En un escenario donde la previsibilidad de un programa económico brilla por su ausencia y la credibilidad en la Argentina se deteriora cada día más, los especialistas evalúan las mejores opciones de inversión para quienes buscan capitalizar sus ahorros.
Hablar de inversiones para el 2020 en Argentina y decidir en qué instrumentos apostar el capital es un desafío más difícil que el habitual. Con un escenario local dominado en su totalidad por la reestructuración de la deuda soberana con el Fondo Monetario Internacional y con los bonistas privados, todas las decisiones previas a la resolución de ese conflicto, aún con final abierto, tienen un alto nivel de incertidumbre.
Este panorama está subyugado por una agenda para la reestructuración planteada por el Gobierno nacional que la mayoría de los analistas entienden como exigida y de difícil cumplimiento. Ninguno apuesta a un nuevo default más allá de que la opción esté sobre la mesa y admitan la posibilidad bloqueadora que pueden presentar los grandes fondos en caso de abroquelarse.
Economía detalló a fines de enero el Cronograma de acciones para la gestión del Proceso de Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda Pública Externa. De acuerdo con los plazos previstos, el titular de Economía, Martín Guzmán, y su equipo se reunirán con bonistas y acreedores para realizar reuniones informativas en la tercera semana de marzo. Hacia fin de mes, concluida la oferta, las autoridades comunicarán los resultados finales de aceptación. Así, la agenda se presenta exigida.
En este raid, el 19 de febrero el Gobierno consiguió del Fondo Monetario Internacional una definición clave y alineada al pensamiento oficial: que la deuda argentina no es sostenible. Y aún mejor, y como si fuera música para los oídos de Alberto Fernández, sugirió que los acreedores privados deberán hacer una contribución apreciable para ayudar a restaurar la sostenibilidad de la deuda con una alta probabilidad.
Las palabras fueron el resultado de la semana de reuniones que mantuvo la misión encabezada por la subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental, Julie Kozack, y Luis Cubeddu, jefe de Misión para la Argentina.
Es que en el Gobierno, de Fernández para abajo, se aferran a la idea declarada de que la deuda no será pagada a expensas del pueblo argentino y por lo tanto el mercado descuenta una propuesta de renegociación agresiva.
La comprensión del FMI de la situación argentina tuvo una ayuda extra porque no se puede asegurar que Dios es argentino, pero el Papa sí lo es, y fue el artífice en enero de un encuentro entre Guzmán y la titular del FMI Kristalina Georgieva, en la propia sede del Vaticano. Allí el Papa pidió que no se exija a los países sobreendeudados.
Los analistas coinciden en que la situación de Argentina es compleja. Desde comienzos de año la puja entre el Gobierno y los acreedores giró en torno de una discusión como la del huevo y la gallina: mientras el Ejecutivo pretende el acompañamiento de los bonistas, el mercado le pide previsibilidad y un plan económico cuyos detalles tardan en aparecer.
Sin la previsibilidad de un programa económico, no van a estar muy dispuestos a acompañar. No se le puede pedir al acreedor una especie de cheque en blanco cuando no se le muestran las cartas de lo que se va a hacer. Argentina perdió credibilidad con el gobierno anterior y el actual no la pudo recuperar. El país no tiene el Presupuesto de este año ni siquiera presentado, dice Patricio Milic, Portfolio Manager de Mills Capital Market.
Jorge Podestá, director de Allaria Ledesma & Cía., apuntó a los resultados de las semanas de road show: Es importante el feedback que recoge el Gobierno de las propuestas que vaya haciendo. Obviamente deberá haber alguna concesión de los inversores y fondos que tienen estos bonos, porque el Gobierno va a necesitar alivianar los pagos de los próximos años para afrontar un camino sustentable de deuda.
La deuda doméstica, más sencilla de resolver, se presenta como el termómetro local de la temperatura de los acreedores. Y este segmento se vio sacudido por dos hechos que en concordancia los especialistas admiten que no ayudaron. Por un lado estuvo el intento fallido de renegociación del bono de la provincia de Buenos Aires (BP21) por parte de Axel Kicillof, que finalmente terminó pagando, y a nivel soberano, el reperfilamiento compulsivo del bono dual AF20.
El reperfilamiento realizado por el gobierno del Bono Dual generó más volatilidad y un panorama que sigue sin estar claro. El mercado espera definiciones y mientras tanto el apetito por la deuda argentina es escaso, apuntó Pablo Castagna, Director Wealth Management de Balanz Capital.
Castagna agregó que la falta de avances continúa aportando volatilidad en todas las clases de activos: renta fija, acciones, y en todos los tipos de cambio vigentes. Lejos están los años en que se hablaba de carry trade, de lebac. Hoy las decisiones deben ser más sofisticadas.
Simultáneamente, los analistas coinciden en la importancia de seguir la suerte del tipo de cambio y la brecha entre el oficial y el contado con liquidación, hoy la única herramienta para hacerse de dólares de forma oficial por fuera de los US$ 200 que permite el Gobierno por los que además se debe abonar el impuesto PAIS. La evaluación del difícil escenario económico se profundiza cuando se incluye el contexto internacional impactado desde comienzos de año por el Coronavirus, cuando la economía global dejó de crecer a tasas chinas. Por otro lado, los analistas prevén una toma de ganancia luego de que los principales índices externos hayan alcanzado récords.
Por su parte, el escenario internacional presenta el factor incertidumbre que le puede imprimir el proceso electoral en los Estados Unidos, con Donald Trump como candidato a la reelección.
Por todo esto, Argentina y el mundo presentan todo un desafío a las definiciones de inversión donde el dinero (cada vez mayor) busca alternativas de reproducirse.