De ver la luz, la nueva divisa, que compartiría espacio con el real brasileño y el peso argentino, conformaría la segunda unión monetaria más grande del mundo
Leyendo el Financial Times, leo que Brasil y Argentina, o mejor dicho, que los presidentes que representan a la economía brasileña y a la economía argentina han acordado la puesta en marcha de una serie de trabajos que tienen como objetivo final la creación y puesta en marcha de una moneda común que pretende unificar, aún más, a estas dos potencias latinoamericanas. De acuerdo con estos, hablamos de un proyecto bilateral que, según ellos, nace con la intención de dar respuesta a muchos de los problemas que atraviesan y a los que deben enfrentarse muchas economías de la región, a la vez que serviría como alternativa a un dólar del que estos países, como sabemos, son cada vez más dependientes.
El proyecto, que se presentó en una cumbre que reunía a Alberto Fernández, presidente argentino, y a Lula da Silva, presidente de Brasil, es todavía una iniciativa de la que tenemos que conocer muchos detalles, pero hemos de señalar que hablamos de una nueva moneda que ya tiene hasta nombre. El sur, que será el nombre con el que conoceremos a esta nueva divisa, pretende ofrecer respuestas a muchos problemas mediante su uso en el mercado común, en los flujos financieros y comerciales, y con el objetivo de reducir los costos operativos, la vulnerabilidad, así como, en última instancia, el uso de un dólar del que, como digo, son muy dependientes este tipo de economías.
De ver la luz, la nueva divisa, que compartiría espacio con el real brasileño y el peso argentino, conformaría la segunda unión monetaria más grande del mundo, por detrás del euro. Teniendo en cuenta que el euro representa alrededor del 14% del PIB mundial, el sur representaría, aproximadamente, el 5% de dicho PIB; y hablamos de una unión latinoamericana, pues el 5% se ha calculado tras la integración de todas las economías de la región por la intención de ambos mandatarios de sumar al proyecto al resto de economías que conforman la región. En otras palabras, hablamos de un proyecto bilateral, pero que trataría de integrar a todas las economías de esta emergente región.
En el pasado, el proyecto, pese a haberse planteado, fracasó por la oposición del banco central de Brasil a la creación de esta moneda común. No obstante, en el presente, la ideología que comparten ambos mandatarios, en un escenario en el que sus relaciones comerciales se han disparado y las transacciones se han multiplicado sustancialmente frente a otros años pasados, podría allanar el terreno y facilitar la puesta en marcha del proyecto. De hecho, hablamos de las dos economías que, hoy, lideran el comercio de todo el bloque que conforma la unión comercial.
Por tanto, hablamos de un proyecto que podría acabar viendo la luz.
Con todo, hablamos de un proyecto complejo. El euro, como bien sabemos, fue una moneda común que se introdujo después de 35 años de largas y muy discutidas negociaciones. El sur, en el caso de que vea la luz, no tardaría mucho menos. Como digo, la puesta en marcha de una moneda común requiere concretar muchos detalles, así como despejar muchas incógnitas que aún desconocemos. Además de todos los pactos que esta nueva divisa traería para todos aquellos que se acogieran a ella. Pero ello no quita que hablamos de un proyecto que, pese a su complejidad, podría ver la luz.
Si me preguntan mi opinión sobre la creación de esta moneda, debo seguir conociendo detalles para poder dar una respuesta definitiva. Hablamos de dos economías emergentes, complejas y con una dudosa capacidad institucional. Los precedentes con los que cuentan estas economías, atendiendo especialmente al caso argentino, no ayudan mucho, y la situación que atravesamos en estos momentos tampoco nos deja ver con claridad el horizonte. Sin embargo, ello no quita que el trasfondo que tiene este debate me parezca muy interesante y necesario en una economía como la argentina.
Al margen de una moneda común con Brasil, Argentina tiene, y desde hace años, un problema monetario muy serio. La crisis permanente en la que vive Argentina, con un peso cada día más devaluado y un dólar cada vez más inaccesible, expone la necesidad que tiene Argentina de encontrar alternativas útiles que permitan a los argentinos mantener, en la medida de lo posible, el poder adquisitivo. Y que se hable de alternativas, de proyectos, y de medidas, incluyendo aquí la propia dolarización, es una necesidad en una economía que precisa reformas de mucho calado.
En conclusión, podemos quedarnos en la superficie, comentando la viabilidad de esta nueva divisa y sus hipotéticos usos en la práctica. No obstante, también podemos seguir indagando en ese problema monetario al que hago mención y en esas soluciones que precisa Argentina para huir de una inflación monstruosa y un peso que ya no recupera la credibilidad. Solo esta es la manera de huir de esa crisis permanente en la que se encuentra el país.