En un mismo día recibí unos 50 mensajes con la captura de pantalla en la que el Silicon Valley Bank (SVB) se enorgullecía por estar entre los mejores bancos 2023 según Forbes US. Fue, claro, antes de su colapso. Al día siguiente, en las redes, se veían tweets anunciando el beso de la muerte. Es decir, tres portadas de Forbes y un ranking en el que sus protagonistas, tiempo después, cayeron en desgracia. Pero hagamos un zoom.
Una fue la de Elizabeth Holmes, fundadora de Theranos, una empresa que prometía revolucionar los análisis clínicos con una gota de sangre extraída del dedo. Con Henry Kissinger, George Shultz y William Perry en su board, la empresa llegó a contar con 5.000 empleados y ser valuada en US$ 9.000 millones. Holmes, con US$ 4.500 millones, ingresó al puesto 110 de los 400 más ricos de EE.UU. y fue la primera mujer en superar los US$ 1.000 millones. Llegó a la tapa en 2014. Una investigación periodística del Wall Street Journal inició la caída de ese imperio hasta llegar a cero: toda la tecnología era un fraude. La serie es muy recomendable.
Sam Bankman Fried, con una fortuna de US$ 26.000 millones gracias a su crypto también fallecida FTX, ocupó el puesto 41 de los más ricos de EE.UU. y fue tapa. Pero, en noviembre de 2022, la crypto se declaró en bancarrota y día a día surgen más irregularidades de transferencias de clientes a cuentas personales de Bankman Fried por más de US$ 2.000 millones. En octubre empezará un juicio con ocho causas por las que puede enfrentar hasta 115 años de prisión.
Adam Neumann fundó We Work, que en 2010 llegó a valorarse en US$ 47.000 millones con 425 propiedades en 27 países y casi 400.000 miembros pero casi colapsa al fallar su salida a la Bolsa. Tuvo que dejar la empresa en 2019 (también tuvo su serie entretenida). En su apogeo, por supuesto fue tapa de Forbes. Ahora va por la revancha con su nueva empresa Flow (sin relación con la Argentina), que intenta revolucionar el mercado de las rentas de viviendas en EE.UU.
Con respecto a la aparición del SVB en el ranking, aún no he leído nada sobre mis colegas de Forbes US, pero quizás una pista sobre lo sucedido la dé Eduardo Costantini en la entrevista de esta edición. Lo cierto es que nadie preveía su caída.
Sobre el “beso de la muerte”, es famosa y célebre la maldición que pesó sobre Sport Ilustrated (SI), revista de la que se decía que su portada traía mala suerte. El mito se extendió durante décadas hasta que la propia revista decidió tomarse el tema en serio, lo investigó y concluyó que, de las 2.456 portadas que había publicado, 913 presentaban a una persona o equipo que sufrió alguna desgracia verificable. La mayoría de esos casos (52,7%) fueron malas pérdidas o pésimas actuaciones de un equipo, seguidas de descensos en el rendimiento individual (44,6%), mala pérdida o pésima actuación de un individuo (25,2%), fracaso en la postemporada (13,4%), lesión o muerte (11,8%) y pifia o mala jugada (4,6%).
Es una nota extraordinaria que incluyó consultas a estadísticos, psicólogos deportivos y otros expertos para explicar el fenómeno. A lo largo de la historia, la humanidad ha sido seducida por lo que los lógicos llaman la falacia post hoc o de correlación coincidente. Si el Evento A tiene lugar antes del Evento B, es tentador concluir que A causó B (en la pandemia se utilizó mucho para tomar ciertas restricciones absurdas). Pero la pregunta que muy en serio se hacía SI es si no aparecer en la portada hubiera liberado a esos deportistas (o, en nuestro caso, a esos empresarios) de sus desgracias. Por supuesto que no. Pero, por las dudas, Sport Illustrated decidió cerrar el tema con una portada épica, con un gato negro como protagonista: si de verdad traía mala suerte, su aparición en la tapa bien podría conducir a su desaparición, como una especie de suicidio asistido.
Forbes sobrevivió a dos guerras mundiales y en 106 años de historia sin duda hubo portadas o rankings más acertados que otros. Pero es la trayectoria que ilumina a emprendedores exitosos, audaces y honestos la que inspira el lema del primer día: la revista de los que sueñan y los que hacen. Así seguiremos