Esferas de plástico de colores brillantes, llenas de bebidas y con nombres como "Lanzador de grúa" o "Manzana prohibida" ocupan miles de estanterías en supermercados o estaciones de servicio en Estados Unidos. BuzzBallz, como se conoce a estos “cócteles listos para beber”, empezó como un emprendimiento y se transformó en una de las mayores marcas de esta industria de 2.000 millones de dólares.
"Estoy viviendo el sueño americano", dice la fundadora y CEO de BuzzBallz, Merrilee Kick. "Construimos un legado. Nos convertimos en competidores en un espacio al que las mujeres nunca llegaban".
14 años después de fundar la marca, Kick transformó a BuzzBallz en una potencia de la industria del alcohol. Además de distribuirse por todo Estados Unidos, la marca se vende ahora en 29 países con unos ingresos anuales de cerca de 500 millones de dólares, según estima Forbes.
Con el crecimiento de la marca, Kick, de 61 años, se convirtió en uno de los mayores casos de éxito de la industria del alcohol, con uno de los mayores logros para una mujer. La antigua maestra de escuela pública oriunda de Plano, Texas, no vendió una participación en la empresa, pero sí cedió el 24,5% a cada uno de sus dos hijos, Alex y Andrew, ahora presidente y vicepresidente de BuzzBallz.
El conglomerado de bebidas espirituosas Sazerac, con sede en Luisiana y propiedad del multimillonario William Goldring, adquirió BuzzBallz en mayo, en una operación totalmente al contado, que Forbes estima en al menos 500 millones de dólares.
Ni Kick ni Sazerac quisieron hacer comentarios sobre el monto del acuerdo, pero, sin aportar documentación, la empresaria afirmó que la cifra real es mucho mayor. Forbes estima de forma conservadora que, después de impuestos, Kick se embolsó al menos 400 millones de dólares. Eso es suficiente para que ocupe el puesto número 84 en la lista anual de las mujeres más ricas de Estados Unidos self made.
La venta a Sazerac es una hazaña inesperada, en una industria con pocas mujeres fundadoras. "Se trata de un sector con mucho capital en marcas institucionales que llevan existiendo tanto tiempo que es extremadamente raro que se inicie algo así", dijo Alix Peabody, fundadora y antigua CEO de la marca de vino en lata Bev, que se vendió a E. & J. Gallo Winery en 2023.
“Una salida de esa escala y ese tamaño, especialmente de alguien que no asumió ninguna financiación, es algo prácticamente inaudito”, sostuvo Peabody.
Rentable desde su segundo año, BuzzBallz se sitúa en el nicho de los adultos jóvenes, o al menos de los jóvenes de corazón. Las ventas son fuertes en el mercado de bebidas RTD, ya que los cócteles preparados suelen ser una de las partes más competitivas de la industria de las bebidas espirituosas, con multitud de nuevos participantes y rivalidades de larga data entre las grandes marcas.
La categoría creció un 30% interanual, según Spins, que hace un seguimiento de las ventas al por menor en todo el país. Según InsightAce Analytic, se prevé que el sector alcance los 5.000 millones de dólares en ventas en 2030.
"No vendí porque no me gustara lo que hacía o quisiera marcharme", dijo Kick. "Vendí por el crecimiento exponencial".
"Es un espacio abarrotado y ella encontró una solución y tuvo la valentía para hacer que funcione", afirmó el presidente de Sazerac, Jake Wenz, que dirigió la operación. "Kick apostó por sí misma con una formación y unos recursos limitados en un sector en el que es muy difícil abrirse camino. Por cada Tito's y BuzzBallz, hay miles de personas que lo intentaron y nunca tuvieron éxito".
Kick atribuye gran parte de su empuje a crecer en una familia que soportó múltiples bancarrotas. Su padre pasó malos momentos y acabó perdiendo su negocio de tala de árboles en Montana porque, como recuerda Kick, carecía de "perspicacia financiera". De niña, recuerda que muchas veces “tenía que arreglárselas” y aprendió a "no rendirse nunca".
En 2009, siendo una profesora de administración de 46 años en Plano, Kick estaba sentada al borde de su pileta corrigiendo trabajos, cuando tuvo la idea de lo que se convirtió en BuzzBallz: divertidos cócteles de alta graduación de alcohol servidos en coloridos recipientes esféricos de plástico fáciles de agararr. "No debería traer esta copa de cristal acá afuera", pensó. "Debería tener un cóctel de plástico, a prueba de piscinas".
El proyecto entusiasmó a Kick, que estudiaba para obtener su máster en Administración de Empresas en la Universidad de la Mujer de Texas y quería conseguir más independencia económica mientras ella y su marido se planteaban divorciarse. No tenía ahorros ni nada a lo que recurrir.
BuzzBallz se lanzó en 2010, después de que Kick encontrara un fabricante en China para producir sus envases, que se vendían a 2,99 dólares cada uno. La autodenominada inventora recuerda que desde el principio quiso que su negocio "sonara como lo que es, para que la gente lo recuerde". Eso funcionó, al igual que su eslogan que subrayaba el espíritu de BuzzBallz: "Buy it by the ball".
Kick tenía talento natural para el arranque. Manejaba el equipo de BuzzBallz, cargaba los camiones y servía muestras en las tiendas. Además de una herencia de 28.000 dólares de su abuelo, Kick cargó al máximo las tarjetas de crédito y pidió anticipos sobre ellas.
