Contagiar la innovación: cuáles son las empresas semillero que inspiran nuevos emprendimientos
La cultura que se respira en las startups inspira a nuevos futuros fundadores que se animan a dar el salto con varias lecciones ya aprendidas. La visión de la cooperación.

¿Podría haber un YouTube sin un PayPal? ¿Qué tiene en común la empresa pionera de los pagos digitales con la plataforma de videos? Lo mismo que puede tener en común con Tesla o LinkedIn: todas fueron creadas por exempleados de PayPal. Tanto Chad Hurley, Steve Chen y Jawed Karim -fundadores de YouTube- como Elon Musk o Reid Hoffman pasaron por los inicios de la empresa, antes de que fuera adquirida por eBay en 2002. Ese grupo de emprendedores, conocidos bajo el nombre de la PayPal Mafia, vivió en primera persona un fenómeno cada vez más contagioso en el mundo startup: integrar las filas de un emprendimiento es la mejor manera de inspirarse a emprender. 

En Colombia sucede con la Rappi Mafia, en Uruguay ya se habla del efecto PedidosYa, y en la Argentina hicieron lo suyo los unicornios, que ya están viendo los frutos de su influencia en una nueva camada de emprendedores exitosos. Endeavor habla de "efecto multiplicador" para referirse al impacto que tienen los emprendedores que traspasa el mero liderazgo de sus compañías. Se trata de la "bola de nieve" que se genera cuando un fundador inspira a sus empleados a construir sus propios negocios, comparte sus conocimientos como mentor o incluso invierte en otras empresas para acelerar su crecimiento. 

Según un relevamiento de Endeavor, de MercadoLibre se desprendieron 90 compañías fundadas por exempleados y se invirtieron en otras 25. Por otro lado, el caso de Globant fue el que tuvo el mayor efecto multiplicador: más de 430 exempleados lanzaron sus propios negocios, el grupo asesoró a más de 200 fundadores e invirtió en otros 30 proyectos. 

"Es común observar que muchas startups funcionan como escuela de nuevos emprendimientos debido a la invaluable oportunidad que representan para aprender de fundadores referentes que han enfrentado desafíos que seguramente se asemejan a los que se les presentan a los nuevos fundadores", explica María Julia Bearzi, directora Ejecutiva de Endeavor Argentina. Según la experta, es importante promover activamente esta filosofía de aprendizaje compartido "ya que los emprendedores tienen la oportunidad de evitar errores comunes y adoptar herramientas y metodologías que han sido exitosas para otros fundadores". 

Hernán Corral, COO y cofundador de Pomelo, ingresó a trabajar en MercadoLibre cuando la empresa no tenía más de 300 empleados, y entró en el equipo de MercadoPago, donde eran solo cinco. Para Corral, haber vivido en primera persona la génesis de una compañía como MercadoLibre fue la escuela perfecta para convertirse en emprendedor. Allí, cuenta, aprendió a hacer muchas cosas de cero, a embarrarse para que las cosas pasen y que el resultado de una gran innovación o un gran logro no es ni más ni menos que la sumatoria de múltiples pequeños esfuerzos del día a día. "Era común escuchar a Marcos Galperin hablar de que íbamos a ser la empresa más grande de Latinoamérica y, si bien parecía una locura en ese entonces, confiabas que se podía. El tener una gran ambición a largo plazo, pero al mismo tiempo enfocarse en la ejecución de corto, es fundamental. Esa experiencia de 12 años fue claramente mucho más nutritiva que cualquier MBA o estudio que haya podido hacer", admite.

Hernán Corral, uno de los fundadores de Pomelo, trabajó en MercadoLibre. Sus socios, Gastón Irigoyen y Juan Fantoni, también trabajaron en corporaciones que los formaron. 

Hoy, Pomelo es una de las grandes disruptoras del ecosistema fintech. Su principal innovación consiste en modernizar y regionalizar la infraestructura que utilizan los sistemas financieros en los diferentes países de América Latina. De hecho, es la primera vez que se construye una infraestructura regional que permite que una misma empresa (Rappi, Bitso, o Ripio por ejemplo) expanda su negocio fintech a múltiples mercados, a pesar de las diferentes jurisdicciones, regulaciones y hábitos de consumo.

Aprender de los mejores

No hay mejor manera de aprender que haciendo y los integrantes de estas "mafias emprendedoras" coinciden. El caso de Pomelo surgió como resultado de la experiencia de sus fundadores y, sobre todo, a partir de su frustración trabajando en servicios financieros en América Latina. Antes de fundar la compañía, los socios de Corral también tuvieron la oportunidad de pasar por las filas de grandes firmas: Gastón Irigoyen, actual CEO de Pomelo, fue CEO de Naranja X, mientras que Juan Fantoni, CCO, fue director de Fintech de Mastercard. 

Los aprendizajes fueron clave para lo que vino después, y Corral los divide en el qué y en el cómo. "Arrancando por este último, nos sentimos muy cómodos iniciando cosas de cero y con pocos recursos. Por otro lado, apuntar a la excelencia desde el inicio, tolerando el error y tomándolo como una fase clave del aprendizaje. En el qué, fue ver en primera persona las limitaciones de la infraestructura incumbente y las dificultades para generar innovación en una industria altamente regulada y la oportunidad de hacer un gran negocio en base a esta oportunidad", explica el COO.

