Muchas marcas de alimentos y bebidas lanzan cada año productos innovadores con el objetivo de ampliar su oferta. Los nuevos productos implican un cambio en su formulación y buscan ganarse un lugar en las góndolas para que los consumidores los conozcan, prueben y se fidelicen. Estos lanzamientos son considerados innovaciones, que pueden variar en sabor, textura o color, y las hay desde muy simples a muy complejas según su proceso de producción.
Para que todo esto suceda, el primer paso es realizar un testeo de producto con consumidores para realizar un análisis profundo del producto innovador y evaluar si está listo para salir a la góndola.
Ahora bien, situándonos en lo que es un testeo de productos propiamente dicho se trata de una metodología cuantitativa que arroja un "semáforo" sobre si el producto está listo para ver la luz, si tiene que ser sometido a cambios o si directamente no está a la altura de lo esperado. Para esto, se trabaja con personas que están dispuestas a probar el producto y dar sus opiniones sobre sabor, textura, color, aroma; es decir sobre variables organolépticas.
Las personas que participan de estas encuestas/testeos cumplen con perfiles a los que se orienta el lanzamiento. Puede ser un rango etario, género, un hábito de consumo, entre otros. Una vez hecha esta selección se hace, lo más simple posible la presentación del producto y, un elemento muy importante es lo que llamamos prueba "BLIND", ciega, donde nunca se devela la marca para no sesgar las respuestas.
En escalas del 1 al 10 se pone a prueba cada elemento del producto. Luego, por medio de un modelo estadístico de análisis, podemos recomendar a los equipos de desarrollo los 3 caminos posibles a seguir: lanzar al mercado (las que superan el 80% de aprobación), modificar alguna de las variables y volver a testear (entre el 50 y 60% de consentimiento) o no seguir con el desarrollo (las que cuenta con menos del 30% de aval).
¡Se testea todo tipo de productos! Dulces de leche, chocolates, gaseosas, hamburguesas, lácteos, aderezos, por mencionar algunos. Por ejemplo, en septiembre realizamos un testeo con la participación de 400 consumidores de lácteos. Se evaluaron dos marcas en relación con su propuesta innovadora, probando aspectos como sabor y cremosidad, entre otros. El resultado mostró que el producto innovador superó a las marcas ya establecidas en varios indicadores, aunque aún se debían mejorar ciertos aspectos para alcanzar la versión ideal.
En una plataforma diseñada íntegramente por nosotros volcamos las encuestas y hacemos allí el análisis de los resultados. Aquí es donde aconsejamos y evaluamos con el cliente si el producto tendrá éxito tal cual está, si hay que realizar alguna modificación o si se descarta.
Lo interesante es que esta metodología no ha variado en el tiempo, es de las pocas donde seguimos requiriendo de los entrevistados de forma presencial para tener controlado todo el proceso de prueba de producto. Para poder reemplazar a las personas la IA debería aprender sobre cómo degustamos los humanos y eso es algo muy personal. La tecnología o el reemplazo de paladares en este sentido lo veo como algo muy lejano.
Es clave hacer una buena segmentación de los perfiles de consumidores con los que contamos para hacer estas evaluaciones. Las personas son y serán el mejor termómetro para decir lo que les gusta y lo que no.
*Natalia Gitelman, Directora General de DatosClaros