La experiencia emocional de las personas que componen una organización es otra de las dimensiones impactadas por la pandemia y las políticas de cuarentena. Pablo Taussig, consultor de Spencer Stuart, analiza este tema crucial para las empresas.
La rápida crisis de COVID-19 ya ha tenido un impacto emocional, social y económico significativo.
Los eventos que se están desarrollando claramente están teniendo un impacto en la productividad y la mentalidad de los empleados. Un estudio realizado en marzo en China mostró que, aunque los niveles promedio de compromiso de los empleados permanecen intactos, la experiencia emocional de los empleados era 10% más baja en la provincia de Hubei, donde surgió el virus y se vivieron las restricciones más fuertes.
Los líderes tienen un control significativo sobre cómo se recordará este momento. Sabemos que los momentos positivos que importan son los que inspiran, elevan, conectan y eliminan la fricción; los líderes tienen la oportunidad de intervenir, con el bienestar de los empleados al frente y adelante.
Es por ello que, ante esta coyuntura, se hace indispensable un tipo de liderazgo comprometido, ya que tiene una parte crucial en la gestión de la experiencia de los empleados en esta crisis.
Para poder ejercer este tipo de liderazgo, los líderes deben reconocer que el impacto en esta experiencia de los empleados proviene de no solo del evento en sí, sino en cómo sus líderes manejan la crisis. Los comportamientos, las reacciones, la comunicación y las políticas de los líderes pueden mejorar, neutralizar o exacerbar las reacciones de los empleados sobre el evento. Los líderes deben gestionar estos eventos de manera rápida, asertiva y ágil; co-creando con sus audiencias en mente, colaborando y desarrollando prácticas constantemente, como las comunicaciones y las políticas.
La posición de los líderes debería ser de “Líder Comprometido” en la crisis actual. La conexión humana llega a ser primordial cuando se gestiona el compromiso del empleado durante los tiempos de cambio. La positividad, la tolerancia a la ambigüedad, la iniciativa, la agilidad de aprendizaje, la sensibilidad emocional, la conciencia, el empoderamiento, la autenticidad y la confianza son músculos del líder comprometido que se ejercitarán en la situación actual.
Muchas organizaciones sueñan con una experiencia de los empleados que haga realidad una cultura de cuidado o de crear una cultura ágil marcada por una mayor digitalización. La crisis generada por la pandemia de COVID-19 es una oportunidad inestimable para que esto se haga realidad. Y el liderazgo debe jugar un papel clave para que ocurra, logrando un impacto duradero en la experiencia de los empleados, en la cultura de la organización, en su proceso de transformación digital y en su agilidad de trabajo.
Los líderes que demuestran una profunda empatía, escucha, bienestar, confianza, transparencia y capacidad de respuesta ágil pueden crear una experiencia única para los empleados y una base cultural de conexión personal, que a su vez construirá relaciones sólidas y duraderas para el futuro.
Para superar el COVID-19, el liderazgo es imprescindible. Y los empleados deben estar en el centro de cómo responden los líderes.