El arte define una estética, y es a partir de esa estética que una serie de consecuencias definen una época y cómo una sociedad percibe el mundo. El fundador de la semiótica Charles Peirce hablaba de un cambio en el proceso fundamental de la lógica.
Al contrario de lo que normalmente se concibe, para Peirce, que era también un gran lógico y matemático, no son estas las ciencias dominadoras de cómo la sociedad piensa. Y entonces Peirce, siguiendo ideas de Kant, da vuelta la ecuación. Es la estética la que domina a la ética y ésta, a su vez, a la lógica. En una explicación sintética no puede ser verdadero (el orden lógico) aquello que es malo (el orden ético), y no puede ser malo (de nuevo, orden ético) aquello que es lindo (orden estético).
La estética, entonces, provoca un gran dominio social. Si algo es lindo como el Sol entonces es bueno, y si es bueno es verdadero. Desde los ejes del poder esto siempre se entendió muy bien, y los reyes (que eran los representes del Sol, el más primigenio de todos nuestros dioses) siempre se rodearon de artistas cuya misión era crear una narrativa y estética para dejar bien claro cómo se debe pensar. En filosofía la estética es la última materia tras muchos años de carrera. Comprender la profundidad de la estética requiere de muchos pasos previos en el arte del pensar.
Los artistas tienen la sensibilidad para captar los cambios sociales y anticipar nuevas eras sociales por venir. La pintura con grandes momentos disruptivos como con Van Gogh y Picasso adelantaron desde el arte buena parte del cambio de perspectivas próximo a ocurrir. Y el siglo XX fue el más prolífico de nuestra historia donde cada década trajo todo tipo de disrupciones. Estos primeros 20 años del siglo XXI han tenido menos innovaciones de base, y casi todo lo más importante de este siglo son sólo extrapolaciones de temas ya abordados en el siglo anterior. Al menos es lo que se vio hasta ahora. Y es aquí donde aparece Yoko Ono,
Entre tantos movimientos en los años 60 surgió el Arte Conceptual. Y Yoko Ono, una de sus fundadoras, es incluso hasta el día de hoy, una de sus más fervientes defensoras. Si hacemos el ejercicio de viajar a esa época y nos topamos con una desconocida Yoko Ono junto a un ultrafamoso John Lennon, ¿Qué probabilidad había de que Yoko Ono “se levante” a Lennon?
Si se analiza la situación fríamente uno diría que cero, o sea algo cercano a lo imposible. Básicamente se estaba en una época que hacía un culto a la belleza femenina. Además, se trataba de un personaje que podía conocer mujeres en todo el mundo, que era deseado y admirado, y entonces no sería precisamente Yoko Ono quien estaría al principio de la fila. Tampoco estaría en segundo lugar. Si uno es honesto diría que ¡Ni siquiera estaría en la fila! Habría demasiadas candidatas antes. Más inteligentes. Mas bellas. Más famosas. Y más ricas. Bueno, eso siempre de alguna forma pasa, pero aquí estamos resaltando que habría demasiadas, y en ese sentido sería más fácil encontrar una aguja en un pajar.
Por supuesto Lennon era un diferente. Él pensaba distinto. Y además era un artista. Un indagador del tiempo. Picasso criticaba a los artistas que decían que andaban en la búsqueda. Pensaba que ellos estaban de esa forma extraviándose. “Yo no busco, encuentro”, decía Picasso. Y para eso lo importante es tener sensibilidad, estar lo suficientemente motivado para percibir la naturaleza, como una vez me lo señalara el gran artista plástico argentino Pérez Celis.
Dentro de esa indagación de los tiempos, Yoko Ono había encontrado el Concepto. En una era donde la tecnología empezaba a condicionar el arte, ya que el mismo soporte limita aquello que se puede decir, ella se fue hacia algo más primitivo pero muchísimo más poderoso. Los artistas se habían subido a la montaña tecnológica. Los Beatles y sus guitarras eléctricas eran en ese momento la demostración que para llegar a la cúspide del arte había que seguir el camino tecnológico. Sin los instrumentos de la tecnología, el arte tenía poco para decir o que valiese la pena escuchar.
Al componente tecnológico se le agregaba el virtuosismo técnico. Si no había tanta tecnología el virtuosismo del artista, sea su calidad de dibujo o su forma de tocar el piano, era la otra forma de despertar miradas. Y así, las personas comunes quedaban por fuera del Arte. No había lugar para la mirada única e irrepetible que cada persona puede hacer sobre el mundo.
Sin embargo, la tecnología también le puso anfetaminas a las guerras. Las bombas atómicas ya habían estallado. El infierno de Vietnam abría las puertas a la destrucción total. Es en ese punto donde nace el Arte Conceptual que Yoko Ono talló con fuerza. Para ella lo importante era la idea, después alguien la podría pintar o tocar mejor. La raíz de todo, aquello que nos hace únicos debía estar por fuera del virtuosismo o la tecnología.