Le rechazaron préstamos en todos los grandes bancos de la zona de Dallas hasta que un banco local de la comunidad accedió a un préstamo de 178.500 dólares de la administración de pequeñas empresas. Kick también sacó una línea de crédito para la vivienda de US$ 69.000, que era su parte del depósito de la casa de su familia.
Con ese capital, Kick alquiló un depósito "mugriento" de 7.000 pies cuadrados, compró el equipo para hacerlo funcionar, lo limpió y contrató a un empleado de Craigslist por US$ 13 la hora para gestionar la producción mientras ella daba clases. "Me las arreglé como pude. Tomé cada centavo que pude encontrar y lo volqué en el negocio".
BuzzBallz declaró pérdidas en su primer año. Para el segundo, la emprendedora tenía un millón de dólares de ingresos y 100.000 dólares de beneficios. Después del tercero, Kick, que se describe a sí misma como “aterrorizada por las deudas”, pagó su préstamo y dejó de dar clases.
Pero la empresaria seguía necesitando más dinero para hacer crecer el negocio. La gran oportunidad para BuzzBallz llegó en 2012, cuando un agente de distribución le sugirió que asista a una feria de mayoristas. Con su hijo mayor, Alex, entonces en la universidad y de vacaciones, Kick condujo desde Texas hasta Las Vegas para trabajar en un stand de 10 por 10 que costaba 2.000 dólares. Dio sus frutos: en un día, 15 estados se anotaron para la distribución.
A pesar de la reacción positiva en la feria, Kick seguía esforzándose y construyó BuzzBallz poco a poco en un sector en el que, debido a que los grandes conglomerados de bebidas espirituosas dominan la mayoría de las ventas, los distribuidores se centran en las marcas más reconocidas.
"Es tan difícil abrirse paso en nuevos mercados, y hacerlo sin rondas de recaudación de fondos", dijo Jill Kuehler, fundadora y CEO de Freeland Spirits, con sede en Oregón. Explicó que expandirse significa desembolsar mucho dinero, meses antes de tener ingresos. "Ella fue capaz de hacerlo manteniendo el 100%, algo inaudito y súper inspirador".
Al principio, Kick vendía BuzzBallz en mano a los minoristas hasta que los consumidores empezaron a pedirlo. En 2014, las ventas crecieron dos dígitos en almacenes y supermercados como Walmart, 7-Eleven, Circle K y Walgreens. El negocio siguió despegando y, en 2016, BuzzBallz tenía unos ingresos anuales de 20 millones de dólares, ya que los cócteles se convirtieron en los más vendidos en 7-Eleven y QuikTrip, así como en estadios deportivos y en aerolíneas como Spirit. Más tarde llegaron H-E-B y Albertson's. En 2019, las ventas superaron los 100 millones de dólares.
"Mi principal objetivo era ser independiente y dar a mis hijos algo con lo que pudieran ser autosuficientes, tener un trabajo al salir de la universidad y hacer dinero", afirmó Kick. "Nunca estuvo en mis planes aceptar dinero de capital privado".
Ser propietario de la cadena de suministro de BuzzBallz fue fundamental. A medida que la marca crecía, Kick comprendió que tenía que controlar la cadena de producción de sus emblemáticas bolas de plástico, y acabó trasladando la producción fuera de China. En la sede de BuzzBallz en Carrolton, la planta de plásticos donde Kick fabrica las esferas patentadas se encuentra ahora cerca de las oficinas que ella define como el sueño de Willy Wonka, si tuviera un negocio de alcohol.
Más allá de la fabricación de plásticos, la empresa matriz de Kick, Southern Champion, también produce vodka, ginebra, ron y el bourbon que utiliza BuzzBallz, al tiempo que vende en exclusiva las bebidas alcohólicas que hace a otros minoristas, como 7-Eleven y H-E-B, que almacenan bebidas alcohólicas con sus propias etiquetas.
Kick rechazó durante años a los inversores que querían una parte de su negocio, pero al final, quiso hacerlo crecer. "Quería a alguien que entrara y tuviera grandes armas", dice sobre los posibles compradores. "Que supiera cómo penetrar en el mercado, que tuviera el respaldo legal y el poder que yo no tenía, así como más puntos en la calle para ayudarnos a distribuir nuestro producto".
Hace tres años, BuzzBallz intentó vender, y Sazerac (que posee más de 400 marcas, desde Pappy Van Winkle hasta el whisky Fireball) consideró el precio demasiado alto y pasó de largo. En 2024, sin embargo, Sazerac se abalanzó sobre la adquisición tan rápido que Kick aceptó el trato en pocas semanas.
Wenz, de Sazerac, afirmó que la empresa espera mejorar la distribución y las tasas de venta de BuzzBallz, y seguir impulsando la marca en el extranjero.
Mientras BuzzBallz entra en su siguiente fase, Kick y su familia (incluido su marido, Tim, con quien la empresaria se reconcilió y que se desempeñó como director financiero desde 2018) seguirán al mando. Los cuatro firmaron contratos de trabajo para los próximos cuatro años.
Con 1.000 empleados y el nuevo respaldo de Sazerac, Kick cree que la marca está hecha para durar. BuzzBallz vendió casi 7 millones de cajas el año pasado y, antes de la adquisición por parte de Sazerac, tenía previsto aumentar ese total a finales de 2024 a más de 9 millones. Ahora, la fundadora anticipa que el negocio se duplique de nuevo en 2025, ya que BuzzBallz apunta más alto todavía.
"No vendí porque no me gustara lo que hacía o quisiera marcharme. Vendí por el crecimiento exponencial", dijo Kick, "y porque es egoísta retenerlo. Realmente tiene fuerza".