El rápido avance de la tecnología y su impacto en los trabajadores calificados y no calificados se ha posado sobre el escenario estadounidense desde las elecciones presidenciales de 2016. Por ejemplo, el paso a las energías sostenibles desplazó a los trabajadores del carbón y cambió la fisonomía de los Apalaches.
La transición económica desilusionó a muchos, lo que ha permitido a los oportunistas políticos aprovecharse de la frustración. Sin embargo, nuestros dirigentes deberían animar a los trabajadores a adaptarse a los mercados: a construir paneles solares, turbinas eólicas y baterías eléctricas. Y ahora, la Inteligencia Artificial (IA) acelerará los cambios, afectando a todas las industrias y a todos los empleados - especialmente a los que trabajan en la energía.
"Uno de nuestros grandes desafíos ha sido siempre el desarrollo del personal y cómo formar a la próxima generación de trabajadores", afirma Robert Austin, director del EPRI, la rama de investigación y desarrollo de las empresas de servicios públicos. "La IA ofrece una oportunidad real para aprender nuevas habilidades", pero debemos "facilitar esta transición".
La Asociación de la Energía de Estados Unidos celebró la semana pasada una rueda de prensa virtual sobre la IA en la que se presentó Austin, y yo estuve entre los periodistas que hicieron preguntas.
La IA elimina tareas rutinarias para que quienes dirigen operaciones industriales pesadas puedan resolver problemas y mejorar el rendimiento, lo que se traduce en unos resultados más saludables. Así, las empresas energéticas pueden recopilar datos y probar millones de resultados antes de hacer un juicio definitivo. Los humanos tienen límites.
Por ejemplo, los gestores de las centrales eléctricas y de la red eléctrica dispondrán de herramientas para equilibrar la oferta y la demanda y predecir los patrones meteorológicos, lo que les permitirá medir con precisión cuándo estarán disponibles los recursos eólicos y solares.
¿Hacia dónde se dirige la IA en el mundo?
Según McKinsey & Company, la IA y la digitalización pueden aumentar la productividad de los activos hasta en un 20% y reducir los costos de mantenimiento en un 10%. ¿El impacto en la economía? PwC lo cifra en 15,7 billones de dólares para 2030. China y Norteamérica serán los países más beneficiados, viendo aumentar su producto interior bruto en dos dígitos en algunas comunidades. La IA afecta a las mejoras de los productos, que estimulan la demanda y el crecimiento potencial.
"La IA nos permite simular un número significativo de opciones y hacer recomendaciones sobre el mejor curso de acción", afirma Marc Spieler, director general senior de Nvidia. "Siempre habrá humanos en el bucle orquestando las decisiones. Tomaremos mejores decisiones utilizando la IA".
El gobierno federal concedió 50 millones de dólares a Portland General Electic, que lidera un consorcio con Utilidata y NVIDIA para mejorar la fiabilidad de la red. El consorcio utiliza IA e integra recursos energéticos distribuidos como la energía solar, el almacenamiento en baterías y los vehículos eléctricos. El objetivo es gestionar una mayor demanda de electricidad y protegerse de las heladas y los incendios forestales.
La brecha digital puede ampliarse. En la década de 1990, escribí sobre cómo los acomodados tenían acceso a los ordenadores y a Internet, mientras que las comunidades desfavorecidas no. Hoy en día, los estudiantes centrados en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas tienen las de ganar: los conocimientos críticos que sustentan la IA. Ellos pueden permitirse los productos del mañana, pero ¿y los demás?
Si la IA aumenta la productividad, las empresas pueden aumentar sus beneficios. Pueden contratar trabajadores que les ayuden a satisfacer la demanda. Pero esos empleos requerirán más habilidades. Aunque la tecnología dejará obsoletas algunas tareas, abre la puerta a muchas otras. Por lo tanto, los trabajadores deben mantenerse a la vanguardia. Por ejemplo, las empresas están empezando a contratar directores de IA.
"A corto plazo, vamos a ver a personas que utilizan la inteligencia artificial, sustituyendo a otras personas", especialmente cuando se trata de tareas repetitivas, afirma David Derigiotis, jefe de seguros de Embroker Inc. "La gente debe reequiparse y subir de nivel sus conocimientos. La IA cambiará las cosas. La implantación de la tecnología siempre ha tenido algún efecto dominó".
Sin duda, las economías más avanzadas del mundo desplegarán herramientas de IA. Pero, ¿tendrán los países emergentes el mismo acceso? Pensemos en la búsqueda de los objetivos de emisiones netas cero, que requiere dinero y tecnología: La financiación del carbono es probablemente el mayor obstáculo para el éxito: dinero que se destinaría a las últimas y mejores tecnologías que reducen las emisiones y mejoran los procesos.
Clinton Vince, director de la Práctica de Energía de Dentons en EE.UU., dijo que la brecha digital entre las naciones desarrolladas y las que están en vías de desarrollo es "muy, muy real". Pongamos por caso el África subsahariana: está intentando electrificarse, y la IA podría ayudarla a colocar parques eólicos y solares y dar un mayor impulso a sus economías si consigue superar las barreras de entrada.
La preocupación, por supuesto, es que la IA empeore la desigualdad, no sólo entre trabajadores sino también entre países. El cambio se está produciendo a un ritmo más rápido que nunca. La gente puede elegir entre seguir el ritmo o negar la realidad. Los líderes responsables explicarán que el avance económico es continuo e inevitable. De hecho, Estados Unidos fue una vez una economía agrícola y hoy domina la era digital, una era que nos presiona más que nunca.
