Entre teoremas y conjeturas: Eduardo Sáenz de Cabezón, el matemático que busca crear amistad entre las personas y los números
Durante su visita a la Argentina participó de una conferencia sobre enseñanza de las matemática organizada en la ciudad de San Francisco, en la provincia de Córdoba y estuvo en el Planetario de Buenos Aires.

El matemático español más admirado de Internet llegó a Buenos Aires. Y Forbes Argentina lo buscó en el lugar donde podía desplegar su magia: El Planetario Galileo Galileo. 

Conviene aclarar que en el planetario habitan mucho más que estrellas. Desde que otro matemático, Leonardo Moledo, tomara su dirección, el planetario logró poner ese escenario único como parte de una forma de acercar la ciencia a la sociedad desde múltiples perspectivas. 

Cambiaron las administraciones políticas pero el norte se mantuvo siempre igual. Y así como el universo se expande cada vez con mayor aceleración lo mismo esta ocurriendo bajo la dirección de la física argentina Estefanía Coluccio quien imprimió aún mas velocidad para que se realicen todo tipo de actividades como la de tener la presencia de Eduardo Saenz de Cabezón.

En rigor, la función era un conversatorio circular, aprovechando la geometría del escenario entre un reconocido físico argentino y rock star de las redes sociales, José Edelstein junto al matemático español. La charla se focalizaba en buscar el problema más antiguo que sigue sin resolverse. 

Mientras en la charla iban de chanza en chanza entre la física y la matemática, lo cierto es que esta última no necesita el universo. Podría haber matemática aunque no existiese la materia. Sólo con la nada misma y un ente capaz de formar conceptos las matemáticas son posibles. Esto es así porque si hay nada, el ente será capaz de conceptualizar el concepto de nada. Ese solo hecho permite establecer que la nada sería el cero, y su conceptualización, o sea el hecho mismo de concebir la nada el número uno. Entonces se podría establecer un nuevo concepto: hay nada y una forma de concebirla, ese concepto es el número dos. Y así sucesivamente se pueden definir los números.

Esa idea fue formalizándose desde Giuseppe Peano hasta los trabajos mas acabados de Zermelo-Fraenkel. “Pudimos fundamentar bien nuestra ciencia gracias al trabajo de estos lógicos, muchos de los cuales terminaron locos como Gödel. Pero el caso es que como nos gusta decir a los matemáticos la realidad está sobrevalorada”, se ríe Sáenz de Cabezón por su chanza al físico Edelstein.
 

Eduardo Sáenz de Cabezón durante su visita al Planetario

Hay otra forma menos formalista de ver el nacimiento de las matemáticas. Y es que, incluso para ese ente abstracto, tiene que haber algo que lo impulse a crear: se trata ni más ni menos que se encienda una motivación. Eso es precisamente lo que logra Eduardo Sáenz de Cabezón, en su canal de youtube Derivando, y en todo el trabajo de divulgación que realiza en charlas y libros que impulsan a las nuevas generaciones en la pasión por las matemáticas. 

Quizá el gran motivador de las matemáticas son los problemas. Esas preguntas que se encienden y son a veces muy difíciles de contestar. “Nos pusimos a pensar con José Edelstein que hay problemas que se resisten, y entonces surgió la pregunta: ¿cuál es el problema más antiguo?”, dice Sáenz de Cabezón.

Hay problemas matemáticos que son muy sencillos de formular. Por ejemplo, la conjetura de Goldbach que dice que todo número par se puede escribir como la suma de dos números primos (los números que sólo se pueden dividir por el uno o por sí mismos). “Se formuló en 1742 por Christian Goldbach y su registro viene porque no la pudo resolver y le envió su enunciado al famoso Frederich Gauss. El enunciado es fácil de comprender, no se necesita ser un especialista es algo que se puede entender ya desde la escuela primaria. Sin embargo no se ha podido resolver. Las mentes mas brillantes han pasado por este problema”, señala Sáenz de Cabezón.

Pero si se busca el problema más antiguo se puede ir más atrás. Hace unos 2400 años culminaba una gran etapa en la aventura del conocimiento. El gran Aristóteles mostró el poder del razonamiento humano para abordar todo tipo de problemas, y lo mejor de esa manera de ver el mundo tuvo su expresión en Los Elementos, de Euclides. 
 

José Edelstein, Estefanía Coluccio y Eduardo Sáenz de Cabezón

“En ese libro podemos encontrar lo que yo creo es el problema matemático mas antiguo que aún se nos resista. Se trata de los números perfectos. Son los numeros que tienen una propiedad interesante. Si se suman sus divisores da el mismo numero. Por ejemplo 6 es un número perfecto, la suma de sus divisores es 1 + 2 + 3 = 6. Se denominan divisores propios o sea se exceptúa el mismo número. Bueno no sabemos si hay números perfectos impares. Conocemos números perfectos pares, por ej el siguiente es el 28 que es par y feliz, o sea un número que aconsejo tener como número favorito. Y tampoco conocemos muchos sólo 51 números de este tipo y todos pares. Sabemos algo sobre su forma en un Teorema que se llama Euclides-Euler que sería como tener al Capitán América y a Iron Man. Pero han pasado milenios, tenemos supercomputadores y el problema se nos resiste”, explica Saénz de Cabezón.
 

Si los problemas se nos resisten también están las conjeturas. Se trata de afirmaciones sobre la que hay sospecha de que son ciertas pero aún no se pueden demostrar. “Hay claro conjeturas que se han demostrado falsas, y esa es la gran diferencia con los Teoremas. En Buenos Aires di una charla TED, donde hice la comparación de lo que es una real prueba de amor. Puedes regalarle a alguien un anillo, o unas flores. Pero si lo que quieres es mostrar tu amor eterno, pues entonces regalale un teorema. Un Teorema es algo que sí es para siempre. Pero claro asegúrate de demostrarlo, no vaya a ser que te quedes en una conjetura”, concluye Eduardo Sáenz de Cabezón.