API es una abreviatura de tres palabras en inglés, Application Programming Interfaces, que en castellano significa Interfaz de Programación de Aplicaciones. O sea, es una pieza de software que sirve de intermediario para que distintas aplicaciones “hablen” entre ellas. El usuario, desde ya, lo único que ve es el resultado. Un buen ejemplo es cuando ingresamos a una nueva aplicación en el celular y nos brinda la opción de registrarnos con nuestro perfil de Facebook o Google para no perder mucho tiempo: esa comunicación entre aplicaciones se hace a través de una API.
“En el mundo virtual de la informática, las API son los conectores y los caminos de bienes y servicios. En el mundo físico dependemos de los vehículos para transportar paquetes de un lugar a otro. En el mundo virtual, dependemos de las API para hacer lo propio con los datos”, explica Mike Amundsen, un especialista de larga data en el mundo de las API, que fue director de Arquitectura de la desarrolladora de software CA Technologies durante varios años y hoy se dedica a la consultoría.
Lenguaje y traducción “Pensemos en un escenario de la vida cotidiana”, plantea José Sahad, Chief Product Officer de redbee, una empresa de tecnología que desarrolla productos de software para grandes compañías como Allianz, Prisma, Galicia, entre otras. “Vamos a la farmacia a comprar un medicamento con receta. Aunque tuviéramos acceso a los estantes, la mayoría de nosotros no sabría cómo encontrar lo que necesitamos. Entonces, recurrimos a una persona del staff. que chequea todo y se dirige al lugar exacto donde está almacenado para entregárnoslo. Esa persona que nos atiende actúa como una API, nos permite acceder a ese medicamento conociendo nuestro lenguaje y traduciéndolo al de su negocio”.
API Economy
Las API son la correa de transmisión de internet, y pasaron de ser un concepto asociado al software a un driver crucial a la hora de pensar modelos de negocios. Hoy las empresas pueden monetizar servicios a través de API, construyendo valor sobre plataformas existentes, desarrolla Sahad, y da un ejemplo: Google Maps expone una API que permite tener acceso a un servicio de geolocalización que sería demasiado costoso de desarrollar para cualquier otro. Lo mismo vale para plataformas de e-commerce o soluciones de pago. “La ventaja es clara”, dice el vocero de redbee: “enfocarse en dónde quiere innovar en su negocio y no en otra cosa”.
“Lo más frecuente es que el intercambio en el mundo virtual sea de dinero”, comenta Amundsen. “Salesforce cobra por cada 'llamada' a la API (cada dato enviado). Amazon 'envía' instancias virtuales de servidores y software utilizando su plataforma AWS y cobra a los clientes por el acceso a esos servidores. Esto es como alquilar un edificio”.
Los usuarios finales de las API no suelen tener que pagar para utilizarlas. En cambio, dice, “pagan” con otra moneda: sus datos personales, que son muy valiosos para quienes anuncian en Internet.