Forbes Argentina
2 Enero de 2025 07.34

Ignacio Ortiz

Las perspectivas para la industria de Alimentos en 2025, según la presidenta de la COPAL

Carla Martín Bonito, presidenta de la COPAL, plantea la necesidad de mejorar la competitividad de la industria y promover una mayor internacionalización para cumplir con el mandato implícito de transformar al país en el supermercado del mundo.

La producción de alimentos y bebidas aporta al empleo y a la economía del país de manera significativa, al representar $ 1 de cada $ 3 que genera la industria, 3 de cada 10 empleos formales en el sector manufacturero, y US$ 4 de cada US$ 10 de exportación. Pero a pesar de su relevancia encontró su techo hace casi 15 años, no justamente por hacer uso del 100% de su capacidad instalada sino por no contar con las condiciones de competitividad para desplegar su potencial, un problema crítico para todo el entramado de su amplia cadena de agregado de valor. Así, el sector se encuentra ante un estancamiento crónico: en 2023, esta industria alcanzó el mismo nivel que había registrado en 2012 y 2013, es decir, 12 años de suma cero cuya persistencia es un desafío a superar que asumió Carla Martín Bonito al ser electa este año presidenta de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), en reemplazo de Daniel Funes de Rioja, quien estuvo 16 años en ese cargo.

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Carla Martín Bonito, presidenta de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL)

La ejecutiva que representa a 33 sectores de la rama industrial y más de 14.500 empresas también decidió renovar la agenda y, luego de un año de transición, encarar los objetivos de la competitividad -a partir de la reducción de la carga tributaria y la desregulación del comercio- y promover una mayor internacionalización para cumplir con el mandato implícito de transformar a la Argentina en el anhelado supermercado del mundo.

Economista de la UBA y Magíster en Administración y Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés, Martín Bonito lleva 13 años en la entidad recorriendo distintas instancias de conducción, y en esta entrevista plantea la impronta que busca darle a su gestión, en un contexto de cambios y transformaciones que afectan transversalmente a todos los sectores.

¿Cómo finalizó 2024 para la industria de alimentos y bebidas?

Fue un año complejo y desafiante, considerando la situación sectorial de nuestra industria, que no estuvo ajena al contexto de recesión. Nuestra actividad registra caídas también de consumo interno y estamos en un nivel de capacidad instalada que ronda el 60%. Sin embargo, el contexto de cambio de la gestión de gobierno nos permitió ser proactivos y acercar una agenda de transición para abordar los temas de la reactivación productiva. Nuestro mayor inconveniente tenía que ver con la falta de insumos y materias primas para la producción vinculadas al sistema de importaciones. Y, por otro lado, todo lo que tenía que ver con la intervención en materia de regulación de comercio, desde la Ley de Góndolas, de Abastecimiento y el fin del control de precios. Después, con el correr de los meses y ya superada esa situación, impulsamos agendas mucho más orientadas a la competitividad y a la internacionalización de nuestros sectores para superar años de estancamiento. 

¿Qué ejes aborda esa agenda de competitividad?

Primero está centrada en recorrer la baja de la presión tributaria en nuestra industria que está en el orden del 40% al 50%, según el sector. Es un punto fundamental para proyectar mejores condiciones de competitividad pensando no solamente en lo que implica en términos de los costos no asociados que terminan impactando en el precio. El régimen de transparencia fiscal expone ese peso de los impuestos a nivel nacional y, en la medida en que las jurisdicciones adhieran al régimen, uno va a tener mayor precisión sobre la carga tributaria consolidada. Esto da la oportunidad de tener precisión sobre la carga real y a partir de ahí transitar la baja a nivel nacional, provincial y jurisdiccional, y tener una conversación distinta sobre las posibilidades de armonización y simplificación tributaria. Como parte de esas medidas estamos proponiendo una cuenta única que permita, para los saldos a favor que arrastran las empresas, tener libre disponibilidad para hacer frente a las obligaciones tributarias y tener una mejor posición financiera respecto del sistema en general. 

¿Ese peso impositivo también convierte al sector en un exportador de impuestos? 

La presión tributaria con la que cargamos impacta en las posibilidades de inserción o de internacionalización de nuestra actividad. Hoy tenemos el desafío de hacer crecer el entramado empresario exportador: del universo de 14.500 empresas que representamos, solo 1.200 registran algún tipo de actividad exportadora y eso significa que necesitamos desarrollar capacidades y una agenda de internacionalización mucho más estratégica, que integre la agenda de competitividad y la agenda de acceso a mercados. En este último aspecto venimos impulsando para distintos destinos un inventario de todo tipo de inconvenientes de acceso que debiera complementarse con la agenda de competitividad, pero también a las ineficiencias de la logística de distribución que impacta entre un 15% y un 30% de sobrecostos, focalizadas en las limitaciones que presenta la propia infraestructura de rutas, puertos y todo lo que hace al sistema.

