En una era acelerada e impulsada por la tecnología, la capacidad de programar se transformó en una habilidad cada vez más valiosa. La programación trascendió su papel como campo especializado e impregnó diversos aspectos de nuestra vida cotidiana. Desde los teléfonos inteligentes y los sitios web hasta los electrodomésticos inteligentes y los autos autónomos, la influencia de la programación es innegable.
Por eso, comprender los fundamentos de la codificación ya no es un lujo, sino una necesidad en el mundo interconectado de hoy. A medida que la transformación digital se extiende por las industrias, el dominio de la programación capacita a las personas para participar activamente en la configuración del futuro. La demanda de programadores se disparó, y va más allá de las funciones tradicionales de desarrollo de software.
Ya seas empresario, profesional creativo, científico o estudiante, tener conocimientos básicos de programación te abrirán un sinfín de oportunidades y te dará las herramientas necesarias para prosperar en una sociedad cada vez más digital. De alguna forma, la programación será la responsable de abrir puertas. Y quienes estén realmente dispuestos a comprometerse con su aprendizaje, tendrán posibilidades de crecimiento profesional a una velocidad que difícilmente logren en un empleo tradicional.
De los libros a la práctica
La startup Egg, que desarrolló un sistema de formación online a escala potenciado por la cooperación, comparte con Forbes, tres ejemplos de estudiantes quienes empezaron aprendiendo programación desde cero y hoy trabajan en empresas internacionales.
Juan Manuel Mora, Luciana Becerra y Gastón Goren nunca se imaginaron que estudiar programación les daría un giro de 180° a sus profesiones. Se formaron en la carrera Programación Full Stack y hoy disfrutan los beneficios de la industria tech. Aunque son muy distintos, los tres tienen algo en común: apenas egresaron del secundario optaron por una carrera universitaria.
Sin embargo, cuando la programación se les cruzó en el camino decidieron cambiar de rumbo y hoy disfrutan de los beneficios. Hoy, los tres trabajan para empresas internacionales y destacan la importancia de las habilidades personales que adquieren gracias a la dinámica cooperativa que conocieron y experimentaron durante su formación.
Programación sin escalas
Juan Manuel Mora es un joven del mundo. Partió de Argentina, vive en España y trabaja para Estados Unidos. Disfruta de la libertad que le da su empleo como programador. Estudió ingeniería y 4 años atrás tomó la decisión que hoy lo tiene tan satisfecho: decidió estudiar programación Full Stack. La empresa que lo contrató está en Austin, Texas, aunque él se conecta todos los días desde Madrid, nada menos que a 8.200 kilómetros de distancia.
Trabajo como Full Stack, en un día a día hago 60% back end, 20% de front y el otro 20% en lo que haga falta, reuniones, trabajo en equipo, entre otras cosas, detalló. El joven comparte su jornada con un equipo de once personas de todo el mundo: India, España, Estados Unidos, Serbia, entre otros. Son todos muy diferentes y es muy importante saber comunicarte con ellos. Es casi tan importante como las habilidades duras de código, dijo convencido.
Justamente, la comunicación asertiva fue la habilidad blanda que Mora más desarrolló durante su formación de programación. Fue lo que más me gustó del aprendizaje en equipo, encarar un problema individualmente y luego compartir tu punto de vista con tus compañeros para ver la solución desde distintos ángulos, recordó.
Reconversión profesional
Luciana Becerra se graduó como diseñadora industrial y gráfica, pero no hallaba su lugar dentro de la profesión. En el desarrollo web encontré una arista, pero necesitaba saber más, recordó. También se capacitó web UI, pero fue la decisión de estudiar programación Full Stack lo que marcó el despegue de su profesión.
La formación en programación fue fundamental para entender la mecánica del back end y pedir lo que necesitaba para trabajar en equipo, aseguró la joven que se desempeña como Web UI Developer en Globant. Pero más allá de los conocimientos técnicos, ella agradece las habilidades blandas que adquirió: Me permitió abrir la cabeza en la necesidad de pedir ayuda y de hablar cada vez que tenía una duda. Eso es lo que te permite ver tus problemas desde otro punto de vista y hasta redescubrirte a vos, remarcó.
Para ella fue una forma disruptiva de aprender que la llevó a valorar el aprendizaje en diversidad. En la carrera me encontré con gente que venía del arte, periodismo, contabilidad; todos buscaban una salida laboral en la programación y cada uno destacaba de una manera distinta aportando al equipo desde su experiencia profesional y laboral, contó Luciana. En su trabajo actual, se especializó en el área de fintech y está encargada de distintos desarrollos tales como home banking, billeteras virtuales, aplicaciones móviles, web, entre otros.
Me tocó un desafío de crear una app desde cero
Gastón Goren no se queda quieto. Desde que realizó el curso de Programación Full Stack en Egg cuatro años atrás, pasó por dos empresas grandes y hoy es parte de una startup donde está desarrollando una app desde cero. Un destino laboral muy diferente al que imaginó cuando salió de la secundaria.
