"No contratemos mujeres..."

Hablando con un amigo los otros días me comentó que una organización en la que trabajó hace unos pocos años promovía la idea de excluir mujeres de los procesos de búsqueda porque en el pasado habían causado "problemas maritales" con los empleados hombres. 

Me quedé pensando largo y profundo sobre el tema, la iniciativa sonaba inoportuna por donde la miraras. En primer lugar, fue dicho por una mujer, eso me voló la cabeza. ¿Cómo puede ser que nos cancelamos entre mujeres? 

Me hizo acordar mucho las frases de mi exsuegra donde tildaba de ligeras e inadecuadas a mujeres que tenían romances con hombres, fueran casados o solteros. Ese pensamiento antiguo que condiciona a las mujeres a ser castas y pulcras hasta casarse y después ser mujer de un solo hombre de por vida. 

En esas épocas estaba bien visto que los hombres vivieran y experimentaran la vida para llegar a su plenitud. Las mujeres, en cambio, estábamos destinadas a una vida sumisa. La conocí a la mamá de mi ex marido cuando yo tenía 18 años, una mujer con mucho carácter y poca actitud de desarrollo de mujeres. Para poner en contexto, yo estaba recién llegada de Estados Unidos donde había nacido y me había criado. La visión de la mujer ahí era otra, la libertad era libre y hombres y mujeres se suponía que se comportaban de maneras similares. Uno no tenía luz verde para vivir la vida mientras el otro observaba ingenuamente, era todo muy distinto. 

Entonces, recién llegada a Buenos Aires al comienzo del gobierno de Alfonsín me puse de novia con quien fue el papá de mis tres hijos. Una familia conservadora, en el discurso, a la cual la frase sobre las mujeres rompiendo matrimonios les hubiera hecho mucho sentido. ¿Por qué si se rompe un matrimonio es culpable la mujer? ¿Por qué no puede ser el hombre el iniciador?¿Por qué la doble vara? ¿Por qué se incentivaba a los hombres a desarrollarse y vivir plenamente mientras las mujeres éramos mera espectadoras? ¿A quién le puede sonar razonable? 

Claramente no a una persona recién llegada de Estados Unidos, donde además venía de una crianza con una familia donde las mujeres eran avanzadas para la época. Siempre cuento que mi bisabuela se enteró que mi bisabuelo la engañaba y se mandó a mudar ella, con su hija menor, de Buenos Aires a París, donde vivió hasta que su marido murió. Recién ahí volvió a Argentina. Mujeres que se llevaban el mundo por delante como decían mi abuela y sus cuatro hermanas. No sé si era tan así, pero para la época eran todas precursoras. 

Entonces volviendo al hoy, cuando mi amigo me contó sobre la estrategia de contratar solo hombres para evitar complicaciones amorosas en la oficina pensé en los 132 años que nos faltan, según estudios como los de World Economic Forum y Naciones Unidas, para lograr equidad de género. Hay momentos en los finjo demencia y veo el vaso medio lleno. Pero, al escuchar frases como estas, siento que viajo rápidamente a la realidad, como en las películas donde los protagonistas van y vienen en el tiempo y a los espectadores nos lleva un par de segundos situarnos en el nuevo contexto.

¿Cómo puede ser que una mujer sea la que boicotea el avance profesional de otra por sesgos de género? Hace tiempo que siento que las mujeres necesitamos generar espacios de verdadera contención entre mujeres. Estos son espacios seguros, donde las demás puedan aplaudir los éxitos de otras sin sentirse amenazadas, son espacios de verdadera generosidad donde una se olvida de la competitividad y piensa en el bien común. 

Hace años ya que trabajo en headhunting a alto nivel en organizaciones y también acompaño a empresas en transformaciones culturales. Haber estudiado neurociencias creo que me ha ayudado entender en mayor profundidad cómo funciona el cerebro humano y por qué nos comportamos de determinada forma en determinados contextos. Hoy me permito reflexionar sobre comportamientos humanos desde otro lugar. 

¿Qué habrá estado pensando esta persona cuando dijo que las mujeres rompemos matrimonios y armamos líos en las estructuras gerenciales? Según lo veo yo, en cualquier acto consensuado ambas personas deciden sobre sus vidas y toman decisiones sobre cómo avanzar o no. Me hubiera gustado más escuchar "no contratemos hombres porque terminan seduciendo a las mujeres del equipo" pero tampoco hubiera sido justo. ¿Por qué fue solo responsabilidad de ella lo que sucedió? ¿Por qué, ante una situación picante, una mujer apuntó contra todas? ¿No hubiera sido más razonable pensar en un caso aislado como anecdótico de cosas que pueden suceder en el ámbito laboral cuando las personas trabajan muchas horas juntas?

Hoy en día, las mujeres seguimos sin ocupar posiciones de liderazgo en muchas organizaciones porque, lamentablemente, algunos sesgos de género siguen siendo moneda corriente. La falta de profesionalismo y comprensión real del potencial de la diversidad impide el crecimiento equitativo en muchas empresas. No se trata de excluir a uno u otro género para evitar conflictos, sino de aprender a gestionar equipos diversos con madurez y respeto. Las relaciones personales en el ámbito laboral deben abordarse con profesionalismo y transparencia, no con prohibiciones absurdas ni discriminación.

Necesitamos repensar cómo construimos los espacios laborales y, sobre todo, cómo tomamos decisiones que afectan el desarrollo de profesionales, mujeres y hombres por igual. Porque la verdadera equidad se alcanzará cuando dejemos de mirar con desconfianza la presencia femenina y empecemos a valorarla por su talento y aporte a la organización. Mientras no logremos esto, seguiremos caminando por un sendero empinado, perdiendo oportunidades de crecimiento y de enriquecer nuestra cultura laboral.

 

Sandra Olive

Managing Partner de Backer & Partners, especializada en la búsqueda de ejecutivos para la Alta Gerencia y Consultoría de Cultura y Liderazgo