Los costos sanitarios, sociales y económicos de la pandemia en la Argentina dejan poco espacio para la esperanza. Sin embargo, y aunque parezca
imposible, resulta más necesario que nunca rescatar algunas historias o hechos que nos permitan recuperarla.
Investigadores del MIT y de la Universidad de Columbia confirmaron en distintos estudios que el espíritu emprendedor aumentó en la era del
Covid-19. Sucedió en todo el mundo, y aquí vimos ejemplos de diversas escalas. Desde empresas multinacionales que cambiaron súbitamente las
reglas para sus miles de empleados hasta pequeñas pymes o trabajadores que se encontraron en el mercado digital vendiendo productos que nunca
habían imaginado.
En todo el planeta, los sectores más vulnerables siempre son los más castigados por estas crisis. Aunque el Presidente insista con que un bichito puso patas para arriba al capitalismo, es el capitalismo a través de la investigación, el desarrollo y la innovación lo que nos permitirá salir adelante. La solución es con más capitalismo, no con menos, pero se requiere un capitalismo inclusivo que permita en este nuevo siglo garantizar la igualdad de oportunidades.
Imperdible, en este sentido, la nota exclusiva de la flamante vicepresidente de los Estados Unidos, Kamala Harris, que podrán disfrutar en esta edición.
A este desafío global, la Argentina llega con dos visiones en pugna desde hace décadas. ¿Se necesita mayor o menor intervención del Estado?
¿Es necesario abrir más o menos la economía? ¿Pagar más o menos impuestos? ¿Qué industrias se debe incentivar, cuáles proteger, y cuál es
el costo final de esa protección?
A estas visiones tan opuestas se incrementan las malas experiencias que han tenido a la hora de ejercer el poder desde sus posturas más radicalizadas: desde el neoliberalismo fallido de los noventa hasta el intervencionismo de Venezuela. Pero Chile (Bachelet-Piñera), Uruguay (Tabaré-Mujica) o Brasil (Cardoso-Lula) son ejemplos donde las oscilaciones de centroderecha y la centroizquierda alternaron en tensión, con conflictos sociales pero sin arrastrar sus economías al extremo.
Quizás el desafío más relevante no sea ideológico sino formal: sociedades con demandas mayores deberán elegir entre institucionalistas o populistas, sin importar si sean de izquierda o derecha. Por cierto, trazar un rumbo en un país con 40% de pobres implica un esfuerzo cada vez mayor. Se hace cada vez más difícil hacer populismo sin recursos y nadie quiere pagar el costo político de los ajustes. En ese escenario global complejo y local siempre recargado, nos preparamos pasa pasar el invierno y la que esperamos sea la última fase de la pandemia.
Diego Fenoglio, el dueño de Rapanui, salió de Bariloche, conquistó la Ciudad de Buenos Aires y desembarcó en Valencia, España, en marzo de
2020: un segundo más tarde, el mundo se paralizó. Estamos al 1%. Compartió con la editora de Forbes, Florencia Radici, su historia de éxitos
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