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¿Tres para un tango? Iterar escenarios para 2022

Marina Dal Poggetto Economista y directora ejecutiva de Eco Go Consultores

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3 Noviembre de 2021 09.30

Nuevamente las PASO coordinaron un grotesco movimiento de la política digno de una tragicomedia de enredos que hasta podría ser divertida si no fuera por que nos tienen a todos adentro de la pantalla. 

Es que a la necesidad imperiosa de cerrar un acuerdo con el FMI frente a un Banco Central de la República Argentina (BCRA) que se está quedando sin reservas netas y un Tesoro con dificultades para rollar los vencimientos de la deuda en pesos se le suma ahora un cimbronazo al interior de los tres espacios que definen el juego de la política (el Gobierno, la oposición y el FMI). 

Esto agrega dificultades adicionales a la viabilidad de que aparezca un programa económico enmarcado en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para el día después de la elección definitiva que evite un nuevo cambio de régimen inflacionario. Vale recordar que, por la ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública (Ley 27.612) enviada al Congreso en septiembre de 2020 (y que fue aprobada y reglamentada en el primer trimestre de 2021), todo acuerdo con el FMI debe ser aprobado por mayoría simple en el Congreso. 

Es cierto que, a diferencia de 2019, la derrota del Gobierno pone piso a precios de activos ridículamente bajos “si el rumbo de la Argentina no es Venezuela”. Y, si los activos argentinos no valen cero, la brecha cambiaria no es infinita y te alejás de los escenarios de disrupción monetaria como los vividos en los años 70 y 80

Pero el camino a 2023 es muy largo y ciertamente no es lineal frente a un mundo que empieza a visualizar la salida de la pandemia de Covid-19 y de la enorme liquidez volcada por los principales bancos centrales de los países desarrollados.

Banco Central

Tal como muestra el último informe mensual de EcoGo Consultores, seguimos barajando los tres escenarios que presentamos en nuestro memo “Primera lectura post PASO”, pero con una reasignación de las probabilidades de ocurrencia. El programa mediocre de ajuste gradual que mantenía la inflación en torno al 50% en 2022 enmarcado en un acuerdo rápido con el FMI que venimos incluyendo como escenario base en nuestros informes encuentra dificultades crecientes para ser convalidado por el FMI y la oposición, mientras aumentan las chances de que no haya un plan hasta marzo y que el Gobierno, con un BCRA sin reservas, empiece a “pedalear en el aire”.

Ello se debe a que las dificultades para alcanzar el juego cooperativo quedan trabadas por el cambio en el posicionamiento de fuerzas (si el 14 de noviembre se replica el resultado de las PASO, el Gobierno perdería la mayoría en el Senado y se alejaría aún más del quórum propio en la Cámara de Diputados) y fundamentalmente por las propias internas dentro del Gobierno, de la oposición y ahora también del FMI. Es difícil bailar y coordinar este tango de a tres frente a las internas abiertas dentro de cada uno de los espacios que participan del juego.

Si bien dado el corner en el cual se encuentra metido el Gobierno aparecen voces dentro de la coalición y más cerca de los gobernadores que proponen anticipar las correcciones en 2022 en base a un programa de shock (que podría encontrar cooperación) buscando tomar aire de cara al año electoral, lo cierto es que la disputa luce lejos de estar zanjada. En tanto, varias de las decisiones que se están tomando para intentar achicar la diferencia de casi 10 puntos porcentuales en contra de la coalición de gobierno (41,5% versus 31,8%) obtenida a nivel nacional en las PASO de cara a la elección de noviembre van a contramano de un programa rápido. Amén que el resultado definitivo puede ayudar o no a ordenar el espacio, dependiendo de si se confirma la derrota o se achican las diferencias. 

Por lo pronto, el impacto fiscal efectivo de las medidas barajadas viene siendo bastante más acotado de lo que trasciende. Hasta ahora las medidas concretas incluyendo el complemento al salario familiar anunciado en los últimos días suman $ 80.000 millones adicionales en 2021, por lo que nuestra proyección fiscal de $ 1,5 billones ($ 815.000 millones en el último trimestre) luce defendible y el financiamiento monetario no implosiona. 

Por su parte, el cierre al cepo redujo transitoriamente la sangría de dólares y le da margen al BCRA para sostener el ritmo de devaluación al 1% (con la inflación arriba del 3%) los días hábiles que faltan hasta la elección.

Cómo se sale de ese brete va a depender del ordenamiento de la coalición después del resultado definitivo. Lo más intuitivo es que intenten acelerar el crawling peg a un ritmo más parecido a la inflación, pero, si siguen pedaleando en el aire y la brecha pasa factura, las presiones sobre la nominalidad y sobre el dólar oficial van a aumentar y no poco en los primeros meses de 2022.

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