Matías Burstein, uno de los fundadores de Calm, trabajó en Linio, donde dice que vio lo mejor de los mundos, el emprendedor y el corporativo.

Con origen en México, la influencia de la mafia de Linio también llegó a territorio argentino. Según datos de Endeavor, la compañía pionera del ecommerce mexicano inspiró la creación de 66 startups. Calm fue una de ellas, creada por el ingeniero industrial Matías Burstein.

Burstein estuvo en los orígenes del desembarco de Linio en Argentina, desde donde vio lo mejor de los dos mundos: la compañía mezclaba las buenas prácticas que traía la operación global ya consolidada, pero permitía también conocer los primeros clientes y dar los primeros pasos en la nueva filial. "Estaba la sensación de vivir el proyecto como propio y veíamos el impacto de lo que hacíamos al día siguiente", recuerda Burstein, quien también forjó lazos fundamentales para su carrera en ese momento. Por ejemplo, Matías Casoy, su jefe en ese momento, luego fue CEO de Rappi en Argentina y ahora es emprendedor. Incluso en ese entonces la operación en México estaba liderada por Carlos García Ottati, que luego fundó el unicornio Kavak. 

"En las startups se aprende muchísimo más rápido y si algo no sale bien, pivoteás enseguida. Algo que me sirvió mucho para luego armar Calm fue tener una visión 360° del negocio, cosa que no podés ver cuando estás en una compañía grande. En Linio entendí cómo funciona un ecommerce y todos sus puntos, desde el producto hasta cómo se cobra, la parte logística y comercial", reconoce Burstein, quien tomó como aprendizaje también la importancia de hacer realmente parte del negocio al equipo a través de herramientas como bonos o hasta programas de stock options. Hoy, en su empresa que innovó en la forma de vender colchones trabajan 90 persones y hace tres meses inició su expansión internacional con un primer pie en Brasil.

Comerse el mundo

La experiencia en startup en muchos casos también se combina con un pasado corporativo. Ambos caminos tienen sus enseñanzas, sin embargo, se trata de visiones muy distintas. "En una gran empresa uno llega a ver hasta donde alcanza su rol. Hay muchas políticas ya definidas y a veces no entendés el porqué de cada una, mientras que en una startup sí, lo que hace que los equipos estén más comprometidos", opina Burstein, que pasó por corporaciones como Quilmes y P&G al inicio de su carrera.

Una experiencia similar tuvo Santiago Lorenzo, CTO y cofundador de la fintech Menta. Aunque admite que siempre tuvo el gen emprendedor, inició su recorrido profesional en Visa y luego en Prisma Medios de Pago. "La corpo genera una sensación de seguridad y suma credenciales, pero uno no puede participar de su estrategia. Hay muchas capas. En la startup uno busca comerse el mundo, se puede crear, volar y desafiar el statu quo", menciona.

Santiago Lorenzo tuvo un derrotero por el mundo emprendedor antes de la creación de Menta: "Me preparé toda mi carrera profesional para esta experincia". 

Lorenzo se metió de lleno en el mundo emprendedor cuando los fundadores de la tecnológica redbee lo convocaron para crear venturesbees, la pata inversora del proyecto. Sin embargo, ya había tocado de oído el tema mientras colaboraba con unos amigos fundadores de GoodPeople, un marketplace de deportes extremos que luego adquirió Avenida.com. Tras esa fusión nació Avenida+ y Lorenzo se sumó al equipo como Chief of Staff, para dirigir proyectos especiales y ayudar a rearmar procesos. Esa experiencia le permitió vivir en primera mano situaciones como armar el equipo de Tecnología desde cero o salir a levantar capital. 

"Después de eso me llamó Ale Quirno, mi actual socio, y me contó sobre Menta. Yo me había preparado toda mi carrera profesional para esta experiencia. Todo el pasaje por distintas corpos y startups me llevó a tener el conocimiento para emprender este proyecto", asegura Lorenzo. 

Hoy, la compañía que creó junto con Quirno y Virginia Folgueiro, actuales CMO y CEO, respectivamente, opera en Argentina y México, y emplea a 35 personas. Para Lorenzo, que ya venía de sentir un proyecto en carne propia, el salto hacia un emprendimiento propio no fue tan grande. Pero sí notó un cambio fundamental: "Cuando tenés la libertad para construir y opinar vivís a la startup como propia. Pero la mayor diferencia que noto es que antes, si llegaba el punto en el que no podías resolver algo, sabías que alguien se iba a encargar. La última línea de fuego son los founders. Y esa es la gran responsabilidad ahora, cuando uno crea su propia organización. Lo que hoy siento distinto es que me voy a dormir todos los días pensando en que toda la gente que forma Menta y sus familias son responsabilidad mía, especialmente en un mundo tan cambiante como el de las startups".

