Un llamado a la acción para proteger a las niñas, niños y adolescentes de la Argentina
Yukiko Arai Directora de la Oficina de País de la OIT para la Argentina
Yukiko Arai Directora de la Oficina de País de la OIT para la Argentina
Cada 12 de junio, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Se trata de una ocasión clave para crear conciencia y difundir mensajes de sensibilización pública sobre este grave problema social.
A nivel mundial, más de 160 millones de niños, niñas y adolescentes trabajan y, de ese total, casi la mitad realiza trabajos peligrosos que amenazan su salud, seguridad y desarrollo. Estas cifras estuvieron reduciéndose durante las últimas dos décadas, pero la tendencia se revirtió debido a la pandemia, las crisis económicas y los conflictos armados.
Aunque en América Latina y el Caribe se mantuvo una tendencia descendente, actualmente, en esta región aún trabajan cerca de 8,2 millones de niños y niñas de 5 a 17 años.
En la Argentina la situación también es preocupante. De acuerdo con los últimos datos oficiales disponibles en el país, 1 de cada 10 niños y niñas de 5 a 15 años realiza al menos una actividad productiva. Esta cifra se duplica en las zonas rurales, donde la pobreza y la vulnerabilidad son más altas.
En este contexto, con el apoyo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (MTEySS), la OIT Argentina presentó la campaña “Prestá atención. El trabajo infantil pasa cerca tuyo”. Mediante una experiencia audiovisual inmersiva narrada por Lalo Mir, se invita a conocer tres historias ficcionales, basadas en casos reales, de niños y niñas que son víctimas del trabajo infantil. La campaña comenzó en La Rioja, siguió en la ciudad de Buenos Aires y continuará de manera itinerante por más provincias del país.
La Argentina, que cuenta con un marco legal robusto, instituciones y políticas eficaces, logró antecedentes muy significativos, impulsados por un diálogo social sostenido del gobierno y de las organizaciones de empleadores y sindicatos. Además de haber ratificado los convenios 138 y 182 de la OIT, recientemente se constituyó como País Pionero de la Alianza 8.7.
El antídoto contra el trabajo infantil impulsado por la pobreza es el trabajo decente para las personas adultas, para que puedan mantener a sus familias y enviar a sus hijos e hijas a la escuela, no a trabajar. En ese aspecto, el sector empleador juega un papel determinante, ahora más que nunca.
La Agenda 2030 resalta la importancia de las alianzas y el papel fundamental del sector privado para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Cada vez más empresas realizan la debida diligencia para identificar, prevenir, mitigar y rendir cuentas sobre los impactos negativos, reales y potenciales, de sus operaciones. En esto influyen su responsabilidad de respetar los derechos humanos según los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos y la Declaración Tripartita de Principios sobre Empresas Multinacionales y Política Social de la OIT (Declaración EMN).
Sin embargo, aún existen numerosos desafíos. Más allá de las propias instalaciones, el trabajo infantil, incluso en sus peores formas, puede encontrarse a lo largo de la cadena de suministro, en las prácticas de subcontratistas o en las comunidades locales cercanas a ciertos tipos de operaciones empresariales.
Esta situación de “posible vínculo” representa una de las principales fuentes de riesgo. Además, perjudica la reputación de una empresa y afecta sus resultados, con impactos significativos en los precios de las acciones. La erradicación del trabajo infantil se vuelve aún más importante a medida que Argentina se integra cada vez más al comercio mundial. Para abordar este problema, el primer paso es identificarlo, desarrollar conciencia y comprender sus causas y efectos.
Como parte del llamado global a la acción, desde la OIT invitamos a las empresas a profundizar y fortalecer su participación en nuestra alianza para prevenir y erradicar todas las formas de trabajo infantil.
*La columna fue escrita por Yukiko Arai, directora de la Oficina de País de la OIT para la Argentina