En una nave productiva de 2000 m2, en Benavídez, Andreani almacena gran parte de las vacunas adquiridas por el Gobierno. Fue la única empresa privada que se presentó a licitación para el transporte de las dosis y es responsable de gran parte del proceso para que lleguen desde Ezeiza hasta los centros en las provincias. Lo hace en dos plantas: en la de Benavídez van las vacunas que necesitan estar entre 2° y 8°C, como las de AstraZeneca y Sinopharm. Las Sputnik V, en cambio, como necesitan estar a temperaturas bajo cero, van a las cámaras frigoríficas de la compañía en Avellaneda y Malvinas Argentinas.
El recorrido de las vacunas sigue varios pasos. Una vez aterrizado el avión, Aerolíneas Argentinas se encarga del handling de las dosis a los camiones. Estos son escoltados por la policía y personal del Ministerio de Salud hasta la planta correspondiente según la temperatura a la que tienen que ser conservadas. Los contenedores ingresan, se hace el stock y las vacunas se almacenan. Una vez aprobado el inicio del proceso, empieza el fraccionamiento: el Ministerio de Salud decide qué va a dónde, y Andreani arma los paquetes, que van en recipientes preparados para aguantar hasta 96 horas el frío deseado y entregarlos en cada destino.
Andreani está a cargo de la distribución de todas las vacunas, salvo la Sputnik V, porque la licitación de esa parte del proceso la ganó Correo Argentino, que busca los paquetes preparados en las plantas de Avellaneda y Malvinas Argentina (porque la firma sí realiza la recepción y el fraccionamiento). La trazabilidad y el rol de Andreani con las otras dosis concluyen cuando los paquetes llegan a los puntos de destino provincial.
El trabajo que realiza Andreani con las vacunas no es nuevo, aunque sí cobró especial notoriedad en el último año por la pandemia del coronavirus. Pero la firma de origen nacional trabaja con fármacos desde hace décadas, y envía 400 millones de medicamentos por año a todo el país. De hecho, según informan en la compañía, son responsables del 65% de la distribución de remedios en el país y, además de los medicamentos de uso común, también trabajan con drogas para tratamiento oncológico y de enfermedades raras.
Creada en 1945 en Casilda, Santa Fe, por Umberto Andreani (padre de Oscar, actual presidente del grupo), la compañía creció hasta convertirse en uno de los principales jugadores de logística de la Argentina, con 4,5 millones de envíos mensuales, y servicios de distribución física de paquetes y productos como tarjetas de crédito, medicamentos, teléfonos, máquinas y herramientas, y gestión de almacenes para integrar las cadenas de producción. También ofrece servicios de almacenamiento de mercaderías y de radicación de industrias livianas en Tigre. Tiene más de 9.000 empleados en la Argentina y Brasil y 3.700 vehículos. El año de la pandemia implicó para la empresa incorporar 1.000 empleados nuevos y aumentar en un 500% la capacidad de procesamiento, además de 100% de crecimiento en el segundo trimestre comparado con el primero. En los próximos meses prevé invertir US$ 60 millones.
La planta de Benavídez se conoce como CyPE, por Canales y Productos Especiales y tiene, por ejemplo, módulos automáticos de almacenamiento y picking, además de trabajar con conservadores retornables, y la empresa desarrolló soluciones para trazabilidad y autogestión online. Los 'Productos Especiales' incluyen biológicos de alta complejidad de bajo volumen, alto valor unitario, canal de distribución física especializado y la necesidad de contar con procesos con altos estándares, explican desde Andreani. Según la compañía, la industria farmacéutica está en un proceso de transformación mundial que va de un modelo de negocios de grandes volúmenes de productos de bajo costo destinados a grandes poblaciones a uno de productos de innovación orientados a las necesidades particulares de cada paciente.