En entrevista con Forbes Uruguay el director de United Breeders & Packers (UBP), Alejandro Berrutti, habló sobre el negocio de la carne que el país exporta, pero también de la importada y del boom del consumo de cerdo en los últimos 15 años. Su empresa cuenta con oficinas en Brasil, Argentina, Perú y Dinamarca y comercializa carne a más de 60 mercados. Además, es productor ganadero de Angus y explicó por qué apostó por desarrollar su propia marca con esta raza, que es cada día más protagonista del stock vacuno uruguayo.
¿Hace cuánto están en el negocio de intermediación de carne?
Arrancamos en el 2004 con el negocio de la exportación de proteínas, principalmente desde Uruguay de carne vacuna y ovina. A raíz de los contactos que hicimos en el mercado y de pedidos que algunas empresas uruguayas nos hicieron sobre determinados productos de carne de cerdo que no conseguían, comenzamos a explorar ese nicho de mercado. Hoy te diría que la importación de carne se ha transformado en el eje central de la empresa, tanto en carne vacuna, cerdo, como aviar.
¿Con qué mercados están trabajando para la importación a Uruguay?
En lo que son cortes de cerdo, principalmente desde Brasil, donde actuamos de representantes de una industria frigorífica brasileña (Saudali). Después de Europa traemos las grasas que se utilizan en la industrialización de las chacinerías. Ahí el origen es diverso, ya que no solo se busca calidad sino también precios. Hoy esos destinos son básicamente Bélgica y España. Cuando las exigencias son de mayor calidad, ahí el origen es Dinamarca.
El consumo de cerdo en Uruguay per cápita ha crecido en forma importante en los últimos años. ¿Tiene espacio para seguir o está cerca de su techo?
Uruguay consumía razón de unos 10 kilos por persona y hoy está en unos 16 kilos. O sea, tuvo un crecimiento de 60% en unos 15 años. Eso se dio básicamente como un sustituto de una proteína económica similar a la carne vacuna. Se popularizó un corte, que hoy es un producto ancla en los distintos supermercados, que es la bondiola. No hay carnicería en Uruguay que no tengan su pizarrón de oferta de carne a la bondiola. Ese es el producto de cerdo que el consumidor uruguayo más aprendió a cocinar. Dejó de consumir el cerdo solamente en las festividades como era tradicional. Antes el carré de cerdo se consumía sobre fines de diciembre. Después el supermercado, lo que no vendía, le quedaba arrinconado en una punta de la de la góndola de congelados esperando a que alguien lo llevara. Hoy eso cambió y el consumidor encuentra carré de cerdo, bondiola, solomillo, distintos productos a un precio muy razonable para el bolsillo de la población en general.
Además de intermediario, estás en la pata primaria de la carne vacuna como productor ganadero con una cabaña Angus en Estación José Ignacio (La Tarambana). ¿Por qué ese negocio y cómo estás viendo las perspectivas para el sector ganadero a futuro?
Está en el génesis del nombre de nuestra empresa (UBP), la unión de los criadores con la industria frigorífica. Hace 20 años detectamos que había una necesidad de la industria frigorífica, que era el aprovisionamiento de la materia prima. Es decir, a partir del suministro de la de materia prima, se generaban los negocios de exportación de carne vacuna. Desde ese momento, hemos visto toda la evolución del sector ganadero. Desde aquellos novillos que se mataban con 6 y 8 años, a tener hoy un 10%-15% de la faena con animales de 2-3 años. Hay una clara evolución. Además, tenemos la exportación de ganado en pie, hoy un fusible muy importante para el Uruguay para el criador de terneros. Tradicionalmente el ternero en el país valía menos de US$ 1 (por kg en pie), hoy prácticamente triplica esos valores (US$ 3) y es lo que hace que la cadena ganadera sigua traccionando y empujando.
¿Por qué escogieron Angus para desarrollar su negocio de cría de ganado?
Porque cuando salimos al mundo nos piden carne con historia, con marca. Además, de poder estar vinculado a mi profesión como ingeniero agrónomo, que no ejerzo, y ser un emprendimiento de recreación familiar, entendimos que ponerle la marca familiar a la carne que semanalmente vendemos en los supermercados del mundo, en Perú o Colombia, tenía un plus y lo hemos logrado. Lo hicimos con Angus porque el mercado te pide Angus certificado. Cuando se trabaja en una marca propia tiene que estar respaldada por un producto de calidad. Por eso fuimos un poco hacia atrás en la cadena, no solo trabajando con criadores, sino también proveyendo con genética de primera línea para darle a ese consumidor final un producto con determinada calidad.
Como en todo sector siempre hay amenazas...
Obviamente no son siempre maduras, hay también verdes. Hoy vemos con cierta preocupación en el sector ganadero que son pocas las industrias frigoríficas que hay en el Uruguay. Hay 15-18 plantas exportadoras, pero dos grupos extranjeros (Marfrig y Minerva) tienen más del 50% de la faena. Entonces, si la operación de venta de Marfrig a Minerva se aprobara (N de R, en la mañana de este miércoles la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia reafirmó su primer fallo contrario a la compra), quedaría un volumen de faena en manos de una sola empresa y eso nos genera una gran preocupación para el futuro.
Ustedes participan en ferias internacionales y están en contacto permanente con importadores de distintos mercados, ¿cómo está el posicionamiento de la carne vacuna hoy?
La carne que predomina, la que la gente tiene en la cabeza, lamentablemente no es la de Uruguay por marketing. Sabemos que Argentina está muy bien posicionada sobre todo en Europa y Brasil en el sudeste asiático por volumen. De todas formas, el importador sabe que la carne uruguaya tiene la certeza, la seguridad que necesita para cualquier negocio. Es decir, una línea de aprovisionamiento continua para la carne que sabe que, si una caja dice lomo, lo que tiene dentro es lomo. Eso el importador lo sabe y lo premia. Es un gran diferencial que tiene el país no solo con los actores privados de la industria frigorífica, sino también a través de las instituciones que están detrás como el Ministerio de Ganadería, el Instituto Nacional de Carnes (INAC), o las acciones diplomáticas que se llevan adelante en distintos mercados y que han permitido abrir nuevos destinos pese a aranceles muy elevados como pasa hoy con Japón o Estados Unidos. Uruguay tiene una red de contención de mercados. El año pasado, más del 50% de las ventas iba a China y hoy está por debajo del 40%. Si bien comenzamos a perder pie con los precios de Argentina y Brasil en China, Uruguay encontró rápidamente alternativas en destinos como Estados Unidos, Japón, La Unión Europea, o el negocio kosher con Israel para colocar ese volumen de carne.
¿Qué temas son cruciales para mejorar el acceso pensando en la próxima administración de gobierno?
Son varios, pero la apertura de los mercados y mejorar el acceso sigue siendo un debe. Hay mercados donde hoy no accedemos no porque el país no pueda sino por cierto quietismo, por inacción de distintos gobiernos que han pasado. Por otro lado, para quien es exportador, tener un atraso cambiario de esta magnitud juega en contra de este negocio. Obviamente que hay que buscar sus equilibrios porque sabemos que un dólar más alto también tiene sus costos en materia de inflación. Por otro lado, hay que seguir trabajando en los distintos actores del sector en el marketing de Uruguay como un proveedor de primera línea.