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13 Noviembre de 2019 08.30

Si bien su negocio siempre fue el vidrio, VidPia supo reinventarse a través de la incorporación de tecnología y la apertura de nuevos mercados.

Lorena Piazze tenía 22 años la primera vez que viajó a otro país a representar a la empresa que había fundado su abuelo, con la convicción de tener productos de tecnología europea que nadie comercializaba en el Mercosur. Pero, con las puertas del mercado interno cerradas por una crisis económica que se avecinaba en el 2000, Lorena viajó en una comitiva de Cancillería a Sudáfrica, México y Estados Unidos. Solo tres compañías lograron establecer relaciones comerciales durante ese viaje: VidPia fue una de ellas. Ese salto les permitió no solo sobrellevar una de las peores crisis económicas del país, sino también crecer cinco veces en 2003 y volver a crecer otras quince durante la década siguiente. Participar de esa misión  comercial  fue una iniciativa espontánea de Lorena: “Me tomé un colectivo desde Córdoba, me metí en las oficinas de Cancillería y les expliqué nuestra situación. Teníamos productos que  no se conseguían acá, pero nadie a quien ofrecérselos”. A partir de esos viajes, VidPia quedó a cargo de proyectos como aeropuertos internacionales y obras públicas vinculadas al transporte ?como las paradas de colectivos de Miami y del Metrobus porteñó, lo que la convertió en la principal empresa de multiprocesado de cristales del país. Hoy emplea a 300 personas, tiene una planta industrial de unos 13.000 metros cuadrados ?la primera de multiprocesado de cristales especiales de arquitecturá y un modelo propio de distribución y logística.

Vidrios Piazze fue fundada en 1948 por Jorge Piazze, el abuelo de Lorena. Así como su nieta lo hizo en el 2000, su historia cambió cuando a los 18 años emprendió un viaje. Piazze dejó Génova por la persecución de Mussolini y se instaló en la Argentina. Su primer trabajo fue en una vidriería, en Mendoza, donde además de aprender el oficio vio la oportunidad de empezar un negocio propio cuando por problemas de salud debió migrar a Córdoba. Invirtió sus ahorros en el sector que mejor conocía y decidió fundar una empresa que llevó su nombre hasta 1980.

“Apenas llegado a la ciudad, lo primero que hizo fue tomarles las medidas de las ventanas a todos los vecinos, para convertirse en su vidriero de confianza”, cuenta Lorena sobre las primeras estrategias comerciales de la empresa familiar. Pero además Piazze acordó con las fábricas de colectivos que haría todos los cristales de las unidades gratis si a cambio le dejaban grabar su marca sobre ellos. “Era imposible subirse a un colectivo y no ver el nombre de mi abuelo”, dice Lorena, hoy tercera generación familiar en la empresa, junto a Ángela y Romina Piazze, que dirigen distintas áreas de VidPia. “Era un tipo muy inquieto y tenía mucha habilidad para encontrar un negocio y hacerlo crecer”. Hasta la década del 80, la principal actividad fue vender, distribuir e instalar vidrio arquitectónico. Pero ese año la compañía tuvo la oportunidad de armar una planta industrial integrada con las diferentes líneas de cristales especiales de arquitectura, y los hijos de Jorge, Hugo y Osvaldo se incorporaron al negocio. Fue entonces cuando la empresa cambió su nombre a VidPia.

Exportar era la solución, pero era costoso. Entonces se aliaron con otras empresas para representarse mutuamente en el exterior.

También los años que siguieron a 2001, los Piazze supieron encontrar oportunidades en las crisis. Para ingresar al mercado chileno, se aliaron con pares cordobeses de otras industrias con la misión de exportar. “Era otro momento y otra forma de hacer negocios: en ese entonces había que viajar y conocer personalmente a los clientes, pero no todos podían costear ocho viajes hasta cerrar un trato”. Así que las cinco empresas que formaban el grupo decidieron convertirse en los representantes comerciales de los otros: “Cada uno se aprendió de memoria los productos de los demás para vender los productos de todos”. Gracias a ese acuerdo, VidPia llegó a vender entre dos y tres camiones de 24 toneladas de vidrio por semana a Chile. Hoy, la mayoría de los edificios del distrito financiero de Santiago son construcciones de la empresa, incluyendo el puente aéreo que une la actual casa matriz de Banco Santander con el nuevo edificio de la entidad, galardonado por la Bienal de Arquitectura de Miami.

En los últimos tres años, la suba de los costos fijos sorprendió a VidPia con una espalda muchísimo mayor para afrontar la coyuntura, pero también con una estructura más grande y costosa. “Pasamos crisis de todo tipo y siendo una empresa muy distinta en cada caso”, explica Lorena. “Cuando fuimos una empresa chica, teníamos mucha menos espalda para afrontarlas, pero también mucho menos que perder. Cuando empezamos a crecer, tuvimos más seguridad para arriesgarnos, pero sentimos el peso de la responsabilidad de ser fuente de trabajo de tantas familias”. Haber aprendido a crecer y transformarse de empresa comercial a distribuidora e industrial, en contextos tan diferentes y cambiantes, para Lorena es uno de los grandes hitos de la empresa. “Pasamos de ser un negocio chico a una gran mole que tuvimos que mantener derecha”, dice. “Y eso hubiera sido impensable sin el legado de innovar constantemente que nos dejó mi abuelo”.

Fundación: 1948

Cantidad de empleados: 300

Facturación 2018: $ 986 millones

Facturación estimada 2019: No declara

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