El resultado de las elecciones en los Estados Unidos fue la coronación para reforzar el clima de euforia que vive el Gobierno Milei luego de varias semanas con indicadores económicos que, poco a poco, le empiezan a sonreír.
En diálogo con Forbes, Marcelo Elizondo, uno de los principales analistas del país en materia de inversiones, negocios y comercio internacional, celebra los pasos logrados, pero prefiere correrse del entusiasmo generalizado para marcar una postura más balanceada que analice tanto los aciertos de la gestión como los riesgos que se observan de cara al futuro.
¿Te dejás llevar por este clima de entusiasmo o te parece que todavía queda un largo camino por delante en resolver cuestiones macroeconómicas?
Mirá, estoy tentado de decirte las dos cosas. Yo creo que el estado de situación es muy bueno, mucho mejor que el que yo hubiera imaginado cuando esto empezó hace once meses. La evolución es muy marcada, el equilibrio de presupuesto sostenido, la política monetaria que es la principal razón de las estabilidades, la situación cambiaria que creíamos que a esta hora iba a estar mucho peor, la economía está empezando a recuperarse, se ha avanzado en correcciones de problemas heredados como el déficit cuasifiscal o incluso la vulnerabilidad de falta de reservas en el Banco Central, los pagos pendientes postergados para importadores, se ha avanzado en la agenda de desregulación mucho más rápido de lo que uno hubiera imaginado, incluso en términos políticos el gobierno ha logrado éxitos como la Ley Bases o el tema de los vetos. Ahora, también es cierto que la situación de la Argentina de origen es muy compleja y que hay cosas por hacer y que, si esas cosas por hacer no se hacen bien o no se avanza en la agenda, nadie tiene garantizado el destino. O sea, quedan muchas cosas por hacer como salir del cepo, mejorar la situación cambiaria, sobre todo en materia de reservas, tener garantías de cumplimiento de obligaciones financieras. Pero eso no exime de la muy buena calificación que uno puede darle a todo lo que ocurrió. La verdad es que en once meses se hizo mucho, queda mucho por hacer y obviamente depende de la continuidad de los éxitos de que esas cosas que quedan por hacer se hagan bien.
Mencionaste la cuestión cambiaria que se está manteniendo mucho mejor de lo que se esperaba. ¿Sigue habiendo margen de una mayor apreciación de cara al año que viene o hay sectores productivos que van a empezar a sufrir problemas de competitividad?
Yo creo que efectivamente la Argentina está cara en muchos aspectos, pero no en todos. En materia de servicios públicos seguimos baratos en términos comparativos. En materia de servicios también. Ropa o electrónicos estamos caros, pero salir a comer en los restaurantes en Estados Unidos es más caro que acá. Ahora, para la producción vos tenés costos altos. Ahí tenés dos maneras de resolverlo. La primera es la que muchos reclaman, ajuste cambiario. Eso todos sabemos en la Argentina que es pan para hoy y hambre para mañana. Un ajuste cambiario en la Argentina te desestabiliza el programa de baja de la inflación, se traslada a precios, incluso probablemente afectando mucho la reactivación económica. Entonces, la otra alternativa es bajar costos por el lado de reformas estructurales del lado del gobierno, de regulación, baja de impuestos, eficientización, retiro del Estado en muchas actividades que te permite desburocratizar y por otro lado las empresas tienen que hacer lo propio. La mayoría de las empresas que operan en la Argentina y que no actúan para el mercado externo, están seteadas para un modelo de organización económica a la antigua. Bueno, hoy hay que empezar a desarrollar estrategias competitivas, atributos de diferenciación, innovación, inversión. Va a haber muchas empresas que van a tener que hacer grandes reconfiguraciones, modificación de modelos porque claramente se han quedado con problemas de costos o con problemas de baja escala o con problemas de dificultad de acceso a financiamiento o con problemas de desacople tecnológico. ¿Lo van a poder hacer todos? Probablemente no. Aparecerán empresas nuevas, se debilitarán unas viejas y algunas se reconfigurarán.
¿Cómo estás viendo las primeras semanas de vigencia del RIGI que imagino que es uno de las fuertes apuestas a la hora de recibir inversión externa?
