Uruguay, un país con casi 3,4 millones de habitantes y una superficie total de 176.215 kilómetros cuadrados, cuenta con expectativas de crecimiento inminentes por ser un país calificado con grado de inversión, amplio acceso al crédito de largo plazo (25 a 30 años) y una inflación promedio del orden de 7% hace ya casi 20 años. Hoy es el país de menor riesgo de Latinoamérica según el índice EMBI que elabora JP Morgan.

Más allá del contexto de complejidad económica que se vive a nivel global, la recuperación de la actividad de este país se refleja en los indicadores de inversión, un mercado laboral estable, las exportaciones y el consumo, entre otros sectores, según un relevamiento del Banco Central de Uruguay en febrero de este año.

Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) prevé un crecimiento del PBI del 3,2% en Uruguay para este año, cifra compartida por el FMI.  Con una inflación interanual del 8,15%, analistas del mercado prevén un aumento sostenido de precios cercano al 6,6% para los próximos 24 meses, mientras que las expectativas de los empresarios se mantienen cerca del 8%.

En este contexto y potenciadas por el factor de la cercanía entre países, las inversiones argentinas no tardaron en llegar. Tal es así que, de acuerdo con datos de la Dirección Nacional de Registros uruguaya, cerca de 90.000 argentinos hoy son propietarios de inmuebles en Uruguay, de hecho, entre octubre y noviembre del año pasado, se registró un boom de operaciones: los inversores argentinos triplicaron el promedio de compra de inmuebles a partir de agosto y la construcción de viviendas promovidas se mantuvo en alza.

El principal atractivo se centra en Montevideo: una opción de inversión segura principalmente por sus precios, expensas accesibles y un retorno para inversiones de renta que ronda el 5% anual neto en dólares. Para inversiones de capitalización la rentabilidad esperada se eleva hasta el 12% anual. Sucede que más allá del Río de la Plata se erige un mercado sólido, caracterizado por su seguridad jurídica y reglas del juego claras para los inversores.

Perspectivas para los próximos años

La pandemia evidenció las fortalezas del país: la expansión monetaria, las medidas de flexibilización regulatoria y las líneas de garantías de crédito ayudaron a sostener a las empresas. De cara al futuro, una visita reciente del FMI destacó la importancia de reconstruir el espacio fiscal mientras se apoya la recuperación, se abordan las presiones inflacionarias y se avanza en reformas estructurales. Con este panorama, el organismo elevó al alza sus proyecciones de crecimiento para la economía uruguaya en 2022, al pasar de una estimación de 3,2% a una proyección de 3,9%, y, para 2023 prevé que el PIB en Uruguay tenga una expansión de 3%.

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En este contexto, Vitrium Capital alienta a quienes se animan a diversificarse más allá de los límites fronterizos locales, ya que, los números son claros y es un lugar seguro para invertir. Su alto grado de cohesión social, solidez del sistema financiero, calidad institucional y reservas internacionales son algunos de los pilares de la estabilidad de Uruguay.

(*) La columna fue escrita por Federico Gagliardo, CEO y fundador de Vitrium Capital