De las 170 aseguradoras que conforman el mercado local, Grupo Sancor Seguros es la número uno, con el 12% de participación, pero es en el interior donde concentran la mayor actividad , llegando a captar el 30% del sector. Actualmente emplean a 3,000 personas y poseen cerca de 8.000 asesores de seguros. En plena emergencia sanitaria, la compañía ve cómo las tendencias del mercado se reconvierten y sale a la cancha con productos a la medida de las circunstancias. Fuimos muy precavidos y estamos creciendo 10 puntos por arriba del crecimiento del mercado, asegura Alejandro Simón, CEO del grupo, quien no le escapa a la macro y la realidad de un mercado que viene complicado hace años. Como miembro del board de la Asociación de Ginebra (el grupo de expertos internacionales de la industria de seguros), critica la falta de certidumbre económica y política para motorizar los seguros de persona y de retiro, los cuales se utilizan en el mundo como fondos financieros para proyectos de todo tipo de inversores.
¿Cómo impactó la pandemia en el mercado de seguros?
El sector está bastante complicado en varios aspectos, pero sobre todo en los dos rubros más importantes, que son el de autos y el de riesgos del trabajo. Este último hace mucho que está en una situación crítica, vinculada a la alta judicialidad, por lo que la situación ya era crítica antes de la cuarentena. Por otro lado, los títulos de la deuda de Argentina en default -donde las aseguradoras, por normas de la Superintendencia de Seguros, estamos obligadas a invertir un porcentaje muy significativo- hacen que el balance de una empresa sea inestable. Esto es por la diferencia que existe entre la tasa en la cual se actualizan los pasivos y la tasa en la cual se invierten los activos. Si a eso se suma que los activos a veces se invierten a una tasa negativa, esto se convierte en el combo perfecto que complica el sector. Los diferentes gobiernos generaron cambios en las normativas que permiten aliviar el impacto de esta situación permitiendo valuar títulos públicos a valores técnicos y no a valor de mercado. Las empresas que venían complicadas y tuvieron que salir a vender títulos para hacer frente a sus compromisos están hoy en una situación muy difícil, y hay algunas que están pagando en cuotas los siniestros de terceros.
¿De qué caída estás hablando?
De 20 puntos en la facturación y del volumen de primas emitidas que obviamente se sigue profundizando mes tras mes. En nuestro caso fuimos muy prudentes en los últimos años, y cuando muchas empresas se tiraban encima de los títulos públicos porque tenían tasas de rendimiento muy altas, nosotros por el contrario buscábamos reducir nuestra exposición a esos títulos y enfocarnos en la economía real, en algunos desarrollos inmobiliarios y en favorecer la liquidez. Tomamos un montón de decisiones, algunas desde el punto de vista de la contención como empresa que intenta ejercitar el capitalismo humano, que es parte de nuestros valores fundacionales.
¿Y la demanda?
En una economía que se está cayendo a pedazos no se puede pretender que la gente esté pensando en contratar un seguro. Se vio una caída, pero sobre todo una caída en la cobranza, mientras que las pólizas de auto se dan de baja o se reduce la cobertura. El sector asegurador tiene una reducción en los ingresos pero también en la frecuencia de los siniestros a algunas poblaciones de algunas provincias cuando era solicitado. Luego comenzamos a suspender aumentos de alícuotas, aplicar beneficios para las primas vigentes para la gente que no puede pagar, y en lo que hace a vida con capitalización, donde la gente tiene un ahorro, habilitamos a hacer uso sin ninguna prima por rescate.
¿Esta crisis traerá una depuración del mercado?
La gente es más consciente de lo que elige y se genera una concentración que por un lado es positiva, dado que son las fuerzas naturales del mercado y había empresas que hacían propuestas insostenibles. Cuando una aseguradora empieza a estar mal, lo que hace es bajar los precios para poder pagar siniestros viejos con primas nuevas, agrandando su problema. En momentos como el actual es donde se rompe la cadena, y firmas que venían con dificultades terminan suspendiendo los pagos y generando una reducción en la cantidad de operadores. Las empresas que son ineficientes o que no actúan de buena fe en las crisis terminan sufriendo las consecuencias. Las crisis terminan siendo higiénicas al sacar de la cancha a aquel que no juega con las mismas reglas del juego. Por el
otro lado hay otras empresas muy sanas o que están en zonas muy determinadas que terminan impactadas por esta corriente hacia la concentración.