Me parece que es bastante pronto para sacar conclusiones. He visto muchos anuncios de interés hay que ver después en qué medida eso se convalida. Yo llevo computados 60, 70 u 80 mil millones de dólares de anuncios en general. He conocido empresas que te dicen si me aceptan en el RIGI yo ya sé que tengo financiamiento garantizado simplemente porque está la firma de que el proyecto es intra RIGI. También creo que los inversores van a esperar algún tiempo hasta que se vayan concretando algunas cosas pendientes como la salida del cepo. En primer lugar, por las restricciones que supone que todavía hace que si entras con dólares del exterior al tipo de cambio oficial te perdés un porcentaje. Y el otro tema que tiene el cepo es qué pasa el día que salgas. En ese sentido, el triunfo de Trump te da un espaldarazo.
¿Y cómo ves ese flujo de dólares de inversión que por ahí no es tan inmediato como son los flujos financieros, pero sí es mucho más sostenible?
Totalmente. Los flujos financieros se deciden día a día. Hasta los stocks de inversión financiera que tenés pueden moverse de un día para el otro. La ventaja de las inversiones en economía real no solamente es que son más sostenidas, sino que además atraen más inversión, son virtuosas. Porque una vez que invertiste, después necesitas proveedores, necesitas insumos, necesitas redes pymes que trabajen en tu cadena de valor. Probablemente, si la empresa internacional es el foco de una cadena de valor nueva, consiga incluso financiamiento para los terceros. De modo que sí, claramente la inversión en la economía real es más sostenible. Ahora, también es cierto que es más lenta. Si vos tenés 80.000 millones de dólares de inversiones que entraron por el RIGI, bueno, no van a entrar 80.000 millones de dólares de un día para el otro, van a ir entrando gradualmente. Hay una cosa que hay que considerar. La Argentina es, de los países de nuestra región, el que menos stock de inversión extranjera directa tiene en relación a su PBI. Hoy la Argentina tiene más o menos el 0,3% del total del stock de inversión extranjera directa que hay en todo el mundo. Empezó el siglo, hace 24 años, con el 0,9%. Hemos perdido mucho. De modo que a mí no me extrañaría que la estabilización de la economía, la desregulación, el RIGI, empiecen a generar un mecanismo virtuoso en el cual la inversión extranjera crezca cómodamente porque en condiciones normales la Argentina tiene que equiparar condiciones de los vecinos. Perú tiene más inversión extranjera directa nominal, tiene un stock de inversión extranjera directa nominal mayor que Argentina. Hay más inversión hundida en Perú, en Colombia, en Chile, en Brasil, en México que en la Argentina. Eso debe tender por lo menos a equiparar condiciones de países equivalentes.
¿En cuánto tiempo se puede llegar esa convergencia con los países vecinos a nivel inversión?
Hoy estamos destruyendo capital. Estamos con niveles de inversión en relación al PBI que están debajo de 10%. Se calcula que entre 14 y 15% del PBI te sirve para amortizar y mantener el stock de capital sin afección. En condiciones normales, una economía como la Argentina debería tener el 20% del PBI en inversión. En los momentos de mayor tasa de inversión en relación al PBI, que fue la última parte de los 90', la Argentina tenía 22% o 23%. Ahora, si vos me preguntás, ¿eso es alcanzable el año que viene? No. A lo mejor eso es alcanzable dentro de 3 o 4 años y en los próximos 18 meses podamos llegar a un nivel de entre el 18% y el 20%.
Algo muy atado a las inversiones extranjeras son las exportaciones, que también tienen un peso muy bajo en Argentina comparado con otras economías. ¿Cuál sería el nivel razonable al que habría que aspirar?
En materia de comercio internacional, el año pasado la Argentina generó el 0,22% de todas las exportaciones mundiales. Cuando empezó el siglo, en el año 2001, generaba el 0,41%. Y hace 60 años generaba el 0,80%. Las exportaciones en relación al PBI, sumando bienes y servicios, en Argentina están más o menos en un 16%. En Latinoamérica, el promedio está entre 26% y 28%. En el mundo es más de 30%. Por lo tanto, la Argentina, si quisiera tener el promedio mundial, debería exportar el doble de lo que exportó en 2023. Debería estar exportando 130 o 140 mil millones de dólares. Y, para eso, se necesitan varias cosas. Primero, que avancen las reformas domésticas que la Argentina ha puesto en marcha, que para mí van en el buen sentido. En segundo lugar, que luego las empresas hagan lo propio, porque la mejora en la capacidad competitiva internacional es de las empresas. Y yo creo que una tercera cosa, que en algún momento se va a tener que plantear y que claramente todavía no se ha planteado, es la mejora en el acceso a mercados externos. Yo creo que la Argentina va a tener que avanzar como terceros países en celebrar tratados de libre comercio o acuerdos de preferencias arancelarias recíprocas o de complementación económica o de inserción comercial.