Círculo virtuoso

Ver dolores en primera persona suele ser una fuente de inspiración para que los nuevos emprendedores busquen soluciones dentro de las industrias donde ya tienen experiencia. "Aunque no es condición, tiene su lógica y es muy común. Básicamente se debe a que ya posee experiencia y conocimientos en ese sector específico, lo que le brinda una ventaja competitiva al emprender. El hecho de que un empleado haya sido parte de una startup exitosa dentro de cierta industria puede inspirar a otros a seguir el mismo camino, creando así un ciclo virtuoso de emprendimiento en ese sector", explica Bearzi, de Endeavor.

Algo así ocurrió con Ruuts, una startup de impacto con la misión de escalar la agricultura y ganadería regenerativa en América Latina. Pablo Francisco Borrelli, uno de sus fundadores, trabajó en Ovis 21, una empresa B fundada por su padre, pionera en la introducción de prácticas de producción ovina y ganadera sostenible. "Lo que vimos es que para escalar la adopción del manejo regenerativo que propone Ovis 21 a través de su escuela y de su red de nodos era importante empezar a generar más incentivos de mercado atado a los resultados ecológicos y también traer más tecnología para poder digitalizar toda la data que esos productores estaban generando. Esos dos frentes los estamos atendiendo hoy con Ruuts, desarrollando una plataforma tecnológica para capturar toda la información de campo y generar proyectos de créditos de carbono que pagan un diferencial a los productores ganaderos que empiezan a regenerar sus tierras", menciona Borrelli.

Pablo Francisco Borrelli, de Ruuts: "Trabajar en red es fundamental para lograr impacto". 

Para el CEO, algo que lo inspiró a emprender fue ver el impacto que podía generar una compañía: "El aprender sobre el poder de la empresa como organización transformadora de la realidad me voló la cabeza, y que impacto y negocio pueden retroalimentarse positivamente. Además, descubrí que trabajar en red es fundamental para lograr este tipo de impacto". 

Algo similar vivió Gastón Murillo, CEO de Sancho, que antes pasó por Koi, una aceleradora de startups, venture capital y company builder. "Como tal, está totalmente involucrada dentro del ecosistema emprendedor y desde el trabajo en el día a día identificamos el problema que decidimos abordar con Sancho. Observamos una gran ineficiencia dentro del ecosistema emprendedor, lo que resulta en un alto índice de cierre de startups en sus primeros años de vida", dice Murillo. 

El emprendedor identificó que la dificultad para integrar a todos los jugadores del ecosistema en un mismo lugar genera problemas de gestión y comunicación. Como resultado, los emprendedores muchas veces están poco acompañados, no encuentran recursos que los ayuden a seguir adelante y en algunos casos no saben gestionar del todo bien sus recursos, como su tiempo y su dinero. Desde esta perspectiva, Sancho nació con la misión de convertirse en una plataforma integral que reuniera a emprendedores, inversores, aceleradoras, asociaciones, proveedores y otros actores clave en una misma plataforma desde la cual puedan comunicarse, gestionar mejor sus negocios, recibir recomendaciones, brindarse apoyo mutuo y formar una comunidad sólida que impulse a más emprendedores a llevar al mercado soluciones innovadoras y exitosas. 

Para Murillo, la experiencia en Koi fue fundamental para animarse a emprender. "En Koi, la cultura de innovación y la implementación de ideas disruptivas son valores fundamentales. Además, se fomenta que los empleados se sientan dueños de su trabajo y que actúen como emprendedores dentro de la empresa. La capacidad de ser proactivo, innovador y sentirme dueño de mis proyectos en Koi me proporcionó las herramientas y la confianza necesarias para emprender mi propio camino con Sancho", reflexiona.

Un nuevo concepto de competencia

En un mercado donde el talento escasea, pensar en dar herramientas para la autonomía puede parecer una amenaza. Sin embargo, en el mundo startup se trabaja con otra mentalidad. El ecosistema emprendedor tiene un concepto de cooperación incluso en la competencia. "En las startups todos forman parte de lo que se crea, no hay un Superman", opina Lorenzo, y relaciona esta mentalidad a la cultura que se respira. "La cultura se come a los procesos en el desayuno. Es lo más importante, porque genera un espacio donde nadie se vuelve imprescindible y el producto nos trasciende. Es una forma distinta de hacer negocios", agrega.

Gastón Murillo creó Sancho con la misión de convertirse en una plataforma integral que reuniera a emprendedores, inversores, aceleradoras, asociaciones, proveedores y otros actores clave 

El propósito de esta mafia es que se siga replicando el modelo y que esta "bola de nieve" arrastre a cada vez más futuros fundadores. "Me encanta formar emprendedores y que cada uno deje su impronta. Cada proyecto en Calm es como un mini emprendimiento, donde te hacés responsable de los resultados y vas creciendo a medida que crece la compañía", destaca Burstein. 

Para cerrar el círculo, Lorenzo, cuyo padre también fue emprendedor, ahora juega con su hijo de 9 años a crear un emprendimiento y ya están pensando juntos un producto: "Forma parte de lo que uno transmite. Es tan así que me pasó en mi propia casa".