Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la infertilidad es una afección que compromete tanto a hombres como a mujeres y se caracteriza por la imposibilidad de lograr un embarazo a pesar de transcurrir al menos 12 meses de relaciones sexuales regulares sin medidas anticonceptivas.
A nivel global, se estima que unas 48 millones de parejas presentan alteraciones de la fertilidad, lo que representa a alrededor del 15% de aquellas en edad fértil. En tanto, los tratamientos de fertilidad tienen una tasa de éxito de apenas entre el 10% al 40%, porcentajes que pueden disminuir con la edad. A 10 años de aprobada la Ley Nacional de Fertilización Asistida (26.862), Forbes conversó con Rodolfo Agustín Pasqualini (MN 102.009), director Médico de Halitus y vocero de Laboratorio Ferring, especialistas en medicina reproductiva.
-¿Cuántos bebés nacen al año en la Argentina por fertilización asistida?
En la Argentina existe el registro Argentino de Fertilización Asistida (RAFA), que es parte de la Sociedad Argentina De Medicina Reproductiva (SAMER). El registro se ocupa de llevar los datos de los ciclos de tratamientos anuales que se realizan en el país. El aporte de datos es voluntario, es decir que no hay obligación de reportar, si bien muchos lo hacen, al no hacerlo todos, seguramente haya un subregistro de datos.
-¿Hay cambios frente a años anteriores?
Sin dudas, sí, y por dos motivos. El primero es que, con el correr de los años y por las mejoras en los resultados producto de avances tecnológicos (mejoras de los medios de cultivo, etc), los tratamientos se han vuelto más efectivos por lo que hay más embarazos seguramente. Y lo segundo, es que a partir del año 2013 disponemos una Ley Nacional de Fertilización Asistida, que le da acceso a los tratamientos a un montón de personas que quizás sin esta ley no podrían realizar un tratamiento de manera particular.
-Dentro de los tratamientos de fertilización asistida, ¿qué proporción se lleva la baja complejidad frente a alta (y dentro de estos, FIV, FIV-ICSI)?
La baja complejidad actualmente se realiza muy poco. Principalmente porque en la edad promedio de primera consulta es aproximadamente 38 años y muchas veces por diferentes motivos, no solo la edad, es conveniente realizar un invitro. Obviamente esto hay que analizarlo en cada caso en particular y es difícil generalizar pero la realidad es que la inseminación intrauterina se realiza poco.
Esto quiere decir que la mayoría de los tratamientos son de alta complejidad, con óvulos propios se realizan aproximadamente un 70%, y un 30% con óvulos donados. Es importante destacar que esta cifra ha ido en aumento también con el correr de los años producto del aumento de la edad, especialmente de la mujer y de la prevalecía de baja reserva ovárica incluso en mujeres jóvenes.
-¿Qué avances y técnicas se están incorporando al ámbito de la medicina reproductiva?
La genética y todas sus aplicaciones para el diagnóstico y prevención de enfermedades ha sido un gran avance. Tanto el screening de enfermedades recesivas con estudios de sangre de la pareja que va a realizar un tratamiento, como el estudio genético de los embriones de preimplantación o PGT. Pero, sin dudas, lo que se viene ahora es la inteligencia artificial y su aplicación para la ayuda en la selección espermática, en la clasificación de los óvulos y en la selección embrionaria para ayudarnos finalmente a mejorar los resultados de nuestras pacientes.
-¿Cómo está la Argentina, frente a otros países de la región en cuanto a avance, técnicas y acceso a tratamientos de fertilidad?
Nuestro país en cuanto al acceso es pionero en América Latina, por lo que el acceso es muy bueno. Obviamente, seguro que falta mejorar ciertas cuestiones pero en cuanto a avances estamos muy bien. Sabemos las dificultades que tiene este país y, a pesar de ello, los centros hacen un esfuerzo enorme por mantenerse en punta con la tecnología. Todos nuestros insumos y equipamientos son importados, lo que hace que a veces sea más difícil. Igualmente, un tema no menor es el de las importaciones que hace que a veces los proveedores no tengan los insumos necesarios para abastecer a los centros.
-¿Cómo impactó en la Argentina la promulgación de la ley nacional de Fertilización Asistida?
Creo que hay varios puntos de análisis, ya que también hay varios actores en este punto. Los pacientes se vieron beneficiados por contar con un acceso a los tratamientos necesarios para cada uno. Los financiadores debieron incorporar en sus prácticas ofrecidas a los afiliados tratamientos de alto costo, en un sistema que sabemos que los costos impactan directamente en la eficiencia del mismo. Asimismo, los centros de fertilidad debieron acomodarse a una modalidad de trabajo bajo convenio y adaptarse a los valores y plazos de pago de cada financiador.
-¿Qué cambió principalmente en la medicina reproductiva desde el inicio de la pandemia?
La pandemia nos afectó a todos y la medicina reproductiva no fue ajena. Los centros de fertilidad estuvieron cerrados y sólo manejando urgencias, algunos por meses. Luego, manejándose de forma muy estricta y bajo las sugerencias de SAMER se fueron reactivando las actividades. El año 2021 no logró ser como antes de la pandemia pero ya en el año 2022 se llegó a más ciclos que incluso prepandemia por lo que los tratamientos actualmente aumentaron.
Lo que se ve en aumento principalmente es una congelación de óvulos y un descenso de la edad de las mujeres que lo deseen hacer. Se tenía un promedio de 38 años y ahora es alrededor de 35. Hoy la congelación de óvulos para aquella mujer que desea posponer la maternidad por diferentes motivos es una realidad. Y post pandemia también se ve que mujeres mayores consultan por maternidad.
-¿Cuáles son los grandes temas vinculados a la medicina reproductiva que son necesarios trabajar?
Sin dudas, la información. Sobre todo a las mujeres jóvenes en cuanto a los efectos de la edad sobre la reproducción. Si bien la mujer hoy en día es súper activa y se dedica más a cosas personales, el reloj biológico sigue siendo el mismo y la mejor fertilidad se encuentra hasta los 35 años. Luego hasta los 37 se mantiene estable y es a partir de los 38 que comienza a declinar. Obviamente hay embarazo, no es para asustarse, pero la calidad de los óvulos disminuye.
Por eso es bueno en la consulta con el ginecólogo o con un especialista en medicina reproductiva preguntar acerca de la reserva ovárica y recibir información para poder tomar decisiones. Hoy mediante un análisis de sangre y una ecografía es muy fácil saberlo.
Cuando uno habla de planificación familiar se le viene a la cabeza los anticonceptivos. Quizás debamos llamarlo planificación reproductiva que es más abarcativo e incluye tanto la anticoncepción como la congelación de óvulos.
Por suerte, hoy en día se habla más de los tratamientos y ya no es tanto un tabú. Lo que sí hay que respetar es el momento de cada individuo y no ser invasivo si no le cuentan a uno en que está respecto del deseo de maternidad. Creo que hay que respetar los tiempos de cada uno y por eso desde Halitus nos sumamos a la campaña del laboratorio Ferring de basta con esta pregunta, que hasta a veces algunos la hacen como chiste de “¿vos para cuando?”
-¿Qué pasa con los embriones o gametas que quedan en bancos?
Si bien hay ley de cobertura con reglamentación no hay regulación respecto a los embriones. Hoy hay muchos embriones congelados de años que los padres no tienen más contacto con los centros y los centros no tienen forma de contactarlos. Se está realizando un censo desde el RAFA para saber de qué cantidad estamos hablando pero, sin dudas, se necesita una reglamentación tanto por los pacientes como por los centros.