Sebastián "Kadhim" Ron es argentino, pero vive en Uruguay hace más de 8 años. Desde su proyecto Retiro de Hombres trabaja en la construcción de una nueva masculinidad. Con herramientas que van desde el yoga, la biodescodificación y la alimentación natural, recibe más de 300 hombres al año que participan de sus encuentros en busca de profundizar los temas que atraviesan como hombres en la sociedad.   

Nacido y criado en la Ciudad de Buenos Aires, Kadhim recuerda su infancia en el seno de una familia numerosa, con cuatro hermanos, rodeado de amigos, disfrutando los veranos en los campos de San Andrés de Giles, las playas de La Paloma en Uruguay o en el Delta de Tigre. De aquellos primeros años de su vida, tiene los mejores recuerdos: “Íbamos a todos lados con mucha gente, nos manejábamos en comunidad rodeados de naturaleza y actividades”, asegura. 

En su hogar regían los mandatos típicos donde el hombre cumple un rol asignado, por lo que la adolescencia de Kadhim transcurrió con cierta rebeldía hacia ese esquema que le parecía inflexible. Su madre pensó que la mejor manera de sobrellevar esa etapa era recurriendo a terapias, para abrir un nuevo espacio de diálogo y expresión. Así fue como Kadhim empezó a concurrir a distintas terapias y construir nuevos espacios de conocimiento, sin saber que luego ese aprendizaje formaría parte de un nuevo despertar para muchos hombres más.

Estudió Diseño Gráfico y de Indumentaria. Durante sus años académicos desarrolló un producto novedoso que vendió por todo el mundo. Trabajó mucho y le iba muy bien económicamente. Su producto se vendía casi solo. Pero, con el paso del tiempo, ese liderazgo le empezó a pesar: “Mi vida era un éxito, viajaba 6 veces al año, pero no me sentía satisfecho con lo que hacía”.

El conflicto se desató una mañana cuando Kadhim a partir de un sueño sintió que su trabajo no tenía futuro: “Soñé que estaba haciendo un pozo en la tierra y cavando encontré mis productos enterrados. Era lo que iba a pasar. La gente los iba a usar un día, a lo sumo una semana y después los iba a tirar”, cuenta Kadhim.

Esto lo hizo reflexionar y, agotado del chip comercial, buscó un cambio. Conoció a través de una amiga a Swami Purvesh, un maestro del budismo tibetiano, sannyasins de Osho, quien le enseñó a meditar. Empezó a consultar libros y autores para iniciarse en el mundo del yoga y la meditación. En medio de la vorágine de obligaciones empezó a conocer distintos métodos en el campo del autoconocimiento y la espiritualidad.

Tuvo un recorrido extenso entre prácticas como bioenergética, diseño humano, yoga, budismo tibetiano entre otras. Casi sin buscarlo, entendió que estaba frente a un nuevo despertar, una nueva forma de pensar y ver el mundo y sobre todo, una manera distinta de expresarse. Así fue como empezó a dedicarse de lleno a esta nueva disciplina. 

Una noche de mayo, cuando el frío apretaba hasta el punto de aguar las ventanas, pensó en la novedosa idea de crear grupos que no se conozcan entre sí, para dialogar temas personales y aspectos que no se comparten quizá con familiares e incluso con amigos. Empezó a producir retiros, primero mixtos y luego únicamente para hombres.

 

Una práctica cada vez más común

 

Retiro de hombres es una práctica recuperada de la antigüedad que tiene como objetivo la iniciación en lo espiritual y el autoconocimiento. Kadhim en sus retiros propone encuentros en la naturaleza, lejos de la vida cotidiana, para lograr profundizar los diversos temas individuales y grupales que competen a los hombres en la sociedad.

Participan expertos de variadas técnicas y disciplinas para llevar a cabo ejercicios como la meditación, el yoga, la actividad física, psicoterapia, gestalt, bioenergética, terapia sonora, charlas temáticas, registros akáshicos y diseño humano. La propuesta tiene mucha repercusión desde sus comienzos y hoy se desarrolla en la Argentina, Uruguay y Brasil.

Hay retiros de diferentes duraciones, que van desde 2 a 7 días, en donde existen espacios de trabajo terapéutico y espacios de interacción grupal y ocio. Ninguna de las actividades son obligatorias, cada participante es libre de estar o no en los espacios de trabajo. No es necesario experiencia previa en actividades espirituales. La alimentación saludable es fundamental en los retiros y se promueven los ingredientes naturales y vegetarianos. El alojamiento varía según el lugar y hay opciones de habitaciones individuales y/o grupales según la necesidad de cada participante.

¿Por qué un retiro de hombres? Por su experiencia en grupos mixtos, Kadhim observó que había tensión ante la presencia de personas del sexo opuesto, por lo que notaba que el hombre al momento de profundizar no lograba llegar a ciertos lugares y que en un grupo separado sí podía expresarse más libremente. De esa manera, comenzó a desarrollar más el concepto y las propuestas para obtener resultados más efectivos y una convocatoria fiel tras la necesidad inminente del hombre de profundizar.  

 

En formato audiovisual: vivir el Retiro desde adentro

 

En paralelo Kadhim produce un documental llamado “Los Facilitadores”, un retrato sobre las dudas que se plantean en un grupo de ocho hombres en torno a lo que significa la masculinidad en nuestro tiempo. Sus participantes conversan de todo tipo de temas, opiniones y experiencias. También sobre las desventajas que encuentran al sentirse presionados por cumplir con determinados estereotipos, y sobre la relación que mantienen con las mujeres, los padres, la violencia y la sexualidad. 

“Mi intención es que se conozcan estas historias y que cada vez llegue a más hombres y mujeres. Mi idea es dar un contenido que ayude a la sociedad a avanzar  y sobre todo que los hombres sientan que hay un espacio para poder trabajar estos temas”.

La clave de la propuesta reside en generar empatía a través de relatos como el de Augusto, a quien la paternidad le presenta el gran desafío de criar junto con su mujer, un niño con trastorno del espectro autista. 

Entre tanta diversidad hay puntos en común: “La infancia y la juventud marcan muchos de nuestros patrones negativos, sin importar a qué generación pertenezcamos y en qué entorno social nos hayamos criado. No se trata de hombres víctimas, sino de hombres que han pasado por situaciones que los han afectado y necesitan trabajar el problema o desarrollar herramientas para avanzar en la vida”.

 

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