¿Qué pueden aprender las empresas de Messi y Gran Hermano?
Cintia González Oviedo Directora de Bridge The Gap
Cintia González Oviedo Directora de Bridge The Gap
Con el COVID se empezó a hablar de la importancia de la resiliencia en el liderazgo. A partir del mundial, Messi se convirtió en el caso emblemático de este nuevo tipo de liderazgo, que marca un cambio, a partir de un perfil más bajo, el reconocimiento del rol de su esposa en su éxito y otras características que lo diferencian de la cultura tradicional que conocíamos en el mundo del fútbol. En mis capacitaciones, utilizo mucho una escena de un partido con Brasil, donde los hinchas arengan en contra de los brasileños, y con el simple gesto de Messi, todos dejan de hacerlo de forma automática, sin cuestionar nada.
En las empresas, profundizamos en el liderazgo del management, y uno de los aspectos relevantes que detectamos entre los nuevos estilos de liderazgo, es que se enlazan con los nuevos paradigmas de las masculinidades. Y, como parte del pulso de época, me parece importante impulsar capacitaciones en el ámbito del liderazgo y, a la vez, como un fenómeno de cultura. En sentido a esta tendencia, podemos visibilizar en la figura de Marcos, de Gran Hermano, un chico que si bien es super hegemónico, desde el lado de la belleza, en primer lugar, encarna un gran medidor de audiencias. Se trata de un varón de muy bajo perfil que no confronta, no va al conflicto, pero que sí marca los puntos claramente cuando se siente atacado, pero siempre desde el respeto.
Durante el reality, ha manifestado muchas conductas respetuosas también con las mujeres de la casa, por ejemplo, no haciendo comentarios sobre los cuerpos, marcando un rol claro también frente al otro varón, como ser Alfa, que también es una figura fuerte y muy popular del reality. Incluso dentro del programa varias veces se señaló que quizás fuera gay por ser “demasiado respetuoso”.
Hago este análisis de este varón de GH porque es un gran medidor de audiencias y lo que tracciona el engagement en la época. En primer lugar, porque es una figura que no solamente seduce a las mujeres por su atractivo físico, sino que generó un alto nivel de fanatismo de los varones centennials de Twitch, o sea los pibes de las nuevas plataformas.
En Facebook, también es alguien muy querido por las llamadas “señoras de Facebook”, que lo ven como el hijo que toda madre quiere tener. En TikTok y Twitter fue traccionando 3 veces más de interacciones que el resto de los finalistas. Lo interesante es verlo como cambio de época, respecto a otras ediciones de Gran hermano, ya que se habla de, por ejemplo, gordofobia, poliamor, consentimiento o acoso, siendo mensajes que se sancionan y que da muestra del claro cambio generacional que también se está viendo en las empresas. ¿Están los liderazgos y las marcas a tono con estas nuevas narrativas?
El reality es un experimento social donde se reproduce a pequeña escala la sociedad actual. Así como pasa en las empresas, las redes sociales van marcando ese horizonte que, muchas veces, desde los contenidos de la televisión tradicional, no se puede adaptar totalmente al ritmo que tienen las redes sociales.
Este es el primer GH que siendo el producto más exitoso de la televisión actual, tiene un fuerte impacto de la era digital. Hoy por hoy, cualquier chico o chica que maneja redes sociales es creador/a de contenido, entonces crea contenidos a una velocidad impensada, es decir, no solamente no se necesita ver la televisión para poder seguir la historia del reality, sino que esa historia, que antes la manejaba la línea editorial del canal o el formato, hoy la manejan las audiencias y esa es la conversación que maneja los votos y eliminaciones del reality.
Es decir, que por fuera de lo que la producción del reality va editando como historias, a la hora que todos ven el programa ya hubo miles de clips subidos a las distintas plataformas, recortando o editando su propia narrativa de lo que quieren contar. En TikTok, específicamente, la tasa de viralización es altísima y veloz, con influencers con millones de seguidores que hoy dan contenido al resto de los formatos tradicionales. Surgió la figura de los “fandoms”, grupo de fans por participante que se organizan para viralizar contenido y también sí redireccionar los votos.
En este punto, se ha visto una contraposición que muestra, por un lado, los valores crispados representados por Alfa, como el machismo tradicional representando a los baby boomers y todo el paradigma siglo XX, y, por otra parte, un Marcos con un estilo de liderazgo, que genera influencia desde los números, con un engagement impensado si se ve con los ojos de los realities con personajes como el de Cristian U, donde levantar conflicto indicaba al mejor jugador de la casa. Sin generar conflictos, apoyando a los compañeros, con pocas palabras, se convirtió en el primer finalista, lidera encuestas desde hace 4 meses en las redes sociales, los demás participantes no querían ir a placa con él, los reingresos a la casa se pegaron y lo más significativo es que muchos de los que reingresaron empezaron a imitar su comportamiento para generar buena recepción en las audiencias.
Se habla mucho de lo que es jugar o lo que es un jugador hoy, de lo que genera influencia hoy en los diferentes públicos, tanto en lo que buscan las marcas, el famoso engagement como también en cómo se arman los liderazgos dentro de las empresas. Cada vez más retener y motivar a los empleados de una compañía es el principal activo a capturar, y son las nuevas generaciones las que no se sienten atraídas por lo que la compañía representa. Muchas compañías con las que trabajamos hoy llegan para darle “una mirada más millenial a la empresa, buscando nuevos liderazgos e incluso coacheando a CEOS para este cambio. Por un lado, está el cruce generacional y aún hay cosas no se entienden bien sobre lo que influencia a estas nuevas generaciones y qué es lo que genera engagement para generar esa motivación y esa retención de talento y si no se comprenden bien esos valores de época, vamos a quedar desfasados.
Gran Hermano es una muestra perfecta del comportamiento humano y de cómo usamos la influencia y los hilos del poder de una cultura para lograr los objetivos, y nos interpela a pensar y repensar en qué es un jugador hoy que genera influencia.
*La columna fue escrita por Cintia González Oviedo, CEO de Bridge the Gap