Un fenómeno preocupa a la meca tech: son más los talentos que se van que los que llegan. Con monoambientes que no bajan de uS$ 3.000 por mes, ¿cuánto puede aguantar el mítico vallé
Desempleo, escándalos sexuales, misoginia, precios exorbitantes, tránsito colapsado. Estos son solo algunos de los problemas que tiene Silicon Valley, la zona del sur de California que se hizo conocida como la tierra con la mayor innovación tecnológica del mundo. Intel, HP, Apple, Xerox, Sun, Cisco, Oracle y otras fueron las pioneras del Valle cuando a partir de la posguerra EE.UU. se volvió potencia en hardware, software, y después en el desarrollo de Internet. Google, Yahoo, Netflix, y también Facebook, Twitter, Tesla, Airbnb, Dropbox, Tinder, Uber y una larga lista. Además de dinero, la capital tecnológica genera poder y también cultura. Es un faro, un sueño para cada emprendedor de cualquier lugar del mundo que quiera armar una empresa propia y hacerse millonario. La leyenda de Bill Hewlett y David Packard (en los 50 construyeron el imperio HP en el garaje de su casa en Stanford) sigue viva e inspira a miles. Aquel mítico garaje fue convertido en un museo privado que visité hace diez años.
Pero la mística no es eterna. En una década aumentó un 12% la cantidad de personas (del 34% al 46%) que planean abandonar la bahía en los próximos dos años. Los talentos que se van son más de los que llegan. Las inversiones en nuevas empresas también bajan. “¿Por qué las start-ups se están yendo a otra parté”, preguntó el mes pasado en su tapa la revista The Economist.
Cultura tóxica. Hay una fuerte corriente machista que perjudica a las mujeres, en inferioridad numérica en todas las empresas de la zona (ninguna supera el 25% de empleadas). A mitad de año renunció el CEO de Uber, Travis Kalanick, por denuncias de acoso sexual. Y la presión sobre ellas frena las oportunidades de innovación. Según FORBES USA, solo el 20% de las tecnológicas creadas en los últimos dos años nacieron de la mente de una mujer.
Costo de vida altísimo. Los alquileres de departamentos y oficinas son los más caros del país. Para tener una oficina en San Francisco hay que pagar hasta cuatro veces más que por una en Chicago, con la misma cantidad de metros cuadrados. Un monoambiente en San Francisco no baja de US$ 3.000 por mes cuando en Miami se consigue por US$ 1.000. Por eso crecen otras ciudades para emprender, como Los Ángeles y Phoenix y, al este, Miami y Nueva York. Surgen otras zonas donde florecen nuevos talentos. En Miami, por ejemplo, hay un creciente ecosistema de emprendedores que trabajan en un clima más distendido y colaborativo, sin tanta presión ni competencia como en California. El Demo Day del 1 de noviembre premiará a 10 empresas innovadoras que surgieron del 500 Startups Miami Growth Program. Es apenas un ejemplo.
Jessica Powell fue directora de Relaciones Públicas en Google hasta el año pasado, cuando se fue, agotada de planificar las estrategias para cuidar la imagen del gigante de las búsquedas y otros servicios. Se inscribió en un taller literario y acaba de publicar The Big Disruption, una novela en tono de sátira ambientada adivinen dónde: un gigante tecnológico que basa su poder en las búsquedas online. Fue publicada por Medium y se lee completa en forma gratuita. “Sentí que empezaba a adoptar el papel del abogado del diablo”, dijo Powell sobre su salida de Google en un artículo publicado por The New York Times. Habló de “estancamiento cultural” y fue más allá: “Hay en el Valle una peligrosa monocultura del pensamiento”. La novela de Powell se suma a otras sátiras que se centran en la cultura de la zona, como la película El círculo, de Dave Eggers. No es casual que también cuente la historia de lo que se oculta detrás de un poderoso buscador que se adueña de nuestras vidas (y nuestros datos) con la promesa de un mundo mejor.