Gracias a las enormes reservas en el Cono Sur, América Latina emerge como potencia mundial en la estratégica industria del litio, el llamado "oro blanco", imprescindible en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos y diversos dispositivos electrónicos, amén de su empleo en la industria nuclear.
Con un 56 % de las reservas mundiales concentradas en Chile, Argentina y Bolivia, la región se perfila como punta de lanza de un mercado donde en el último año se ha producido un notable incremento del precio del mineral, que pasó de 9.000 dólares por tonelada a los 75.000 dólares.
Aunque el interés en su explotación es común, hay diferencias respecto al modelo de extracción. Bolivia y México consideran el litio como un mineral de utilidad pública que debe ser explotado por el Estado, mientras que Chile y Argentina permiten la participación del sector privado. Y todo ello, en paralelo con la reciente creación de la Cámara Latinoamericana del Litio, que busca afianzar la transparencia del mercado.
Este organismo, constituido esta semana en Buenos Aires, cuenta ya con representación de Argentina, Chile y Perú, y su objetivo es ampliar su presencia a Bolivia, México y Brasil.
Y en esta línea de avances, el mes pasado el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, propuso una cumbre de países productores a fin de compartir experiencias sobre el mercado del litio.
La iniciativa surgió poco después de que su Gobierno promulgara una reforma de la ley minera que considera el litio un mineral de utilidad pública cuya explotación es facultad exclusiva del Estado, un modelo similar al de Bolivia.
El presidente de la Cámara Latinoamericana del Litio, el argentino Pablo Rutigliano, explica a Efe que el organismo ha sido creado "para desarrollar el proceso de formar precios e impulsar el desarrollo de un mercado de litio".
Las multinacionales mineras y algunos Gobiernos, señala este experto, no consideran el litio como un "commodity", sino que establecen "precios de referencia mínimos" que impiden que el mercado fije los precios libremente.
La producción regional está liderada por Bolivia, Chile y Argentina, el llamado "triángulo del litio", que según el Servicio Geológico de Estados Unidos concentra el 55,9 % de los recursos mundiales.
Si se suman los de México, Perú y Brasil, Latinoamérica acapara el 59,3 % de los recursos globales, equivalentes a 52,8 millones de toneladas. En tanto, las las reservas de la región representan el 52,2 % mundial.
La Argentina, con cerca de 40 proyectos
La Argentina, el cuarto productor mundial (detrás de Australia, Chile y China) y el tercero en reservas (detrás de Chile y Australia), tiene 38 proyectos de litio, dos de los cuales están en producción, seis en construcción, dos en etapa de factibilidad, tres en prefactibilidad, cinco en evaluación económica preliminar y veinte, en etapa de exploración avanzada.
El director nacional de Promoción y Economía Minera de Argentina, Jorge González, cuenta a Efe que el Gobierno "ha realizado diversas gestiones para potenciar" las inversiones, entre ellas dos decretos en 2021, que "generaron confianza en los inversores en cuanto al acceso de divisas para honrar los compromisos de deuda".
Actualmente, en la minería del litio argentina operan empresas de capitales estadounidenses, australianos, canadienses, chinos, surcoreanos, japoneses y argentinos, entre otros.
"Los marcos legales y las características de desarrollo de cada país son muy diferentes (...) el puntapié inicial para la cooperación bilateral y regional en el litio sería más bien tecnológico-científico, que permita a cada uno de los interesados avanzar en las políticas que está diseñando", considera el representante argentino a propósito de si la explotación debe ser estatal o privada.
"Al no haber tomado ninguna definición de estatizar, nacionalizar o declarar el litio un recurso estratégico, Argentina tiene hoy un flujo de inversiones de entre 4.500 a 5.000 millones de dólares en cartera de proyectos que los otros países no tienen", destaca en declaraciones a Efe el presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, Franco Mignacco.
En Chile, que posee el 30 % de la producción mundial, han sido las inversiones privadas de la chilena SQM y la estadounidense Albemarle las que han estado a cargo de la extracción de este mineral. Sin embargo, cada vez cobra más fuerza la idea de nacionalizar su explotación, comenta a Efe Marcos Flores, físico de la Universidad de Chile.
La convención que está redactando la nueva Constitución dio luz verde a un artículo que determina que “el Estado tiene el dominio absoluto y exclusivo sobre todas las minas del país”, mientras que el Gobierno de Gabriel Boric es partidario de crear una empresa estatal que gestione este mineral.
Independientemente del régimen privado o público de explotación, Flores considera necesario que el Estado impulse un nuevo planteamiento de desarrollo económico más allá de la extracción.
Los modelos
La producción de litio en Bolivia, país que posee más de 21 millones de toneladas del mineral, atraviesa por una etapa en la que el Gobierno busca la aplicación de nuevas tecnologías para la extracción directa del mineral mediante un modelo que sustituya las piscinas de evaporación, en las que el proceso puede durar hasta once meses.
En tanto, la explotación en Brasil, concentrada en el estado de Minas Gerais, está a cargo de pequeñas y medianas empresas. La firma más antigua y que tiene un papel clave en esta industria es la Compañía Brasileña de Litio, que explota el yacimiento de Cachoeira y tiene una capacidad de producción de 30.000 toneladas por año.
Por su parte, en Perú, la empresa Macusani Yellowcake, de la compañía canadiense Plateau Energy Metals, ha postergado hasta 2023 el inicio de la explotación de litio en un yacimiento de la región de Puno, donde estima que la producción alcanzará las 60.000 toneladas durante los tres primeros años.
Las reservas de litio en Puno se calculan en 2,5 millones de toneladas, pero el mineral está asociado al uranio, lo que dificulta su explotación, puesto que es necesario extraerlo con cautela para evitar la contaminación ambiental.