Grupo Gire, administrador de Rapipago, presta servicios a 7 millones de personas por mes con una red que se extiende en un 70% en zonas vulnerables. Acaban de certificar como Empresa B.
Tras 28 años en el mercado de procesamiento de información y de cobranzas y pagos a través de la red Rapipago, el Grupo Gire acaba de recibir la certificación de Empresa B (Benefit Corporation), convirtiéndose en la primera del sector financiero en lograr este reconocimiento otorgado por la organización B Lab. Gire-Rapipago fue distinguida por su contribución al Triple Impacto (económico, social y ambiental). Un camino que, según cuenta su CEO Gustavo Gómez, comenzó hace seis años con el proyecto Gire x 3, que tenía que ver con triplicar el Ebitda de la compañía en cinco años.
¿Qué tiene que ver el hecho de ganar dinero con la sustentabilidad?
En ese momento, nos propusimos no solo ganar dinero, sino también ver cómo lo ganábamos. Para ello instalamos el concepto de sentido de propósito en los servicios que prestábamos. Llegamos al sistema B no porque haya sido una decisión, sino porque, dado el ecosistema de relaciones que generamos con nuestros servicios, nos acercamos a las poblaciones más vulnerables. Entonces nos reconocimos en el propósito de integrar a las personas al mercado financiero. Hace unos 15 años, los bancos por estrategia de negocios decidieron echar a las personas que no eran clientes. Ahí nació una oportunidad, nació Rapipago, que actualmente está conformado por 5.000 emprendedores que tienen su propio local de diversos tamaños y formatos. Ofrecimos una especie de salida laboral a mucha gente a la que no le estaba yendo bien.
¿Cómo se género la idea de fomentar la inclusión financierá
Vimos que nuestros centros de cobros comenzaban a ser un lugar para los segmentos más populares. Ahí empezamos a reconocernos como empresa con un rol social. Esto no es ni fue una meta, es un camino. Por eso, ser una Empresa B no es un objetivo, sino una toma de conciencia. Queremos mejorar, tomando conciencia de cada decisión del negocio, la cual pasamos por el filtro de la sustentabilidad y el impacto social. Eso genera que los 7 millones de personas que vienen a Rapipago todos los meses valoren el servicio. Es muchísima gente, y son los que la pasan peor, porque quizás tienen que destinar el 25% o el 30% de sus ingresos a pagar impuestos.
Nacieron siendo una empresa con responsabilidad social, pero se dieron cuenta después de que lo eran. Desde nuestra visión hay que matar la mirada de la responsabilidad social; tiene que estar dentro del negocio y no ser algo altruista porque ahí deja de ser sustentable. Tiene que estar dentro de la genética, porque si no es un esfuerzo; uno se queda corto con el presupuesto o se hacen cosas que nada tienen que ver con el negocio. Las empresas tenemos que ser conscientes de hacer cosas que nos hagan felices y hacer lo mejor para el planeta. Por ahí, hablar del planeta parece mucho, pero si cada uno hace lo que tiene que hacer desde su lugar las cosas empiezan a cambiar.
¿Cuáles son sus desafíos en materia de sustentabilidad?
En 2019 nos pusimos la meta de llegar a emisión de carbono 0 en tres años. Esto en una empresa de bancos parece esotérico, pero en realidad es tomar conciencia de los pequeños compromisos que vamos tomando, porque si no uno desaparece como los dinosaurios.
¿Qué impacto tiene la implementación de la sustentabilidad en las empresas financieras?
Por un lado, es necesario que los bancos sean conscientes del rol que tienen. El mundo financiero tiene una oportunidad enorme, como las posibilidades de inclusión que brinda el mundo fintech, creando nuevas formas de atender al público. Y la otra mirada es lo que pueden hacer para favorecer a empresas que están comprometidas con el impacto social y el medioambiental. Por ejemplo, en Estados Unidos si una empresa es verde paga menores tasas de interés que una tradicional. Esta es una oportunidad muy interesante para las entidades financieras de hacer crecer sus negocios.
¿Cómo van a perfeccionar su puntaje en la certificacióñ
Un primer objetivo es darle más espacio al emprendedurismo de la mujer. De los 5.000 emprendedores que tenemos, el 40% son mujeres. Queremos que al menos sean el 50%. Por otro lado, nos pusimos el objetivo de la huella de carbono. Tenemos una empresa de caudales que tiene camiones y a veces es difícil eliminar de un día para el otro ese consumo, porque tendría que haber camiones eléctricos, y esa tecnología todavía no aguanta el peso de los camiones blindados. Pero sí podemos hacer cosas para compensar, como fomentar los bonos verdes o actividades que generen oxígeno. En los próximos tres años vamos a empezar a trabajar en por lo menos tratar de llegar al dióxido de carbono neutro. Asimismo, el 70% de nuestra red está en zonas vulnerables y hay mucho por trabajar en inclusión.
¿Cómo se complementa esa inclusión con los servicios actuales?
A través del lanzamiento de Iungan, una billetera digital que apunta a ese segmento más castigado. Esta tendrá prestaciones básicas como una cuenta virtual, disposición de fondos, la posibilidad de hacer transf erencias, pagar servicios y hasta acceder a un crédito. El direccionamiento está en crear un hogar sustentable. Ser pobre es caro y se consume mal. Por eso vamos a ser una plataforma para que la gente consuma sustentablemente. Todos los años crecemos en 600 sucursales. Este gobierno trabajó bien y escuchó el rol de las extrabancarias, permitiéndonos cobrar con tarjeta de débito para que la gente que cobra un plan social no tenga que sacar toda la plata y pueda administrarla de otra manera. Hay un cambio de paradigma en el sistema financiero que se va a ir dando paulatinamente. En nuestras reuniones con los bancos los invitamos a que salgan de la trampa del RSE y que eso esté metido adentro del negocio. Es la porosidad de los líderes, y si uno no cree en esas cuestiones es complicado.