Como en las cajas chinas, vamos desde afuera hacia adentro: vivimos en un mundo inmerso en un periodo de transición demográfica. Mientras la tasa de natalidad baja, la expectativa de vida sube y la mediana de edad de la población mundial, que en 1950 era de alrededor de 23 años, ya superó los 30 y, según los expertos, sobrepasará ampliamente los 40 para finales de este siglo.
Este angostamiento de la pirámide poblacional está haciendo colapsar los sistemas jubilatorios del mundo. Y ya sea por ese motivo o porque los adultos mayores gozan de niveles de salud, vitalidad y productividad incomparablemente altos con respecto a generaciones precedentes, las carreras laborales tienden a extenderse cada vez más.
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Esta realidad se manifiesta en la conformación de empresas y equipos de trabajo en los que conviven distintas capas etarias y en la consiguiente apertura de dos opciones relativas a esta diversidad: aprovecharla y celebrarla o tratar de evitarla y sufrirla.
Desde distintas aproximaciones científicas nos llegan datos auspiciosos con relación a las competencias y habilidades de los mayores de 50: su creatividad, su capacidad de toma de decisiones y su aptitud para la transmisión de experiencias y saberes están en su apogeo y generan un maravilloso combo con su cultura de la responsabilidad y la valoración del trabajo.
Pero son muchas las organizaciones que, en lugar de aprovechar estas fortalezas, solo ven debilidades y van generando formas, a veces sutiles, a veces brutales, de ir segregando a los mayores hacia una periferia que funciona como la antesala de una prematura desactivación profesional.
En un momento en el que la tecnología es central a prácticamente todas las industrias y en el que los jóvenes genios emergen como los héroes de la época, es fácil construir el estereotipo del viejo desactualizado, balbuceante en su incapacidad de mantener un diálogo fluido con los nativos digitales. Un estereotipo tan burdo como poco inteligente, improductivo e ineficaz.
Un equipo diverso es una maquinaria hecha de engranajes que cumplen distintas funciones, y el lubricante para que se articulen armónicamente es la capacitación.
Mayores y menores, todos estamos subidos a una ola incesante de cambios. No solo de tecnologías, sino a veces también de paradigmas. Y todos podemos enfrentarnos, de la mañana a la noche, con tareas que nos signifiquen adaptarnos a radicales cambios funcionales y operativos.
Entregar en forma sistemática herramientas de actualización a los miembros de un equipo de trabajo, aportarles nuevos saberes y ponerlos al tanto del estado del arte de las disciplinas que hacen a su tarea, es ayudar a construir un lenguaje común y a que el todo se engrandezca potenciando las capacidades de las partes.
Nada de esto parece un gran descubrimiento, pero son muchas las empresas que invierten más en la actualización de sus dispositivos que en la de su gente. O que buscan buenos por conocer con ciertas habilidades, antes de enseñarle esas mismas habilidades a los buenos conocidos.
Afortunadamente también hay organizaciones que entienden la importancia de la integración, la promueven y disfrutan de sus resultados. A propósito de esto, en UCEMA Senior, la escuela de actualización de ejecutivos y profesionales +50 de la Universidad del CEMA, estamos redondeando una experiencia absolutamente enriquecedora: fuimos elegidos por Unilever para capacitar a los sesentennials que acudieron a la convocatoria de su innovador programa de pasantías laborales para mayores de 60 años. Como las dos iniciativas son bastante recientes, vale extenderse un poco en definir, sobre todo, sus objetivos.
A mediados de año, en la Universidad del CEMA dimos forma a UCEMA Senior, habilitando una puerta privilegiada para los adultos mayores, especialmente a aquellos que pudiendo descansar en sus logros deciden actualizar sus saberes e ir por más. Y los primeros estudiantes tomaron cursos de Transformación Digital, Finanzas Personales y Manejo Patrimonial y Actualización Tecnológica en Comunicaciones Personales.
Independientemente, en septiembre, Unilever, una de las mayores corporaciones en el mundo del consumo masivo, lanzó la convocatoria a su programa de pasantías laborales sesentennials, revalorizando el aporte de los +60 a sus equipos profesionales. La respuesta fue masiva y, no casualmente, ambas iniciativas se encontraron.
UCEMA Senior desarrolló y dictó un programa de actualización para los elegidos que se incorporaron a la empresa. Y además ofreció a todos los inscriptos en forma gratuita una Certificación Sesentennial, que hoy están cursando más de 200 personas. Con temáticas como Tendencias Digitales, Transformación Digital, Agilidad, Customer Experience y Analítica de Datos.
La experiencia está siendo un éxito y el grupo, entusiasta y comprometido, se va preparando para integrarse a los desafíos de la época desde una organización o un emprendimiento personal en los que aplicar su experiencia, sus fortalezas y su vigencia.
*La columna fue escrita por Matías Castano, director UCEMA Senior