Y es así que el 7 de noviembre de 1966, en Londres, un día antes de la apertura de su exposición “unfinished paintings” (pinturas sin terminar), John Lennon ingresó a la galería para ver lo que el público recién podría ver al día siguiente. Las obras, por supuesto, eran netamente conceptuales, no había importancia en el virtuosismo técnico ni el tecnológico, lo importante de cada obra era el concepto que transmitía.
Y así un curioso John Lennon vio una escalera de doble pie, la subió y sobre el techo había colgado de un hilo una lupa. Además había unas pequeñas letras en el techo que sólo se veían utilizando la lupa. Lennon lo hizo y así pudo leer: YES. A Lennon eso lo conmovió. No le hubiese gustado nada, según declaró después, que diga “No”, o “Eres un estúpido”. Pero que tras el esfuerzo de subir una escalera uno llegue a un YES era el concepto que a Lennon le dijo aquello que completaba lo que estaba sintiendo.
Había otras obras. Entre ella un martillo con un caracol. Lennon quería utilizar el martillo para destruir el caracol, pero Ono no quería saber nada con algo que arruinara la exposición que comenzaba al día siguiente. El curador de la obra le explicaba que Lennon era alguien famoso y ricachón que probablemente le pagaría mucho dinero por la obra. Entonces Lennon le dijo a Yoko Ono que le daría 5 chelines imaginarios si le dejaba destruir imaginariamente el caracol. Y eso fue todo. Ahí cruzaron las miradas verdaderas, el concepto los llevó a imaginar y soñar juntos. “Ahí yo vi que nos conectamos. Ella lo vio también. Nuestros ojos lo sintieron. Y así fue como comenzamos”, recordaba Lennon.
Yoko Ono había logrado conectar con Lennon de una forma que nadie lo había logrado hasta ese momento. Era también claro el fin de los Beatles porque el imaginario y los conceptos a los que se subiría Lennon dejaban atrás su etapa de amigotes adolescentes con los cuales habían cambiado la historia de la música. Ahora, había otras cosas que cambiar.
“Was is Over”, “Imagine” serían algunas de sus nuevos hitos junto a una introspección profunda como en “Mother” donde grita lo que las notas no alcanzar a decir. "Cuando apareció Yoko, su principal atractivo fue su parte más vanguardista, su visión de los cosas. Ella le enseñó una forma diferente de ser, que le resultaba muy atractiva. Por eso, era el momento de John para irse", señalaba Paul McCartney hace diez años.
El logro de Yoko Ono, como artista, va mucho mas allá de Lennon. Ella descubrió la importancia del concepto, y del sello personal por sobre todo virtuosismo técnico. Se adelantó así unos 60 años a la nueva era que comienza con la aparición de las Inteligencias Artificiales Generativas. Nace una nueva época donde tener el concepto pasa a ser lo más relevante. Si la idea es lo suficientemente buena se impondrá no importa que no sepamos pintar, escribir o hasta tocar música. En los trabajos podremos hacer cosas imposibles sólo teniendo una buena idea.
Si uno le explica bien a través de diferentes “prompts” o líneas de comando a la IA generativa nuestra idea ésta nos dará la plástica de la cual carecemos. Por ejemplo, estaría muy bueno ilustrar este artículo con una Yoko Ono pensando junto a un John Lennon volando, que es atrapado por el pensamiento de Yoko, y de paso agregar la escalera de la muestra de arte que los reunió. Pero realizar ese tipo de dibujo escapa a las escasas dotes de quien escribe este artículo.
En cambio, con una IA generativa sólo hace falta tener el concepto bien claro y saber cómo contarlo. Y así esa imagen que no existía ni era uno capaz de crearla finalmente aparece para ilustrar el artículo en cuestión. Con la IA generativa tenemos la posibilidad de dar un salto de calidad.
Todos tienen en la punta de sus dedos IA generativa con su smartphone. Entramos en una era donde tener conceptos y pensamiento crítico pasa a ser mas importante que tener virtuosismo técnico. Tener algo importante que decir pasa ser lo relevante y eso lleva a una democratización en la generación de ideas. Se viene la era “Prompt” la cual, en su versión mas benigna, nos permitirá dedicar más tiempo a la innovación.
Por supuesto no tienen que ser sólo grandes ideas, pueden ser muy pequeñas, temas del día a día que ahora se pueden resolver con un nivel de calidad superior gracias a la ayuda de la inteligencia artificial. Pero si se está lo suficientemente motivado para seguir la ruta de los conceptos quizá algo mágico suceda. Quizá aparezca tu John Lennon. Imagínalo.