Con la reputación del FMI en juego, el nuevo gobierno tiene la posibilidad de reestructurar su deuda. Pero tiene que encontrar la fórmula para crecer.
El viejo modelo de fijación de precios y controles de capitales de Argentina volvió por enésima vez y está ayudando a crear de la nada un superávit artificial de la balanza de pagos, con la esperanza de que los bonistas se sienten con el nuevo Gobierno de Alberto Fernández y acepten posponer por lo menos un año más los pagos.
Hoy, la economía de Argentina se puede resumir con una escena de un clásico de la comedia, Los tres amigos, en la que el desafortunado e ingenuo personaje que interpreta Martin Short le pregunta a un barman mexicano si el tequila es como la cerveza y este, inseguro de su propia respuesta, le dice: «Eh? tiene un sabor parecidó».
El plan de Argentina para reestructurar su deuda podría funcionar y esta es la razón: la credibilidad del Fondo Monetario Internacional corre peligro. Le prestaron US$ 56.000 millones ?el paquete de ayuda más grande en la historia del organismó al expresidente Mauricio Macri con una línea de crédito especial. El FMI no puede abandonar a Argentina de ninguna manera.
En teoría, el Banco Central podría acumular más reservas en dólares durante el año para reconstruir suficiente liquidez y cubrir los pagos pospuestos, en particular los de la deuda de mediano plazo con bonos en moneda local.
Probablemente esa sea la estrategia de corto plazo más efectiva para conseguir solvencia, afirma Siobhan Morden, directora de renta fija de Amherst Pierpoint Securities para América Latina.
«La estrategia de mediano plazo exigirá monitorear con atención las reservas en moneda extranjera y la efectividad de los controles de capitales durante un período extenso», sostiene Morden, y agrega que todavía no está claro si el Gobierno de Fernández podrá aguantar otro año sin crecimiento y con mucha inflación y pagar sus deudas a tiempo.
Nadie en el mercado parece saber qué será del plazo autoimpuesto hasta marzo para reestructurar la deuda del país con los acreedores extranjeros.
Parece que la clave es el FMI, ya que la mayor parte del dinero que se debe reembolsar el año que viene la prestó el Fondo. Si tiene que pagarles a los bonistas privados este año y sigue en recesión, Argentina no tendrá esa plata.
Para salvar a Argentina de un default inevitable, el FMI tendrá que demostrar una «flexibilidad extraordinaria» y apoyar el aplazo de los pagos de préstamos en el Acuerdo Stand-By, reemplazándolo por un marco de Servicio Ampliado (SAF).
O quizás el acuerdo con el FMI sea político y no técnico. EE.UU., el principal contribuyente del FMI, podría acordar posponer los vencimientos a cambio de relaciones diplomáticas regionales más amistosas. Esto también es posible y así se entendería cuánto le importan a Fernández esas relaciones diplomáticas.
Fernández pasó sus primeros días como presidente electo festejando la salida de prisión de Lula da Silva. También forma parte de los líderes que apoyan al Grupo de Puebla, un grupo de promotores de políticas de izquierda en América Latina en el que también está Lula.
El otro factor es la Venezuela de Maduro. Si Fernández logra un cambio en el plan de pagos del FMI a favor de renunciar al apoyo de su gobierno a Maduro en particular, podría haber sido su mejor movimiento como el nuevo líder de Argentina.
Dicho acuerdo político con Washington permitiría un proceso más rápido para las negociaciones del FMI, dice Morden. Sería un "alivio importante de liquidez" para los inversores en bonos, aunque no necesariamente tranquilizaría a nadie sobre la sostenibilidad de la deuda a mediano plazo y los pagos de intereses que vencen este año.
El miércoles, el Banco Mundial pronosticó otro año de contracción económica para la economía argentina: 1.3% en 2020, que es mejor que la contracción del 3.1% en 2019 y la de 2.5% en 2018.
El Banco Mundial pronostica un crecimiento del 1.4% en 2021 si todo va bien con los acreedores, pero eso es una corrección del 3.5% de su estimación anterior, lo que sugiere que no estaban de acuerdo con esa apuesta en junio pasado cuando publicaron su último pronóstico del PIB mundial.
Argentina eventualmente saldrá de este desastre. Que se declare en quiebra o no depende de los acreedores extranjeros. Y si los acreedores extranjeros rescatan a Argentina o no depende del FMI. El FMI no puede renunciar a Argentina, o se considerarían, si aún no lo son, los mayores fracasos en América Latina por la mayoría de las personas que no son comerciantes de divisas y bonos.