Un optimismo condicionado y muy volátil
Francisco Coll Morales Economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia
Francisco Coll Morales Economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia
Cuando los economistas analizan la situación macroeconómica que presentan las distintas economías, lo habitual es hacer un seguimiento mensual o trimestral, teniendo en cuenta que los cambios que pueden darse en el entorno, hasta que llegan a la economía, no son inmediatos. No obstante, en un escenario de excepcional incertidumbre como el que vemos a día de hoy, estos mismos economistas no pueden perder la vista ni un segundo de lo que ocurre en el entorno. Pues numerosos sucesos siguen perturbando la economía y, como podemos apreciar en las previsiones que publican los distintos organismos, confeccionar previsiones fiables, incluso a corto plazo, se ha convertido en una tarea casi imposible.
En un escenario tan incierto como el que se nos presenta hoy, resulta bastante complejo analizar el comportamiento de las economías, así como extraer previsiones fiables que nos permitan pronosticar la evolución que prevén tener estas economías en el corto, medio y largo plazo. La cantidad de sucesos que se dan en el día a día, en adición al impacto que tienen todos estos en las distintas economías, dificultan el trabajo a unos economistas que, cada cierto tiempo, se ven obligados a realizar reajustes en unos cuadros macroeconómicos que, como puede apreciarse en estos mismos informes, quedan desfasados a las pocas semanas de publicarse.
Si contrastamos los informes publicados hace escasos meses por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los que publica el organismo a día de hoy, podemos darnos cuenta rápidamente que, atendiendo a estos, no ha habido ni un solo trimestre en estos últimos tres años el que el organismo no se haya visto obligado a aplicar reajustes como consecuencia de esta incertidumbre y los numerosos cambios que se han ido dando en el entorno. Y como prueba de ello, también podemos observar lo ocurrido con la economía argentina, la cual ha experimentado revisiones al alza y a la baja en cada uno de los pronósticos que ha ido publicando el organismo; mientras que en octubre de 2021 se espera un crecimiento para 2022 del 2,5%, en enero se esperaba un 3%, y hoy un 3,9%.
Mientras que, en 2021, Argentina era una de las economías que menos preveía crecer durante el presente ejercicio, hoy, la nueva previsión sitúa a la economía argentina como una de las que más crecimiento prevé registrar durante este año. En cuestión de meses, el escenario que planteaban los organismos ha desaparecido para dar paso a otro, completamente distinto y, en este caso, más favorable. Pero esta misma situación, siendo esto lo que quiero decir con la información que transmito en los párrafos anteriores, puede volverse en nuestra contra y actuar como un arma de doble filo si no somos prudentes y cautos a la hora de aplicar políticas y confiar en unas previsiones que, como vemos, presentan una volatilidad desmesurada.
Para entender lo que comento, podemos atender al caso colombiano. Hace diez meses, en Forbes Colombia, comentaba que Colombia era una economía
desmarcada, siendo Colombia la economía de América Latina que más preveía crecer atendiendo a los pronósticos. Las previsiones que publicaba el FMI en ese momento reconocían a la economía colombiana como la economía que pretendía liderar el crecimiento de la región al cierre de año. De acuerdo con las cifras que publicaba el organismo para esta importante economía latinoamericana, el país pretendía cerrar el año con crecimientos que podrían situarse entre el 9% y el 10%. Sin embargo, en cuestión de meses, y debido a esta incertidumbre citada, la economía colombiana ha pasado de ser la más puntera a ser una de las más rezagadas en materia de crecimiento; pasando de un 8,1 % en 2022 a un 1,2 % en 2023, y pudiendo llegar a situarse en el 1,7 % en 2024.
Como podemos apreciar, en cuestión de meses, el escenario que presentaba la economía colombiana ha cambiado por completo. Mientras que hablábamos de una economía que pretendía liderar el crecimiento en la región, hoy hablamos de una de las economías que más se enfría en los pronósticos. Y al igual que le ha ocurrido a la economía colombiana, esto también podría ocurrirle a la economía argentina. Pues la economía argentina está tan expuesta, o más, a los mismos riegos que enfrenta la economía colombiana. Y en el caso de Argentina, teniendo en cuenta las debilidades
que presenta el país y la escasa capacidad para afrontar los problemas de manera unilateral, un giro de 180 grados como el que ha vivido Colombia podría ser, incluso, más peligroso.
Por el momento, la actitud del gobierno argentino y, especialmente, del ministro Massa es la correcta. Los pactos con el FMI siguen dándose, y pese a las intenciones de ciertas facciones políticas, la ortodoxia sigue predominando en una economía que, hace años, la abandonó con las consecuencias que hoy se viven. Por esta razón, las previsiones son buenas y, como resalta la CEPAL, la buena senda podría situar en buen lugar a la economía argentina a final de año. Pero de la misma manera, una mala actuación por parte de la clase política y la adopción de malas decisiones, pese a lo que muestren hoy los pronósticos, podría cambiar íntegramente el escenario que vemos hoy; situando a la economía argentina al borde de un colapso del que, hasta ahora, se
ha ido salvando.