¿Qué expectativas le genera este gobierno en poder superar esas dificultades?

El Gobierno ha sido bastante explícito de cómo iba a recorrer ese sendero. En primer lugar, el impuesto país con todas las posibilidades de flexibilizar la situación hasta su eliminación; después, las alternativas en torno a los derechos de exportación, donde hay señales en lo concreto que están en algún caso incorporadas al proyecto que el Gobierno impulsó en materia de promoción del empleo y la inversión, con alguna posibilidad de desgravación a la exportación incremental. Sin ir más lejos, Milei acaba también de pronunciarse con relación a las retenciones con una proyección que podría también proyectar la eliminación. Pero en esta vocación de diálogo amplio, siempre pensando en cómo las posibilidades de nuestra agenda de baja tributaria pueden conciliarse con el horizonte de trabajo que se pauta la gestión de gobierno con la premisa fundamental que va guiando las discusiones, que es costo fiscal cero para lo que propusimos distintos escenarios para ir transitando el horizonte de eliminación.

¿Cómo afectó la apertura de importación en algunos sectores de alimentos básicos?

Nuestra dinámica comercial históricamente es muy estable respecto de las importaciones, que es ampliamente superavitaria. Cada US$ 12 que el sector exporta, en promedio importa US$ 1, con lo cual la importación nunca se presentó como una amenaza. Nuestra balanza es favorable en US$ 25.000 millones, pero aun así es importante tener una mirada mucho más profunda y analizar en qué condiciones llegan nuestros productos al exterior. La importación que estamos registrando también cayó en lo que va del año a pesar de la importante recomposición de la disponibilidad de materias primas e insumos que no tienen fabricación a nivel nacional. 

¿Por qué son caros los alimentos en un país netamente productor en todos los rubros?

Las posibilidades de recuperar el consumo en primer lugar se asocian a la recomposición del poder adquisitivo. En ese sentido, la consolidación de este sendero de baja de la inflación contribuye sin ninguna duda a esa posición, y después las posibilidades de concretar la agenda de reducción de presión tributaria, que llega hasta un 50% del precio final del producto. Lo que se presentó en la primera fase del año no fue una novedad, lo que vivimos fue más inflación, pero por la situación o el punto de partida de la recomposición, del atraso que había generado todo tipo de intervenciones. Ahora, lo que deja la evidencia es la consolidación de un sendero con los esfuerzos de todos los sectores para bajar la inflación, y en ese contexto la industria estuvo implicada y comprometida y hoy es contundente que hablamos de desaceleración de la inflación en niveles que superaron cualquier pronóstico. 

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¿Por qué se dieron esos años de estancamiento de la industria alimenticia a pesar de la alta demanda global?

Cuando tomamos el horizonte temporal de los últimos 10 a 12 años, el sector no logra despegar o aprovechar todo su potencial, porque logró niveles máximos que se fueron alcanzando en distintos momentos según los sectores que no se pudieron recuperar. Cuando barremos los 17 sectores que componen el índice de actividad, la mayoría no logra superar sus niveles máximos. Pero también hay que asociar al análisis la capacidad ociosa disponible, porque se hace foco en la ola de inversiones, pero también es necesario poner en marcha la disponibilidad productiva que puede rendir frutos rápidamente. Entonces, también hay que poner el foco en los incentivos para hacer uso de esa capacidad ociosa en lo inmediato y después también pensar en el marco para incentivar las inversiones.

¿Qué tan lejos está entonces el país de ser al fin el supermercado del mundo?

No tengo dudas del potencial que tenemos para poder responder con una mejor posición a la demanda mundial. Hoy tenemos una baja inserción que no alcanza el 1% de las compras globales de alimentos, pero producimos todo lo que el mundo requiere. Así que tenemos que poder asumir el valor indiscutible que esta industria genera y focalizar todos los esfuerzos para tener una mejor inserción, porque la oferta exportable está y la demanda está, lo que tienen que acompañar son las condiciones para tener una mejor inserción de nuestra industria en el mundo. Pero las posibilidades de convertirnos en supermercado del mundo tienen que atender que la matriz de producto de exportación está concentrada en tres complejos principales que son responsables del 77% de la oferta exportable. También hay que trabajar la matriz de destinos, porque los principales 10 mercados de exportación -de los 180 países de destino- absorben el 60% de las ventas, entonces es importante poder diversificar la matriz de productos y la matriz de destinos. 

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