¿Crees que la llegada de Trump y su política de aumento de aranceles no complica esta idea de celebrar acuerdos de libre comercio?
El mundo sigue celebrando acuerdos de libre comercio. Desde la pandemia hasta acá se celebraron más de 50 en el mundo. Últimamente se han celebrado acuerdos muy importantes entre Corea del Sur e Israel, entre la India y Australia, entre la Unión Europea y Nueva Zelanda. Es cierto que los acuerdos de libre comercio son distintos que antes, que el mundo se ha puesto más discriminativo. Es más, el mundo está generando restricciones al comercio para los que no son aliados y facilitación intra mercados para los que sí son aliados. Por lo tanto, si Estados Unidos se pone más proteccionista, bueno, buscaría otros mercados. En el Mercosur hay en este momento propuestas de acuerdos de libre comercio presentadas por distintos países como la India, Canadá, Corea del Sur, Japón. Y yo tocaría avanzar con eso. Ahora, en relación al proteccionismo de Trump, vamos a ver si la suma de aranceles es para todos o es solamente para los que no son aliados. Eso no me queda claro. Trump es bastante impredecible. Yo lo veo como muy discriminativo, muy poco institucionalista, bastante arbitrario. Veamos si para la Argentina realmente hay un prejuicio o no. Yo creo también que Trump está planteando una economía con doble estándar. Para la vieja economía industrial, aranceles. Para la nueva economía de los intangibles y de capital intelectual y de los servicios, reducción de costos, bajas de regulaciones, reducción de la injerencia estatal y más competitividad. Habría que ver cómo juega todo eso.
¿Cómo ves el escenario externo de cara al 2025 ya sin el efecto blanqueo?
En materia de dólares, yo creo que hoy tenés una mejora relativa destacable. Vos mejoraste entre 7 y 8 mil millones de dólares la posición de reservas netas del Banco Central desde que empezó el gobierno, aún cuando todavía estás un poquito más de 4 mil millones negativo. Ahí han influido varias cosas, yo creo que primero influye un superávit comercial muy holgado, este año la Argentina va a tener el mayor superávit comercial de su historia con 18 mil millones de dólares y que el agro liquidó todo, que al principio había sido renuente a liquidar. Tenés el blanqueo que aportó 20 mil millones de dólares y tenés lo que podríamos denominar el carry trade, una ecuación de tasas contra dólares que ha sostenido la oferta. Hacia adelante vas a necesitar más. Primero, con un acuerdo con el FMI que genere fondos frescos de entre 10 y 15 mil millones. Eso está casi descontado con la llegada de Trump. Más algo que consigas en mercados voluntarios si sigue bajando el riesgo país. Eso generaría un círculo virtuoso y que empiecen a ingresar dólares por otras vías. Si vos ordenás lo básico, mantenés la estabilidad actual, empiezan a entrar dólares del RIGI y empezás a conseguir financiamiento voluntario, te va a potenciar el ingreso de dólares. ¿Cuáles son los riesgos que tenés? Que la política de Trump genere un fortalecimiento del dólar que provoque una tensión cambiaria en el mundo con el debilitamiento del valor de las monedas emergentes. Lo que más miedo me da es eso. En particular si Trump tiene una política fiscal más relajada.
Es inevitable pensar en lo que ocurrió en el 2018, con un escenario internacional muy similar durante el primer gobierno Trump. ¿Se puede repetir o las reformas iniciadas por Argentina la vuelven menos expuesta a estos fenómenos?
No lo sé, va a depender de muchísimos factores. Lo que sé es que está el riesgo de que se fortalezca el dólar y complique a la Argentina desde la presión cambiaria y desde la competitividad. A lo mejor tenés fundamentos sólidos y no sos vulnerable como en aquel entonces. Lo que es muy diferente al 2018 es que las reformas que se le reclamaban a Macri se hicieron. Eso hace que el escenario argentino sea muy distinto al del 2018.