"Nunca hubo una caída tan pronunciada del empleo. Hoy salen del sistema unos 25.000 empleados al mes".
¿El contexto impulsa nuevos seguros?
Sí, ya lanzamos productos para teletrabajo que, además de cubrir los accidentes que ocurran en el hogar, cubren los elementos de trabajo brindando soporte técnico a distancia. También va a haber un aumento considerable de la demanda de seguros por pandemia que tiene que ver con el lucro cesante o pérdida de beneficio. Hay coberturas en el mundo para empresas que dejan de trabajar, como puede pasar en un evento masivo o deportivo. En Argentina, prácticamente no se contrataba y ahora va a haber demanda. Como pasó en 2001 con la cobertura de terrorismo, después con el ciberriesgo, la gente es más consciente y se inclina hacia este tipo de pólizas. Pero hablamos de seguros que no son baratos. En el mundo se está hablando de coberturas donde también participen los estados, porque la clave del seguro es la dispersión del riesgo. Incluso en riesgos catastróficos podés hacer un reaseguro a nivel internacional.
¿Se puede estar asegurado contra una crisis sanitaria?
Una pandemia que impacta globalmente no hay forma de asegurarla únicamente desde el sector. Uno puede cubrir cierta capa de riesgo, pero para lo que es extremadamente gravoso tiene que aparecer el Estado. Pero no de una manera reactiva, para que el dinero erogado vaya realmente a quien lo necesita. Cuando se planifica con tiempo y el sector privado participa, la productividad de cada peso invertido por el sector público es mayor que si se toman medidas generales.Para las pandemias a futuro va a haber que trabajar en soluciones planificadas y a largo plazo; en el medio de una, es imposible. Argentina tuvo millones de proyectos para emergencias agrícolas, pero nunca se terminó de implementar ninguna a nivel nacional.
¿A qué se debe?
En parte a la falta de previsión. Hay una dinámica perversa en la Argentina a ayudar en el corto plazo, perjudicando en el largo. A la gente hay que darle trabajo, y si no le das trabajo tenés que ayudarla en lo inmediato para que sobreviva. Pero así vas a tener un porcentaje de la población cada vez más chico que produce, y para eso tenés que aumentar la carga tributaria. Si hacés eso hay un montón de negocios que dejan de ser rentables y se van a una economía en negro. Es un círculo vicioso que se va retroalimentando. Cuando se destruye economía productiva, vas expulsando a más gente del trabajo al asistencialismo. El último proceso grande de crecimiento lo tuvimos en la época de Illia y Frondizi. Por diferentes motivos, en los diferentes momentos del país, en vez de crecer fuimos para atrás. Si hubiésemos seguido creciendo hoy tendríamos un PBI per cápita mayor que el de Australia. Por el mismo motivo por el que la política, sin distinción de partido, no atiende el largo plazo o no hace que el sector que genera riqueza tenga condiciones de inversión más adecuadas y no tenga el pie del Estado encima, va a ser muy difícil salir.
En tu calidad de miembro del Board de Ginebra, ¿cómo está posicionada la Argentina?
Latinoamérica está posicionada muy mal, y Argentina está acorde a la media latinoamericana en seguros patrimoniales y muy mal en seguros de personas. Los seguros más importantes en el mundo desarrollado son de persona y retiro. Son instrumentos de ahorro a largo plazo utilizados para financiar proyectos que otros inversores que requieran plazos menores no estarían dispuestos a soportar. Pero para eso se necesita que el seguro florezca como instrumento de ahorro. En diferentes momentos del país hubo un resurgimiento de este tipo de seguros, pero después de la siguiente crisis (default, inflación, etc.) se terminó perdiendo. Actualmente el sector factura un 3% del PBI, pero podríamos dupliarlo si se sientan las bases adecuadas. No es que los argentinos seamos diferentes del resto; acá al que fue previsor le fue mal y al que no se preocupaba le fue bien. Es darwinismo social. Si el contexto premia al que hizo las cosas mal, ese no va a ser previsor porque siempre apostó al corto plazo. La culpa no es de las personas sino del contexto y los incentivos que se desarrollan. Tenemos un presidente que fue superintendente de seguros y estoy convencido de sus buenas intenciones; lo mismo el ministro de Trabajo y la superintendenta actual, que viene de la gestión aseguradora y conoce el negocio. Están sentadas las bases para que el sector asegurador prospere.