Se recibió de la licenciatura en Comercio Internacional, pero la curiosidad lo llevó a estudiar programación. Sobre su trayectoria laboral, aseguró que cada empresa por la que pasó le aportó grandes conocimientos: Hay tanta demanda que la industria misma te insta a cambiar de trabajo, señaló. Hoy se desempeña como líder técnico en una startup. Me tocó un desafío de crear una app desde cero, relató.
Tanto Juan Manuel como Luciana y Gastón dejaron un mensaje para aquellas personas que están dudando en comenzar su camino en programación. Mi consejo es que se animen y que no crean que es inalcanzable, porque se aprenden cosas que usamos todos los días y todos podemos hacerlo, remarcó Lu Becerra.
Consultado sobre el panorama de la industria tech, Carlos Pallotti, especialista en Políticas de Desarrollo Tecnológico, aseguró que sigue creciendo a pesar de las condiciones macroeconómicas cambiantes del país. El sector del software tiene un microclima, no sigue las fluctuaciones del resto de la encomia argentina, remarcó.
El rol del Product Manager y Project Manager
Alejandro Doria es argentino y tiene 28 años. Ejerce de Product Manager(PM) en una compañía extranjera. Si bien no hay una definición precisa sobre lo que es un PM, ya que depende del tipo de industria y la cultura de la empresa, el ingeniero industrial sostuvo que, en la industria TEC, un PM se encarga de combinar herramientas técnicas y tecnológicas, coordinarlas con diseño, y volcar estas dos grandes vertientes en soluciones reales que le podés ofrecer a tus clientes.
En mi caso puntual, en la industria del software, el producto en el que yo estoy enfocado es una pieza de software que vendemos y ofrecemos en un mercado en donde queremos captar clientes que interactúen con esa pieza para hacerle la vida más fácil, introdujo Doria.
Sin embargo, el Product Manager solo no hace nada. Así lo remarca Doria, quien aseguró que un rol muy importante dentro de las tareas de un Product Manager es armar un equipo con gente lo suficientemente idónea para poder desempeñarse en temas técnicos. Porque el Product Manager no es experto en nada, sino que conoce un poco de todo; de cómo armar el equipo y las necesidades de desarrollo de software, agregó.
Es un trabajo en el que te tenés que relacionar con toda la compañía en donde estés trabajando porque inevitablemente, tarde o temprano, vas a tener que interactuar con áreas de venta, desarrollo, diseño, legales, compliance. Básicamente, tenés un rol tangencial a todo el resto de la compañía, sugirió Doria.
Para el ingeniero, el éxito de un Product Manager se basa en construir un equipo, y las relaciones con el equipo, que te permitan evaluar si lo que querés hacer es técnicamente factible, algo usable desde el punto de vista de diseño (UX y UI) y rentable. Encontrar el equilibrio entre esas tres aristas es un poco el rol del Product Manager, concluyó.
Lucas Gioffré es otro argentino, de 29 años, que se desempeña como Project Manager para una compañía del exterior. Al ser consultado sobre su rol, el joven hace una diferenciación entre la función del Product Manager y el Project Manager.
El Product Manager está cien por cien enfocado en el producto y el éxito del mismo en el mercado en el que se va a desenvolver. Su misión es estudiar el mercado, el producto que se va a llevar a cabo, si va a ser compatible o no donde lo vas a meter, qué funcionalidades van a hacer que tenga mayor impacto en el usuario final, sea un producto IT o físico, comenzó.
Y continuó: El Project Manager, en cambio, se puede aislar completamente del producto en sí y se tiene que enfocar en gestionar el proyecto: en que se cumplan los objetivos del proyecto, los plazos, el presupuesto, analizar los riesgos que puede llegar a haber. El rol principal del Project Manager es coordinar con el equipo de proyecto, lograr los objetivos y las tareas que se vayan planteando, monitorear el progreso y garantizar que todo se cumpla según el tiempo y presupuesto estipulado.
Generalmente, en empresas más grandes son equipos separados, explica. En mi caso, entré en la empresa bajo el rol de Project Manager para liderar varios proyectos de páginas webs. Nosotros armamos ecommerce: creamos y gestionamos productos desde la A a la Z, es decir, no sólo hacemos el desarrollo sino que también nos encargamos del diseño de UX y UI, que es la experiencia del usuario y la interfaz que le vamos a estar dando a este, aclaró Gioffré.
En mi rol, además de capacidad de comunicación, gestión y liderazgo, hay mucho de analítica de riesgos. En el día a día se nos presentan muchos problemas y, para un problema, tenemos distintas alternativas o caminos por tomar. Y hay veces que con la información que tenemos no es suficiente para saber cuál de esos caminos es el mejor. Mi rol también exige esa toma de decisión conociendo los riesgos que hay de por medio, sostuvo.
A medida que la industria de la tecnología de la información continúa evolucionando a un ritmo vertiginoso, se vuelve cada vez más evidente que las habilidades técnicas ya no son suficientes para triunfar en este campo. Las habilidades blandas, como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo y la capacidad de adaptación, se han convertido en elementos esenciales para los profesionales IT en el mundo laboral actual. Estas habilidades son las que permiten a los individuos no solo destacar en su trabajo, sino también construir relaciones sólidas, liderar equipos y encontrar soluciones innovadoras a los desafíos que surgen en el camino.