A las pymes argentinas, el árbol de la emergencia actual no nos tapa el bosque de nuestro potencial de desarrollo. En cada rincón del país hay empresarios pequeños y medianos que cada día ponen el pecho a la crisis, y buscan convertir la escasez y las dificultades en oportunidades.
No es fácil ser empresario en Argentina, y mucho menos ser empresario pyme. Para empezar, estamos en gran medida ligados de manera directa a nuestro mercado interno, cuyos vaivenes macroeconómicos nos ponen de manera recurrente en modo crisis, como ocurre en la actualidad
Eso hace que sea muy arduo planificar a partir de variables estables y previsibles: la única certeza que solemos tener es que tarde o temprano habrá otra debacle de las que amenazan con terminar con muchas de nuestras empresas y obligan a otras a potenciar su creatividad. Todos conocemos los nombres propios que les hemos puesto históricamente a esos momentos en las últimas décadas: Rodrigazo, tablita cambiaria, Plan Primavera, corralito, cepo.
El empresario pyme argentino es un sobreviviente, y en esa capacidad de adaptación se genera sus propias oportunidades de crecimiento. Hoy, a pesar de todas las vicisitudes que vivimos en los últimos años, las pymes generamos el 70% del empleo formal privado del país, damos cuenta del 9% de las exportaciones manufactureras y del 44% del PBI nacional. Nuestro potencial de crecimiento, con otras condiciones, no tiene límite.
Esta nueva crisis que venimos atravesando hace más de un año y medio nos enfrenta ante un nuevo desafío, que requiere poner en juego una vez más toda nuestra inventiva, pero al mismo tiempo necesita políticas públicas que nos ayuden a capear el temporal. En CAME entendemos que en los momentos difíciles hay que preservar nuestros activos. Por eso estamos llamando a las autoridades a que se declare la emergencia pyme hasta el 31 de diciembre, con el objetivo de darnos herramientas que permitan superar las dificultades actuales y, sobre todo, sostener la actividad y el empleo. La lista incluye poner a disposición líneas de crédito productivas a tasas razonables, suspender el impuesto al cheque, eximir el cobro del IVA e Ingresos Brutos en las boletas de luz, agua y gas, entre otras. Entendemos que son medidas que hacen falta para atravesar la tormenta.
Sin embargo, la urgencia, más allá de su dramatismo, no debe alejarnos la mirada de lo importante; de aquellas transformaciones productivas e institucionales que las pymes necesitamos para ser competitivas, tanto interna como externamente.
Internamente, las asignaturas pendientes por las que venimos reclamando y no bajaremos los brazos son la reforma impositiva, la modernización laboral, y una Ley Pyme que nivele a las empresas del interior y brinde fondeo continuo para tener créditos accesibles.
Finalmente la madre de todas las batallas es derrotar a la inflación, lo que permitirá un alivio real y definitivo sobre la suba de costos y precios que soportan las pymes. Externamente, entre los desafíos que mencionaba, se encuentra precisamente el de aumentar la cantidad de pymes exportadoras y el valor de sus ventas al exterior, lo cual demanda políticas de Estado concertadas por la sociedad toda, trascendentes a los sucesivos gobiernos. Esto tendría el doble beneficio de complementar nuestro mercado interno, reduciendo la exposición y la dependencia exclusiva a uno de ellos; al mismo tiempo que nos permitiría a las pymes aportar nuestro grano de arena a la superación de la restricción externa de divisas que tantas veces nos golpea como en el presente.
En nuestra realidad, en el territorio, las crisis tienen nombres, apellidos y rostros. Nuestros clientes y proveedores son nuestros vecinos y amigos, con quienes tenemos una relación cercana y cotidiana: vemos y entendemos sus problemáticas, y ellos las nuestras. Nuestras empresas son parte fundamental del tejido social de cada ciudad y localidad del país, y estamos intrínsecamente atados al destino de nuestras comunidades: con ellas sobrevivimos y con ellas crecemos.
Por Gerardo Díaz Beltrán Presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).