En Argentina, la industria del reciclado de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) no se encuentra aún muy desarrollada, y los pocos emprendedores o empresarios que llevan adelante iniciativas en este ámbito se ocupan solo de procesar los desechos electrónicos que son redituables en el mercado local o internacional. Tampoco existen regulaciones que estimulen la concientización social ni las prácticas empresariales de reciclado electrónico, y las políticas de Estado en la materia, casi inexistentes, son al día de hoy una barrera adicional.
En este marco donde se encuentra todo por hacer, hace 11 años que Farid Nallim, emprendedor social de la red Ashoka, junto a su hermana Andrea, crearon Reciclarg Recycling Technology, una empresa social desde la que se está articulando el desarrollo del sector y ofreciendo una solución concreta y sustentable al problema de los RAEE. Farid actualmente también es presidente de Valos, organización que apuesta a la creación de valor genuino en empresas (valor económico, social y ambiental).
Desde los inicios, la premisa que guía cada proyecto y acción de Reciclarg es la disposición adecuada de cada pieza extraída de cada aparato que ingresa a la organización. Para algunos casos, generar los destinos finales de determinadas piezas les llevó años de investigación y gestión. En la actualidad encontraron destino para el 90% de los desechos RAEE que procesan y continúan en el desarrollo de los destinos restantes.
Con base en Guaymallén, Mendoza, idearon un modelo de negocios basado en la economía circular que experimentó un crecimiento de ingresos en dólares del 40% desde el año pasado, lograron un ticket promedio de un 80% y aspiran llegar al tratamiento de 120 toneladas para 2022.
-¿Cómo vivieron estos dos últimos años, especialmente con el impacto de la pandemia?
-Contrario a lo que pensábamos, han sido dos años de crecimiento. Siempre tuvimos la meta de generar un equilibrio en la articulación entre el sector público y el privado. El año pasado crecimos mucho en el sector privado y este año se cayó, pero se balanceó con el sector público. Cumplimos varias metas y nos hemos puesto el objetivo de por lo menos igualar al 2019 en recolección de residuos (ya que 2020 fue muy particular para tomar como métrica). Estamos tratando de lograr ese objetivo. Estamos cerca, pero lo interesante es que hemos logrado cobrar nuestro ticket promedio. De los kilos recolectados, hemos crecido un 80% en kilos cobrados.
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-¿Y cómo se traduce ese crecimiento de articulación con el sector público?
-Logramos tener 24 puntos limpios en la provincia de Mendoza. Crecimos en una articulación público-privada con los municipios. Teníamos ocho, hoy tenemos 24. La mayoría se incorporó este año. Firmamos convenios con seis de los municipios más grandes de Mendoza. De hecho, desarrollamos una nueva unidad que se llama Reciclarg Academy, a partir de la cual trabajamos con cinco municipios (tres de Mendoza y dos de Buenos Aires, del Gobierno de CABA y de Vicente López). Lo que se busca es concientizar, y qué mejor manera de hacerlo que con los actores principales que son los municipios, el primer eslabón con el sector público.
-¿De qué se trata?
-Es una consultoría gratuita que hacemos para los municipios. Trabajamos en brindarles un mapeo. Normalmente, se cree que la economía circular solamente es el residuo. Reciclás y al estar reciclando estás haciendo economía circular, y hay muchísimos elementos adicionales, desde el transporte sustentable, la disminución de gases de efecto invernadero, cómo generar recursos con otras empresas a través del comercio justo. Cada uno de estos municipios eligió distintas temáticas para trabajar y uno solo eligió el residuo. Se les planteó distintas herramientas para poder trabajarlo y llegar a un mapa de ruta circular firmando un acuerdo en el cual se comprometían a llevarlo a cabo en una determinada cantidad de tiempo. Con este trabajo con los municipios, la magnitud del impacto puede ser muy grande.
-¿Cuáles son las otras unidades de negocio de Reciclarg?
-Tenemos cinco: reciclaje, reutilización, suprarreciclaje, unidad de transporte de residuos peligrosos (logística sostenible) y consultoría en economía circular. Son rentables. El modelo ha mutado desde que nacimos, ha ido escalando de diferentes maneras.
-¿Cuál es la filosofía que guía a Reciclarg?
-Compartir nuestros conocimientos y llevarlos a la gestión. Soy un convencido de que, si no articulamos con lo público y lo privado, vamos a seguir generando un elefante blanco de costos que pagamos con emisión de billetes. Todavía tenemos muchísimo por escalar y, si bien considero que lo hemos hecho logrando la articulación de los puntos limpios, la problemática es tan grande que falta muchísimo. Y nos gustaría irnos a la región. Estamos participando en varios encuentros regionales, compartiendo conocimiento. Lo veo cada vez más posible. Hemos generado un modelo interno que se ha replicado en otros lados. Nos falta encontrar una forma estandarizada de replicar el know-how.
-¿Cuál es la proyección para el año que viene?
-Venimos con un promedio de 90 toneladas anuales de recolección. El objetivo es llegar a 120 para el año que viene por lo menos en la planta de tratamiento de Mendoza. También, repetir el proyecto de los cinco municipios y replicar con otros. Y, por otro lado, efectivizar la exportación. Este año no pudimos por temas de documentación. Pero lo proyectamos para febrero o marzo del año que viene. Generalmente exportábamos 8 toneladas y ahora serán 29 a Bélgica, concretando lo que se llama minería inversa, que es un flujo de caja importante.
-La problemática es estructural. ¿Qué hace falta para lograr ese tan anhelado cambio sistémico en el sector?
-Cambié mi pensamiento de cambio sistémico al darme cuenta de que solo no puedo, no podemos, y que tenemos que involucrar al sector público como lo estamos haciendo. Para poder impactar, el sector público debe ser nuestro compañero principal. Antes lo veía diferente. En términos de puntos limpios, es una metodología que se está expandiendo. El otro día escuché en una charla con actores de países ya más desarrollados, en términos de lo que para mí sería un ideal, y dijeron: Nosotros buscamos ciudadanos inteligentes, no poner más puntos limpios. Queremos que el ciudadano tenga una determinada cultura de cómo deben manejar sus residuos.