El uso del herbicida glifosato, que se aplica en forma líquida en los pastizales para promover forraje invernal, aumentó un 140% la descomposición de los vegetales muertos o broza, principal vía de pérdida de CO2 (dióxido de carbono) a la atmósfera, y redujo la un 57% la respiración del suelo, según un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba).
Según señalaron, el problema es que el herbicida no solo alcanza a las plantas objetivo, sino también a otros componentes del ecosistema como la broza o el suelo, donde puede afectar a los microorganismos descomponedores.
Los pastizales cubren el 25% del planeta y almacenan un tercio del carbono terrestre que brinda numerosos beneficios a la humanidad.
Aunque este agroquímico actúa de forma directa sobre ciertas plantas, poco se sabe sobre sus efectos colaterales, informó hoy el sitio web Sobre la Tierra de la Fauba.
El estudio, que se llevó a cabo en la Pampa deprimida, zona donde los ganaderos usan glifosato para mejorar la cantidad y la calidad del forraje invernal con el objetivo de elevar la producción de carne y terneros, fue publicado en la revista Functional Ecology.
Lucía Vivanco, docente de Ecología en la Fauba, señaló que la aplicación de glifosato “sobre plantas vivas produjo una broza que se descompuso un 140% más rápido que la broza muerta naturalmente. Por el contrario, hacerlo sobre la broza que murió de manera natural redujo su descomposición un 20%”.
“Además, vimos que aplicar el herbicida repetidamente en el tiempo redujo un 57% la respiración del suelo. También detectamos que aumentó la descomposición de la broza de hojas un 53%, y la de raíces, un 18%”, detalló.
Sostuvo, además, que “este herbicida tan controvertido tiene consecuencias sobre procesos a nivel de ecosistema, como observamos con la descomposición de los residuos vegetales, que integra numerosos componentes. Creemos que la aplicación de glifosato puede causar una pérdida carbono de los pastizales naturales, haciendo más vulnerable su papel vital como almacén de carbono”.
“Aplican este herbicida al final del verano para disminuir la competencia de las especies vegetales estivales y estimular la producción de las invernales; en particular, su objetivo es promover una forrajera conocida como raigrás anual (cultivo forrajero)”, explicó Magdalena Druille, docente de Forrajicultura de la Fauba.
Marina Omacini, docente de Ecología, “no estudiamos solo los efectos del agroquímico al generar más broza o al matar ciertas plantas u organismos del suelo, ni nos quedamos con el impacto de aplicarlo una única vez, cuando hace años que se lo usa de rutina en distintos agroecosistemas”.
Druille puntualizó que “en trabajos anteriores de nuestro grupo en el 2015 y en 2016 vimos que esta práctica, por ejemplo, redujo la densidad y la funcionalidad de hongos micorrízicos arbusculares del suelo, lo cual puede dificultar la recuperación de la vegetación, ya que estos hongos son fundamentales para que se establezcan las forrajeras a reintroducir”.